TIEMPO DE RECONSTRUIR, OTRA VEZ

Músicxs, gestorxs, periodistxs y representantes de diferentes colectivos del país comparten sus reflexiones sobre el año que se termina y el peculiar periodo que comienza con 2021.
Treinta testimonios sobre un circuito independiente que busca reconstruirse desde un terreno complicado.
Escriben: Pauline Fondevila, Agustina Becares, Andrés Ruiz, Julián Rossi, Marina Calvagna, Valentín Prieto, Juani Favre, Mercedes Ianniello, Adrián Trapinsky, Srta Trueno Negro, Jacqui Casais, Jorge Capriotti, Fernando Graneros, Julieta Heredia, Emilia Pacheco, María Eugenia Freire, Santiago Segura, Leonela Esteve, Vico Soul, Bárbara Jack, Juan Manuel Robles, Alejandro Lauphan, Claudio Kobelt, Juan Ibarlucía, Julia Capoduro, Montarosa, Lucía Van Lierdi, Painé Nocetti y Morena Velázquez.


Un año atrás, a estas alturas de diciembre, la escena musical independiente de Rosario se lamía las heridas producidas por cuatro años de neoliberalismo mientras procuraba obtener un control de daños mirando a su alrededor. Sin dudas, el panorama era desalentador con espacios culturales que cayeron en picada ante la doble ofensiva de tarifazos, inflación y bolsillos flacos más ordenanzas municipales que regulan la nocturnidad con una aproximación que data de la década del 70.
Rosario, al igual que la provincia de Santa Fe, tenía nuevas autoridades. Ya atravesando los primeros calores veraniegos, los interrogantes giraban alrededor del nuevo equilibrio entre Nación, Provincia y Municipio que habría de llegar. Por entonces, coronavirus era apenas una curiosidad anunciada en un cable informativo por las agencias internacionales. “Brote de una extraña neumonía en Wuhan, China”, comentaba la información que no trascendió demasiado. Con la cabeza puesta en otro lado, se proyectaban los primeros cuatro meses de un año algo más esperanzador.
Para febrero, lo que por cuarenta días supo ser el chiste lejano del culonavirus, pronto se sintió como un temor probable, sin que nadie pudiera imaginar qué habría de llegar en los diez meses subsiguientes.
Caminando una repentina cotidianidad de desconcierto e incredulidad, la producción siguió adelante con marzo a la vuelta de la esquina. Con la llegada del COVID-19, todo entró en una pausa que resultó ser un grinding halt. El resto es historia.

En contacto con músicxs, periodistas, gestorxs culturales, colectivos, sellos, productorxs, trabajadorxs de prensa de varios puntos del país, les pedimos sus reflexiones a partir de tres preguntas abiertas que se prestaban al desarrollo:

– ¿Qué balance hacés del 2020 que se está terminando?

-Previo a la pandemia, la actividad venía haciendo un máximo esfuerzo para no trasladar inflación y devaluación hacia el precio de las entradas. ¿De qué forma tendrá que reordenarse la actividad para volver al ruedo? ¿Cuál es el panorama que enfrenta el escenario independiente luego de un periodo de diez meses de parate pandémico? 

– ¿Cómo te imaginás al periodo de “nueva normalidad” que está por llegar?

Más que una reflexión cerrada que sirva como epílogo simbólico del año que se termina, buscamos elevar interrogantes sobre lo que tenemos por delante.  Ante un contexto donde la incertidumbre se refuerza, la enormidad que entrama una respuesta abierta se torna casi intimidante.
En las devoluciones que siguen encontramos un atrevimiento de asomarse a lo que está por llegar. Hay un ejercicio catártico en las líneas que están a punto de descubrir. Es el resultado de un año complicado y agotador que arrasó con expectativas y planes, pero también generó canciones y discos hermosos.
La etapa que comienza simbólicamente comienza con el primer día de enero de 2021, ya entró en vigencia algunas semanas atrás con el regreso tímido de los conciertos en vivo con un público presencial. El camino que se viene está sumido en un halo de incertidumbre, no hay dudas. Sin embargo, parece haber quórum en una certeza irrefrenable: la resistencia es colectiva, al igual que la salida.
Además, hay otro dato alentador al leer los significativos aportes que llegan desde diferentes esquinas de la Argentina: estamos obligadxs a ser sujetos activos ante el consumo cultural; nuestro rol deberá ser más activo que nunca, buscando ser parte de un sistema sustentable donde las partes sean conscientes tanto de su disfrute como de su responsabilidad. Más que nunca, el público debe entender su rol en la escena independiente. El progreso y evolución del circuito dependen de un involucramiento consciente y responsable.
Entre cierres, desidia e impotencia, a priori, el panorama puede ser desalentador, sin embargo, hay puntos de fuga que imaginan otras formas de acción-construcción. 2020 marcó el final de una inercia que abundaba en los últimos años: la peligrosa asimilación y aceptación de que no existe nada más por fuera del sistema, porque la gente no está allí o porque no tiene ganas de indagar sobre lo que se ubica a más de un click de distancia;  o que la idea de la búsqueda curiosa y azarosa pertenece a una postal romántica y caduca. Casi como un efecto narcótico, la contracultura se dejó estar cómoda, mordiendo otro taimado opio de la última década: las plataformas igualaron las condiciones para todxs; millones de usuarixs pueden acceder a los contenidos mediante una suscripción mínima que nos iguala.
Quizás los golpes de 2020 sirvieron para hacernos permeables otra vez a imaginar nuevas formas de ser-hacer movimiento. Es imprescindible una reinvención, reimaginarnos. Por años fue posible (y factible) un universo alternativo que se multiplicó en miles de salvas. Debemos pensarnos como una comunidad que gane sustentabilidad mediante una retroalimentación positiva.
El ejercicio de construir el futuro debe tener un pie en las lecciones que atravesamos, que fueron muchas, con errores y pasos en falso, pero también con abundantes aciertos. Como dijo la inefable Paula Maffia: “Cada golpe, cada cierre, nos hizo mejores. Aprendimos y seguimos acá. No hay cura para nosotrxs, el virus de la cultura autogestiva. Vamos a seguir. Somos el virus de la cultura independiente”. 


Morena Velázquez – Periodista, gestora cultural, programadora en Distrito 7

_ Me cuesta hacer balances, pero siempre que lo hago, trato de que sea viendo lo positivo. 2020 fue un año dónde hubo que aprender, ante la inminente necesidad de trabajar. De un momento a otro nos quedamos sin nuestra fuente laboral y hubo que salir a hacer para seguir subsistiendo. Hubo que aprender a hacer Streamings para no desaparecer, y no sólo en el sentido más intrínsecamente económico, sino también desde lo simbólico.
Otra de las cuestiones positivas es que hubo un acercamiento entre los distintos espacios culturales, bares y escenarios por dónde pasa la cultura local.
También hubo un intercambio bastante álgido con actores de otras ciudades y países, ante la necesidad de entender qué estaba pasando y cómo se reconfiguraba el trabajo a partir de esto. Una de las cosas me parece más interesante de este 2020 va por ese lado: el de tejer lazos, redes, el de la unión entre pares.
La otra, es que no hubo fuerzas para “caretear” aquello que somos, para bien o para mal, todes manifestamos nuestra esencia, fuimos fieles a nosotres mismes: quedó demostrado quiénes son les que piensan la cultura como un todo, desde lo global y colaborativo y quiénes todo el tiempo intentan sacar rédito desde el egoísmo y la individualidad.
Estas dos últimas cosas reflejan aquello que me llevo del 2020.

_Me parece muy fuerte decir que el panorama que enfrenta la cultura después de 10 meses es desolador, pero está muy complicado. Cuando comienzan las crisis económicas es sabido que une lo que primero recorta es el “ocio”, y dentro de este se encuentra la cultura.
Tuvimos que aprender a vivir en el momento, sin caer el algo “new age”, me refiero a no tener previsión, no poder planificar, no saber qué va a pasar de acá a 15 días, no tener certezas de ningún tipo.
Una de las cuestiones más complicadas es que quedaron muy pocos espacios culturales en la ciudad con escenarios dónde les músiques puedan tocar, les poetas puedan recitar. Cerraron espacios, dejando poco lugar para que les trabajadores de la cultura puedan subsistir.  Me parece fundamental que todos los actores de la escena tomemos conciencia de que hay que cuidar estos espacios (sobre todo los espacios culturales “privados”, a pesar de que esta palabra sea un poco controversial). Los espacios culturales privados no cuentan con el mismo presupuesto que los estatales, por una cuestión obvia, y este año estuvieron muy complicados, remándola para subsistir.

_En cuanto a la cuestión del cobro de las entradas, hace años que la escena se vio dinamitada por un Estado que producía shows gratis, compitiendo con aquellos espacios culturales privados. Es muy difícil enseñarle al público que debe pagar una entrada, que entienda que detrás del show que está viendo hay gente que produce, que trabaja: músiques que compusieron una obra, que ensayaron muchas horas, productores y gestores que tuvieron mil reuniones y trabajaron a la par de la banda, prensas que consiguieron notas, técniques que dejaron todo a punto para que suene y se vea bien.
Es muy complicado que la gente pague una entrada, cuando hace mucho tiempo a las bandas locales se las ha denostado poniéndolas en el lugar de “teloneras” de bandas que vienen de afuera; recién ahora se puede percibir que aparecieron algunes actores con otra cabeza que están empezando a acompañar en el desarrollo de artistas locales, apostando al crecimiento de la escena. Pero llevará años hasta que esta forma de pensar se instale y sea, un poco, la regla general.
Se entiende que estamos en crisis, pero, a su vez, hay que entender que armar shows tiene un costo y que ese costo se cubre con el ingreso de las entradas. Todo aumentó, hay inflación, entendible, pero, justamente, siguiendo esta lógica, si todo aumentó ¿por qué no aumentaría el precio de las entradas?
Por mi parte, este año comencé a trabajar en producción en el espacio cultural cooperativo Distrito 7 y mis compañeras, una de las primeras cosas que me remarcaron fue que “la entrada a un show no puede salir menos que un porrón de litro”, algo totalmente lógico. Creo que todes les actores de la escena vamos a tener que tomar conciencia de esta cuestión y trabajar en conjunto para generar convocatoria y educar al público a que pague esa entrada: todes necesitamos no sólo “cubrir” gastos, si no, cobrar por nuestro trabajo.
Es el próximo paso que necesitamos dar para la profesionalización de la escena: un paso clave.
Un poco me consuela que en lugares públicos se esté cobrando entrada, aunque sea mínima. Esto, estimo, va a ayudar a la hora de que la audiencia pague por ver shows. Decía “un poco” porque entiendo que la cuestión de que no se estén llevando a cabo ciclos gratuitos en espacios como Lavardén tiene que ver con que el Estado no tiene un peso para aportar (y apostar) a la cultura.
Vamos a tener que hacer un esfuerzo entre todes para revalorizar la cultura local. Que más allá de que la escena musical esté virtualmente divida en muchos subgéneros, es hora de apoyarnos entre todes, que vamos a tener que empezar a ir a shows, a compartir espacios con nuestres colegas. Entiendo que la cultura pasa por un lugar muy vinculado a lo emocional, a lo sentimental, pero para que la escena crezca es fundamental que haya movimiento, que haya público y que ese público aporte económicamente, que pague por el trabajo que realizan músiques, en primer lugar, técniques, productores y gestores: es hora de entender que no se puede vivir tocando gratis.
Otras de las cuestiones que complica el panorama es lo que comentaba anteriormente, la imposibilidad de planificar: el momento es AHORA, hay que estar preparades y salir a tocar porque no sabemos cuándo se cierra todo de nuevo, cuando hay un rebrote y tenemos que volver a recluirnos en nuestras casas.

_ Creo que terminando el 2020 no me queda mucha cabeza para imaginar lo que vendrá, no sé si hablar de un futuro post pandémico porque me parece que falta y en estos días he escuchado que las medidas de distanciamiento van a seguir durante todo 2021, así que creo que aún falta, que será aún más complicado. Antes une siempre trataba de tener cierta planificación anual, cierta estructura que te permitiera poder llevar adelante cosas que tenías ganas de hacer y que también te permitían subsistir, pero ahora todo es minuto a minuto, si une planifica lo hace sabiendo que en cualquier momento las cosas pueden cambiar, que se puede volver “para atrás”, entonces, me cuesta un poco imaginarme el futuro.
Siempre deseo que se trabaje sobre una nueva ordenanza de nocturnidad. Lo hablo mucho a esto, pero me parece algo fundamental.
Espero que siga el diálogo entre los espacios culturales, bares, productores, me parece que va por ahí la cosa. Siento que aún falta un acercamiento un poco más profundo de la escena en toda su complejidad: músiques, teatreres, poetas, bailarines, escritores, gestores, productores, técniques, periodistas, etc.
Que entre todes podamos crear un ambiente más sano, que se entienda que mientras más salas haya, mejor es, que salgamos, que apoyemos realmente la cultura.
Espero que la vacuna dé resultado lo más rápido posible, esta espera se está haciendo eterna y es bastante agotadora.
Vuelvo a retomar esta idea de la unión creo que lo único que espero es que persista la unión por sobre todas las cosas.


Painé Nocetti – Periodista y gestora cultural

_Me parece que el 2020 fue un año difícil de surfear para todes. Qué obviedad, ¿no? Nos frenó la rueda, cualquier cosa que estuviéramos planeando, pensando, proyectando quedó como suspendida en una nube de incertidumbre que por momentos – creo que es medio compartido – fue abrumadora.
También me parece que esta situación nos dio un baño de realidad en términos del nivel de precarización en el que nos desarrollamos quienes trabajamos en las “industrias culturales”. No estoy diciendo con esto que sea novedad, pero si creo que se profundizó y dejó en evidencia que en la ciudad de Rosario no existe mucha estructura de formalidad para quienes trabajamos en el ámbito cultural, técnicxs, músicxs, managers, prensas, productorxs, gestorxs, etc, si no trabajamos no cobramos y creo que hay una lectura compartida de que seguimos produciendo en tiempos de aislamiento. Cataratas de vivos, Streamings, difusiones de shows virtuales unipersonales, todo eso existió y no hubo gorra que aguante. El consumo de ese tipo de shows fue alto, también la oferta era avasallante en algunos momentos, pero no se respaldaba con un “pago de una entrada” que permitiera cubrir costos, ni hablar de superar esos costos. La picadora de carne de las redes sociales, los vivos musicales con la imagen pixelada y el sonido roto se convirtió en una vidriera de vanidades libre y gratuita.
Sin embargo creo que existieron encuentros en medio de este panorama, en algunos casos pudimos generar algunos huecos para seguir trabajando.

_Vengo pensando – con otras y otros incluso – que hay que poder retomar la construcción colectiva, el compartir con otres, el generar y producir con otres. Priorizar también el pago propio, poder pensar en comunidades al alcance de la mano, de la mirada y no tanto en una proyección globalizada de la difusión y producción. Creo que a veces nos perdemos en las burbujas de las redes sociales y perdemos la brújula, pero la cultura está en el territorio y si nuestro territorio es la ciudad de Rosario prioricemos a nuestrxs autorxs, compositorxs, poetas, musiques, actores, payasxs, acróbatas, y toda una industria local que esta en condiciones de producir y generar cosas re interesantes. Hay que poder también repensar cual debe ser el rol del – de los – Estado, que lugar le cabe a los diferentes niveles del mismo.
Creo que la estrategia debe ser un poco el volver al territorio, a los centros culturales que están inmersos en la vida de los barrios, en los espacios que aun quedan en pié para la cultura, en ocupar también los espacios estatales para que circulen las expresiones de nuestra ciudad pero con total certeza las construcciones necesitan ser colectivas. Necesitamos modificar las relaciones de producción de la cultura.

_Ya venimos asistiendo a nuevas formas del encuentro, me parece que la situación sanitaria está por encima de todo y una va haciendo caso a los cuidados que se van pidiendo. Sin embargo, recuperar el encuentro en la mirada y en la risa, en la escucha y el compartir es algo maravilloso. Les musiques de la ciudad siguieron produciendo todo este año y hay materiales realmente conmovedores girando en el aire ya, me parece que es nuestra tarea incentivar a comprar una entrada o adquirir un disco.
Creo que vamos a seguir renegando, pero que no vamos a dejar de buscar formas más justas para nuestros oficios y trabajos, no se si lo conseguiremos, pero si veo un entorno que está dispuesto a repensar en cómo volver a levantar la escena local contemplando nuevos elementos que permitan pensar todo esto de lo que vengo hablando más arriba.Soy optimista en esto porque creo que los pueblos no sobreviven sin cultura, que el arte encuentra los lugares por donde brotar y florecer, hay que poder agregarle dignidad a este trabajo y construir bases más justas para todes.


Pauline Fondevila – Dibujante, escritora y música en Perro Fantasma.

_ El año del estupor y de la angustia a una escala colectiva como nunca antes.Tuvimos la prueba que veníamos haciendo todo mal. No nosotrxs en particular, pero digamos el sistema capitalista patriarcal globalizado ultra violento en cual estamos involucradxs todxs (o casi) lxs habitantes de la Tierra, lo queramos o no. Porque por muy brutal que haya sido no pienso en este año como una ruptura, sino como una continuidad. Angustiante, espantosa, trágica, pero continuidad al fin. Creo que el buen termino sería “fatalidad”. Algo fatalmente iba a pasar… Y pasó, ¡bajo forma de virus! Nos tuvimos que aislar, confinar, teniendo que enfrentar a solas algo que nos superó totalmente. Lloramos un montón, tuvimos crisis de pánico, insomnios, pensamientos oscurísimos… Perdimos lo que más nos gustaba hacer, lo que hace que nos gusta la vida que hemos elegido vivir: reunirnos con amigxs, ensayar, tocar, bailar, ir a ver recitales, ir a inauguraciones, a ferias, a fiestas… A eso se agregó acá en Rosario puntualmente el humo de la isla! Hubieron noches irrespirables, con la sensación que el naufragio era total. Nos sentimos solxs, perdidxs e impotentes… Por mucho que haya habido algunos momentos fugaces de alegría y olvido, creo que el balance es un trauma que aun no podemos dimensionar.

_El panorama es desastroso: problemas económicos, depresiones, incertidumbres, miedos de todo tipo, por todos lados, y más al rededor nuestro, obvio. Todo el año, en parte gracias a las muestras que curé en el Bon Scott, pero también dando taller o clínicas, mantuve conversaciones con muchxs artistas, músicxs, estudiantes en arte, etc, de la ciudad. Y me sirvió de suerte de barómetro para medir la situación. Puedo decir que cada noche después de cada edición de Explorar el azar, volvía a mi casa feliz y con el animo renovado por estos encuentros en carne y hueso, (ciertos de hecho imprevistos, con lo emocionante que esto representó este año, el encuentro no programado) pero el corazón roto de comprobar las dificultades de la gente, en particular de lxs más jóvenes. La precariedad, la falta de futuro, las inseguridades emocionales, de personas tan talentosas, tan geniales, con tanto potencial, me mata. Pero otra vez, no es algo nuevo. La pandemia lo evidenció pero ya todo estaba antes. Simplemente se encontraba mas o menos tapado por la agitación frenética de este sector que está acostumbrado a hacer todo a pulmón. Por eso pienso que si se vuelve para seguir haciendo las cosas de la misma manera que antes vamos contra la pared. No se aplica solo al sector cultural, claro. Reordenarse supone que hubo en algún momento un orden, yo creo que había sobre todo muchas practicas caóticas, y que quizás ya que estamos este es el momento oportuno para visibilizarlas, denunciarlas y reemplazarlas por otras donde se toman en cuenta las necesidades de lxs actores de la cultura. Es lo que están haciendo Artistxs Autoconvocadxs, en Artes Visuales, y están logrando cosas. Me gustaría una vuelta al ruedo en cual lxs artistas (músicxs, trabajadores de la cultura en general) tengan el poder de decisión. Hay una carga utópica fuerte en las producciones contemporáneas. Se habla de comunidad, de sororidad, de otras maneras de habitar el mundo, en las canciones, los dibujos, las exposiciones, los poemas… El imaginario de todo una generación está marcado por su decepción por el mundo tal como es y el deseo de vivir de otra forma. Estaría bueno tomarlxs en cuenta, de manera literal, que ellxs marquen el rumbo y que la gestión siga, y no al revés.

_ Lo que temo es que vayamos hacia lo mismo pero con aún menos dinero,  fragilizadxs por este 2020, es decir, lxs mismxs, pero con más cansancio, menos esperanza, y más miedos, y que esto termine por agotarnos. Es lo que veo cuando escucho “nueva normalidad”: la situación de antes pero peor, más precaria, más desigual, con protocolos incumplibles y frustrantes, trabas de todo tipo. Tengo miedo que sea una nueva normalidad, aún más elitista que la vieja. Emprenderán proyectos lxs que tienen los recursos. Lxs otrxs tendrán cada vez menos, hasta no tener nada y desparecer. Sin embargo, lo que yo imagino y confío que pasará porque soy optimista ante todo, y que veo también que muchxs lo son, es que el futuro cercano sea una gran obra en construcción, una super obra colectiva. Que hagamos emerger otra realidad que ya de entrada podría pasarse del concepto de “normalidad”. Estaría bueno partir de allí, asumir de entrada que todo es posible, que nada es normal. Dar lugar a otros modelos, otros hábitos, otros reconocimientos. Podríamos repensar la cuestión del trabajo y de la profesionalización. Rever nuestra relación con los valores nefastas del capitalismo, como son la competencia, la productividad, la mercantilizad, el divertimiento, el consumo, las ideas de éxito, de carrera, y que generan presión, amargura y sentimiento de fracaso. Legitimar más formas de vivir siendo artista, músicx, o lo que sea, más abiertas, más inclusivas, más fantasiosas. Buscar alianzas con otros sectores que también sufren y sueñan. Entre todxs tenemos un enorme capital creativo, sabemos pensar el mundo y sabemos hacer un montón de cosas. Se pueden organizar redes, eventos, circuitos, formas que aún no tienen nombres, y pasar de los que nos ignoran o nos tratan mal. Si queremos sobrevivir vamos a tener que juntarnos y tomar riesgos. Total, perder, ya perdimos. Son poco lxs triunfadores en este mundo, y claramente no somos nosotrxs. Tenemos que llegar a reemplazar la desesperanza por el entusiasmo. Es difícil pero creo que es la única manera.


Lucía Van Lierdi – Periodista, gestora cultural, integrante de Agua de Río Producciones.

_Vos me decís que el 2020 se está terminando y yo creo que acaba de empezar! Nos han robado diez meses! (Ja!) Pero nos negamos a que el balance del año sea negativo (como si lo son los números en su totalidad, para toda la industria) así que lo que hicimos fue mantenernos activxs -como pudimos- en este año de pandemia y confusión.
No fue para nada fácil llegar a diciembre -y nunca fue tan real esto- pero el 2020 tiene que servir para reafirmarnos. Parar un poco tiene la ventaja de detenerse y ver qué pasó, qué pasa, qué querés que siga pasando, que no queres que pase más y a dónde querés llegar con lo que haces. Eso sirvió para poder pensar en nuevas posibilidades de expansión de la cultura rosarina, conectándonos con artistas, gestorxs, productorxs y actorxs de la industria cultural en general y así seguir creando desde casa nuevos vínculos de cara al futuro.  Eso nos mantuvo a todes un poco vivos. Nos gusta aprender y siempre estamos en esa.

_La movida independiente tuvo que repensarse mucho desde hace años. A mi criterio el 2020 la encontró un poco más unida, a raíz de nuevos movimientos que se vienen creando desde hace unos años, distintas formas de trabajo que fuimos adoptando todes, y esa va a ser una de las claves para volver al ruedo: Tejer redes entre musiques, productorxs, gestorxs, espacios, y todas las personas que trabajan en la movida, va a ser lo que haga que la escena independiente pueda mantenerse y crecer. Obvio que este año estamos más golpeades que nunca (por la cola que traemos de antemano, y la pandemia que nos hizo una fatality) Todes mandamos un mensajito al 2020 y nadie nos contestó con claridad (jaja) Es momento de que la unión re-haga la fuerza, y para eso -sobre todo- es IMPRESCINDIBLE (con mayúsculas) un Estado presente, con políticas que promuevan y apoyen el trabajo cultural de la escena, y no que lo entorpezcan. Somos trabajadorxs, queremos trabajar! (Y somos muches).
_Nunca me sentí cómoda con esa denominación. Seguramente la habré usado, no lo niego. Pero lo de normalidad, y hasta lo de nueva, me suena raro. Si bien vivimos un año excepcional (porque espero que sea una excepción en nuestras vidas) creo que debería servirnos para que esa “normalidad” que denominamos en esa frase no pase a ser una “nueva” sino que cambie en su estructura, no que se le hagan lavadas de cara. Al menos lo hablo a nivel cultural. Si bien ahora estamos en el medio, entre la debacle que fue este año y la esperanza puesta en lo que vendrá, se divisan algunas formas que profundizan la vieja normalidad, y algunas hasta más viejas de las que ya teníamos a principios del 2020. Por eso espero que estos meses de parate económico-social y sobre todo cultural nos hayan hecho reflexionar y podamos reconstruir una nueva manera de trabajar por y para la cultura rosarina. Estamos en eso.


Juani Favre – Músico y productor

_Fue un año nefasto en muchos sentidos, pero interesante en otros. Rescato particularmente que dejó ver a las claras problemáticas que ya estaban y no veíamos por estar tapades en cierta alienación incresendo, gracias a este contexto, algunas de esas problemáticas pasaron a primer plano. Para quedarme con la mitad del vaso lleno, rescato que los males que nos acechan, que desde ya no son sólo el Covid 19, sirvieron para despabilarnos del aletargamiento en el que estábamos. El 2020 no fue un buen año, pero los últimos anteriores, aunque muy diferentes, tampoco lo fueron.

_El panorama es complejo y depende de muchos factores. Por un lado, las políticas estatales nunca le dieron mucha bola a la cultura, y este año tuvieron la excusa perfecta para no demostrar siquiera un mínimo de interés (de presupuesto ni hablemos). Por otro lado las grandes industrias hace rato que lo único que les interesa es captar los flujos, y les sirve perfectamente esta realidad celularizada en la cual millones de personas compartimos, o más bien regalamos nuestro trabajo a sus “redes”, que cada vez se muestran más insensibles e indiferentes. Ante esto, la actitud general es acelerar el autobombo, salir a defender a capa y espada tu proyecto individual y, por ende, dejar de tender las redes, que en realidad nos sostienen. Las otras, las falsas, las “redes” sociales imponen sus propias reglas y dan directo en nuestro talón de Aquiles, el hedonismo. Poco difieren las publicaciones entre sí, sólo en el número de megustas, pero los contenidos son los mismos: selfies, beboteos y toneladas de filtros. Todes somos nuestra propia estrella, pero ¿produce esto bienestar? Lo dudo. Nos pone pendientes de cuántos seguidores tenemos y nos frustra si no nos dan bola ¿Porque habrían de dárnosla? ¿Qué estamos proponiendo que resulte útil para la sociedad? Sin dudas que ese no es el camino.
Todo esto se complementa con cada une de nosotres y nuestra responsabilidad social. Cada vez estoy más convencido de que de esto no se sale si no encaramos una verdadera transformación cultural. La contracultura y la resistencia cultural emergen de abajo para arriba, pero esto se dificulta, cada vez hay menos grietas porque estamos profundamente viciades de cipayismo y colonización cultural. Es momento de poner la lupa en la construcción de nuestros gustos y tomar acciones, salir de la zona de confort del establishment y jugárnosla por experiencias mas reales y transformadoras.

_Vuelvo a poner el acento en que antes las cosas estaban mal, siento que estábamos cayendo sin darnos del todo cuenta, ojalá que esté momento haya sido un tocar fondo y que de ahora en más todas las acciones sean para mejorar. Confieso que digo esto con muchas dudas y sospechas de que en gran medida pasa lo contrario. Espero que el distanciamiento social no sea una excusa para alejarnos cada vez más. Este mundo es tan desigual, que me preocupa que las medidas de cuidado no sean utilizadas como nuevos modos de discriminar.
Cuidarnos si, pero siempre desde la solidaridad y la empatía; no desde el miedo y el individualismo exacerbado.
Se hacen imprescindibles políticas públicas que propicien y defiendan nuestra cultura; que el Estado y la sociedad entiendan que la cultura no es un negocio, es una inversión para el bien común.
Necesitamos muchos espacios culturales, llenos de espectáculos regionales. Necesitamos más radios y medios gráficos dando lugar protagónico a estas expresiones. Necesitamos a las personas eligiendo emocionarse con lo que produce su vecine en vez de poner Netflix o ver Star Wars por enésima vez. Y no solo por solidaridad, sino porque es verdadero alimento e inspiración para nuestros corazones. Ojalá esa sea la “nueva normalidad”.


Valentín Prieto – Músico en Los Castigos, gestor cultural, integrante del sello Polvo Bureau

_El 2020 termina siendo un año muy agridulce, porque si bien pudimos acompañar grandes discos que venían gestándose hacía tiempo (y que requirieron de mucho esfuerzo) la realidad es que no pudimos potenciar sus lanzamientos como hubiésemos deseado. Posiblemente las expectativas estaban algo sobre dimensionadas. Desde 2018 que no lanzábamos un disco de larga duración (Ojos Cuadrados, de Mi Nave), entonces había un entusiasmo pre pandemia con el 2020, en donde íbamos acompañar varios discos nuevos. El de Perro Fantasma (Corazón y alma) y Los Castigos (Polvareda) fueron pensados como discos de la “vieja normalidad”. Se contaba con que los grupos puedan interpretar estos discos en vivo, y desde allí darles el impulso necesario. Ambos salieron ni bien iniciada la pandemia, en donde la incertidumbre era total. Luego, el lanzamiento del sencillo doble de Maia Basso, Bebe tu mal, fue pensando sabiendo que no iba a haber posibilidades de que la artista pudiese defenderlo en vivo, entonces se pensaron de antemano algunas otras estrategias que creo que funcionaron a mediano plazo. En general creo que, en cuanto a difusión y distribución digital, este año vino a ensanchar más aún la brecha y las desigualdades. No creo que haya modo que desde la periferia estética y geográfica podamos darle el recorrido que estos materiales merecen. Las reglas del juego cambiaron radicalmente. Creo sinceramente que estamos fuera de toda conversación, una vez más.

_Creo que tocar en vivo en espacios en condiciones se volverá algo para pocos privilegiados. Privilegiados aquellos artistas que, por afluencia potencial de público, podrán seguir presentándose en vivo, y privilegiados aquellos también que puedan pagar una entrada. Más allá de las enormes dificultades para presentarse en vivo, los conciertos continuaron siendo el último foco de resistencia, pero con la cantidad de protocolos que se necesitarán para poder llevarlos a cabo creo que también eso se irá cortando. Imagino un sombrío futuro en el que los grupos independientes sólo podrán aspirar a una llamada anual por parte alguna sala o actividad estatal para poder tocar en vivo. Un poco lo de siempre, pero peor.

_Me imagino lo mismo de siempre, pero aún peor. Ya venía siendo todo más difícil. Cada año es más complicado que el anterior. Veremos muchos prometedores proyectos musicales reducirse a cenizas. Los que queden, seguramente tengan que jugar con las reglas del enemigo para subsistir. Tampoco veo que haya un solo atisbo de solidaridad para generar la autonomía necesaria para que la pelea sea menos desigual. Las reglas del juego actual de la distribución digital solo responden a los intereses concentrados. Si Internet es el único espacio para distribuir música estamos al horno. Es como era hace 20 años querer meter un hit en la radio, pero peor, porque las regalías son peores.  La Pandemia, al sacarnos de la calle, borra consigo todo intento de recuperar algo de aquellos lazos comunitarios que las redes sociales fueron borroneando en su paso. En cuanto al ecosistema de la industria musical, la nueva normalidad creo que llegó hace rato. El 2020 solo aceleró el proceso de destrucción de los pocos cimientos que quedaban.


Montarosa – Música

_Este año fue tan difícil como interesante. Nos enfrentamos a un cambio de era, nos puso delante de nuevas formas de hacer y pensar todas las actividades que ordenan al mundo. En el año más raro del siglo XXI, sacamos nuestro primer disco y todo se configuró completamente distinto a lo que imaginábamos. Perdimos el control y la planificación para dejar lugar a la invención. La pandemia nos puso obstáculos y bordes que armaron un camino nuevo. El desconcierto fue el hábitat natural de los shows, por Streaming, en balcones, en veredas. Tocamos para nosotres mismes como único público, nos volvimos nuestros propios productores, ingenieros de mezcla, grabación y marketing. Si la autogestión ya venía ganando las calles musicales, este año directamente las tomó.
Nuestro balance del año al nivel del proyecto fue positivo, porque tuvimos la suerte de poder tocar en tres oportunidades, seguir ensayando, y presentar de algún modo el disco. Hace tiempo queríamos que las canciones pudieran ser escuchadas y lo logramos; terminamos el año con una fecha en vivo donde nos corearon todo el disco y fue algo hermoso. A niveles generales, fue un año imposible, de total desconcierto y reinvención, lo que también nos empuja a nuevos estándares creativos y esa es la parte interesante del desastre. Salir a ver qué hacemos después o durante la tormenta.

_¿Qué hacemos? Dejar de tocar no es una opción, hay que repensar los formatos, los escenarios y los proyectos. Tiene que funcionar para diez personas o para miles si queremos trascender la imposibilidad del virus. Armemos un show con trajes espaciales para cada asistente. Subamos a tocar a un tanque de agua. La música tiene que resistir y rearmarse, no es una opción “esperar que pase” porque tenemos sobradas evidencias de que el mundo está sufriendo un cambio de escena y de paradigmas. Tenemos que movernos con el cambio y, de ser posible, anticiparnos. Las actividades culturales son el último frente de resistencia, nos está comiendo el capitalismo y el ecocidio. No es el virus, somos los humanos. La música tiene que ser un espacio que proponga nuevos vínculos, laborales, afectivos y humanos. No sólo necesitamos reinventar la forma de tocar y de llegar al público, si no también habitar esas maneras nuevas de vincularnos y proponer obras que despierten las conciencias y los corazones. Tal vez haya que recuperar el boca en boca para la difusión y el puerta a puerta para la entrega de nuestras obras. Económicamente es insostenible para nosotres, el público y los espacios alimentarnos solo de las entradas vendidas y los buffets, pero tampoco podemos trasladar ahí los precios “actualizados” porque eso deja mucha gente afuera. Sí creo en que quienes tienen el dinero lo puedan poner a circular como un modo de acción de engranajes, pero también es necesario tomar partido por los espacios culturales chicos que nos alojan, con quienes podemos acordar un precio justo tanto en las entradas como en los consumos, con propuestas alimentarias más amigables con el planeta, llegadas más chicas pero más responsables, y un intercambio más bien familiar entre el público y les artistas. Habrá que levantarnos entre todes.

_La nueva normalidad no existe. Lo que existe es el cambio a través de los años. Alguna vez fue una guerra mundial, hoy es un virus con pólvora política en las manos. Si bajan los aliens el año próximo, sacaría la guitarra y les enseñaría a tocar una chacarera. Nos tenemos que adaptar y buscar la manera. La Susy Shock nos enseñó a destraVar la lengua y crear nuevos escenarios este año, las abuelas de plaza de mayo nos legaron sus rondas infinitas, la lucha feminista a retomar las pistas de todas las mujeres del mundo, las disidencias nos proponen nuevas maneras de mirar y mirarnos. Lo que me imagino es continuar luchando. Lo que me imagino es desafío y cuerpo, idas y venidas. Tiene que ganar la amabilidad o estamos fritos. Pero falta, mientras tanto seguir cada quien aportando su trabajo minúsculo y enorme para que haya un día más. Dijo Rosario, vamos por un día más. Vamos.


Julia Capoduro – Comunicadora social, música en Prima Limón, integrante del sello independiente Remedio Casero Discos.

_Dentro de todo, para Remedio Casero este fue un buen año. Pudimos activar un montón de cosas a nivel interno que venían colgadas justamente por la vorágine en la que vivimos normalmente. Este parate general nos abrió la posibilidad a pensar un poco más el proyecto, ponerle cabeza y tiempo, tomar algunas definiciones. Estuvimos muy productivos con los lanzamientos, se sumaron bandas y artistas nuevxs y dimos forma a cuestiones administrativas y de gestión que teníamos pendientes, y también encontramos formas alternativas de generar ingresos como lo son los cursos. Igual no podemos dejar de observar que esto pudo darse así porque estamos en una posición de privilegio, porque dentro del grupo de gestión todes pudimos seguir con nuestros otros laburos y sostener un ingreso, si no la realidad sería muy distinta y para nada bonita. Nosotres decidimos seguir invirtiendo en este proyecto, de nuestro bolsillo, porque apostamos a hacer seguir funcionando la cadena de valor, aunque sea a duras penas y con cosas chiquitas como dar trabajo a una imprenta, a un diseñadore, a une gestorx, etc..

_Es LA gran pregunta que se abre a partir de la pandemia, y no atraviesa sólo a la movida independiente, aunque claro que somos los que menos espalda financiera tenemos para bancar la cosa. Una mirada rápida te dice que vamos a tocar para menos gente y por lo tanto los costos de producción se van a tener que trasladar a menos personas, así que vamos a tener que ser muy creativos para enriquecer y sumar valor a nuestras propuestas, para generar el interés suficiente en el público y que diga “Sí, voy a pagar 700, 1000, 1200 una entrada”. Y a la vez tendremos que ver con qué privados tejer alianzas. Por alguna extraña razón cuando hablamos de cultura en Rosario parece que las empresas, marcas y empresarios no se sintieran tocados, no entraran en la ecuación o qué… y es algo que no termino de entender. Ja! Si te fijás bien, en Córdoba y Mendoza sí pasa, ni hablar de Buenos Aires. Yo creo que falta tener conversaciones serias y que elles tb se enteren y/o terminen de entender lo que la industria cultural tiene para ofrecer. Esta es una deuda previa al Covid eh, sólo que ahora en medio de la emergencia es más evidente. Es como cuando dejaste estar tu bici ahí oxidándose bajo la lluvia, tiene las gomas desinfladas y de repente es tu único medio para ir al laburo. Hubiera estado bueno que la bici estuviera en condiciones desde antes, visssteessss. En fin, creo que la postpandemia no sólo nos va a poner a trabajar muchísimo más, sino que más de une se va a tener que aguantar las ganas si las condiciones no son buenas, si los números no dan, etc.. Es un garrón, sí, pero a mi en lo personal me parece que la forma de avanzar. Tendremos que movernos con cautela hasta que el panorama esté más claro, sobre todo para no exponernos a situaciones indeseadas, tanto desde lo performático como desde lo económico. Será un buen momento para guardarse y crear, y ver cómo generar una demanda sostenida de lo que hacés. 

_Mirá, creo que la peor película ya nos la imaginamos todes, las peores visiones ya las tenemos. Por eso voy a tratar de rescatar posibilidades, viendo el vaso medio lleno. En un principio creo que puede traer algunas cosas buenas en cuanto a elevar la calidad de las propuestas. Ojo que elevar la calidad no tiene que ver proporcionalmente con la guita. Cuántas veces las limitaciones funcionan como desencadenante de grandes ideas, no? Creo que también vamos a ver más solidaridad y puede que haya más sensibilidad en el aire. Ayer me enteré que se triplicó la venta de guitarras y teclados a nivel global, quizás haya más gente receptiva después de esto, intentando conectar con otra cosa más sutil. Ojalá que sí. Y no es joda lo que puede hacer la sola presencia de un instrumento musical en una casa, el efecto de eso lo vamos a ver de acá a varios años. Igual el capitalismo es experto en hacernos mierda los sueños así que mejor no me entusiasmo tanto.
Después, pienso que si la administración pública acompaña con protocolos razonables, puede haber una pequeña primavera local (nacional) de artistas, festivales, y colectivos de escala chica. Digamos que es la oportunidad de los recis de cercanía frente a los hiperfestivales. Pero para aprovechar esa oportunidad hay que activar YA, porque si no, no va a pasar nada y de acá a unos años vamos a estar lamentándonos por no haber aprovechado el momento.


Juan Ibarlucía – Músico en Pommez Internacional, productor y director en Territorio, organización dedicada a la creación, formación e investigación musical/sonora.

_En términos colectivos, creo que fue un año profundamente destructivo.
No solamente desde la perspectiva de las vidas perdidas a causa de la peste, si no a partir del gigantesco estado de excepción dispuesto a nivel global. Estado de excepción que, creo, viene para quedarse por un tiempo mediano. A falta de un auténtico re planteo sobre nuestras formas de convivir y de construir lo común, somos testigos de una desintegración multi-nivel del tejido social, a la medida de burocracias y sectores de la nueva realeza tecnocrática.  Veo semillas de interés, pequeñas líneas y puntos de fuga que se van desenvolviendo a su propio ritmo. Pero en términos generales y, te diría, híper locales, veo esencialmente destrucción y desidia. Creo que el 2020 fue un año que reveló el profundo alcance de nuestra desidia. Pero como dice la leyenda, si la noche es siempre más oscura antes del amanecer, es posible que aún tenga que anochecer antes de que aclare.
En términos personales, y es extraño sentirse así, fue un año hermoso. Territorio creció a pasos agigantados y pobló mi vida, publiqué muchísimas música y escritos que resonaron y fundamentalmente, nació mi primer hijo León, hoy un bebé sano y hermoso de tres meses de vida. El embarazo de mi pareja fue, además, precioso y estable. La verdad es que vivo un momento muy afortunado por el cual estoy agradecido. En toda esta niebla y en estos tiempos tan inciertos y angustiosos, haber tenido salud, trabajo y poder comenzar mi familia… es más de lo que uno podría pedir.

_La escena independiente sufrió este año un trauma del cual no va a recuperarse en ningún momento cercano. La espantosa postergación que sufrió la cultura en este contexto vino a ser el detonante final de un proceso largo de precarización. Cada vez son menos los artistas que pueden hacer de su vocación una profesión y si bien eso es un problema multi causal, sin dudas es un elemento importante el escaso valor de las entradas en la escena y la actual configuración económica de plataformas digitales. La pandemia, y esto lo vi de primera mano en amigxs, fue la última causa que necesitaban muchos sobrevivientes de la independencia para ya definitivamente abandonar sus vocaciones y dedicarse a tareas más gratas materialmente. Por otro lado, creo también que la peste habilitó camino para que algunas formas de entender las artes y las infraestructuras culturales tuvieran más llegada y resonancia. Creo que había ideas que hace un año caían en oídos sordos y que hoy son valoradas de otra forma. Esas ideas y prácticas, espero, sean la base para la escena que viene. Pero no lo sabemos, todo está por verse y las noticias que van llegando de Europa sobre una segunda cepa/ola son realmente preocupantes. Lo que estoy seguro es que la escena no se va a salvar por shows en Streaming y conciertos en autocines. Si 10 meses después del parate eso es lo mejor que tenemos, realmente tenemos que esforzarnos más.

_La nueva normalidad va a ser un estado de excepción prolongado que va a alternar entre momentos de confinamiento y des-confinamiento. Hasta que aparezca una vacuna final o, al menos, hasta que decidamos colectivamente tener otro tipo de relación con la posibilidad de muerte. Las culturas habitan momentos de paz plena y momentos donde la posibilidad de muerte es cercana. Creo que parte de lo que está en crisis con la peste es la ilusión de prolongación indefinida que la segunda mitad del siglo XX trajo consigo. Un jaque directo al concepto de tercera edad contemporáneo y, también a los procesos de híper urbanización altamente concentrada. Creo que más allá de lo que ocurra con el virus en si, lo principal es animarnos a tener esa discusión, porque un debate sobre la muerte es necesariamente también un debate sobre la vida. ¿Es lo mismo una existencia que una vida? ¿En que consiste una vida plena? ¿Que elementos tiene? ¿Que cosas son in negociables, aunque signifiquen riesgo? ¿Que cosas accesorias? . El tiempo que sigue va a ser un momento fértil para nuevas ideas. Los grandes traumas suelen esconder la semilla de lo próximo, así que me imagino años turbulentos, desconocidos.


Claudio Kobelt – Periodista, agente de prensa y gestor cultural.

_En lo estrictamente personal fue devastador. Me derribó de varias formas, me pasó por encima y sé que no fui el único. Un año para olvidar pero que será difícil de hacerlo por todo lo perdido.
Lo positivo, que debo destacar porque fue de un valor gigante, fueron ciertas ediciones y producciones discográficas que realmente fueron una luz invaluable en los momentos de mayor oscuridad. Los discos de Ele Mariani, Deportivo Alemán, Sur.i.name, Agustina Bécares, Barbara Gilles, y Salas Velatorias -por mencionar algunos- me dieron fuerza, alegría, emoción, ganas…cosas que consideraba perdidas. Sentí el poder e influencia de la música independiente, la curiosidad de seguir buscando cosas nuevas, de compartirlas, eso fue lo mejor que me pasó este año, lo único bueno. Que sigan saliendo grupos y discos con búsqueda, autogestión y sensibilidad, eso es hermoso, contagioso. Gracias a les artistes por ese tesoro invaluable.

_El panorama es muy oscuro, pero creo que podemos salir, porque tenemos lo necesario. Creo que más que nunca la autogestión es la única salida posible. Que nos juntemos todos los actores a plantear y pensar que vamos a hacer entre todes.
Grupos, sellos, medios, periodistas, managers, prensas, espacios, gestores culturales, organismos, público…Pensar una alternativa integral y colectiva.
Habilitar espacios públicos, dar salas grandes para artistas de menor convocatoria, pelear por subsidios y apoyos, shows en eventos públicos que banquen gastos, uniones con ferias de fanzines y de emprendedores, producciones conjuntas entre diversos sellos y múltiples artistas, difusión en medios masivos… Hay mucho que se podría hacer, pero necesitamos de todos más que nunca, unirnos a pesar de las diferencias porque en esta lo que nos une es mucho más fuerte que lo nos separa. Juntarnos todes y para todes. Incluyendo al público. Hay algo que siempre pensé y que hoy en esto debería ser más fuerte que nunca: El oyente de música independiente debe entender su rol de espectador activo. Que no le da lo mismo cualquier cosa que escucha, que elije sabiendo, que entiende que apoya cuando paga su entrada al reci, cuando compra un disco, cuando le paga un “Cafecito” a un artista, cuando comparte un disco que le gustó, cuando elije que escuchar…el público tiene que entender su rol en la escena independiente. Que más que nunca va a tener que activar para que lo que le gusta siga existiendo.

_Me cuesta imaginármelo. Pasó tanto. El tipo de shows de bandas nuevas en espacios reducidos que tanto me gustaba ir a ver no lo veo factible a la brevedad. O con unos protocolos que harán todo muy distinto. No logro imaginarlo. Solo espero que llegue. Que vuelva el pogo, cantar a los gritos abrazado a mis amigues, emocionarme por una canción de amor, estremecerme ante una distorsión. No sé cómo será, pero ahí es donde quiero estar.


Alejandro Lauphan – Músico y productor

_  Mi balance sobre el 2020 está lleno de sentimientos encontrados: A nivel social se hicieron mas profundas las fallas estructurales del sistema en el que vivimos.  La cultura estuvo más invisibilizada que nunca y eso se vio reflejado principalmente en la cantidad inmensa de actorxs de la cultura que se vieron en una situación de vulnerabilidad alarmante.Lo que sucedió a nivel ambiental me llena bronca y tristeza. El ecocidio que arrasó con los humedales mientras estábamos adentro de nuestras casa es inadmisible.  En cuanto a lo laboral seguí produciendo y editando música completamente atravesada por lo q sucedía a mi alrededor. Pará generar ingresos tuve que reinventarme como tantxs otrxs ya que se pararon los show, fiestas y lugares en donde trabajaba. Me dediqué completamente a la producción musical y la enseñanza mediante sistemas de videoconferencias como Zoom lo que me permitió seguir trabajando en contacto con muchxs artistas locales, pero también de otras provincias y países. Afortunadamente pude participar de algunos festivales y shows con formato de falso vivo que estuvieron bien como alternativa.  Antes de terminar el año tuve Covid y me pego muy duro así que también me tocó vivir en primera persona la fragilidad a la que podemos estar expuestos tanto nosotrxs como nuestrxs seres queridxs.
Ahora que el panorama empieza a mejorar un poco con el calorcito ojalá se reactive todo y podamos volver a trabajar con las medidas correspondientes . Sin lugar a dudas este fue un año que nos atravesó y transformó de algún modo a todxs. Por lo bueno, por lo malo pero por sobre todas las cosas por lo atípico.

_El panorama es complejo pero la cultura es más fuerte que cualquier crisis. Si el circuito de la cultura independiente ya venía maltrecho y sosteniéndose con mucho esfuerzo, creo que la llegada de la pandemia termino de acentuar y derrumbar todo lo que ya venía mal. A pesar de esto pienso que esta crisis puede ser una buena oportunidad para barajar y dar de nuevo. Sería muy importante trabajar en políticas para fortalecer la música local. Generar lugares, difusión e igualdad de condiciones para que la escena independiente se haga más fuerte y puedan germinar y desarrollarse tantos proyectos increíbles y variados que habitan este lugar.
Creo fuertemente que en el Litoral y puntualmente en Rosario hay un capital cultural muy poderoso que espera a ser conocido a nivel país. Sería muy bueno que tanto las políticas culturales como lxs grandes productores presten mas atención, acompañen y apuesten a lxs artistas locales del mismo modo que lo hacen con lxs artistas que llegan desde la capital hacia el interior bancados por grandes infraestructuras comunicativas.
Siento que algo que ayudaría mucho a la cultura independiente local también podría ser volverse un poco mas autocritica, empática, permeable y que comience a abrirse a los barrios para dejar de una vez por todas ese sectarismo céntrico de clase media que la asfixia y no la deja crecer más allá de 27 y Avellaneda.
La cultura es identidad, no privilegio. Trabajando en comunidad pienso que vamos a poder crecer y salir de esta fortalecidos.

_Todo lo que normaliza me aterra, cuando escucho la expresión nueva normalidad ya me hace ruido. Creo que si llegamos a estar así de jodidos como humanidad es porque la normalidad en la que veníamos no era tan piola como se plantea y si queremos realmente estar un poco mejor o al menos que las generaciones que vienen estén un poco mejor de lo que estamos nosotrxs creo que el camino es dejar de romantizar y normalizar ciertas cuestiones que solo nos llevan a vivir cada vez en una vida más hostil, en una sociedad cada vez más injusta e individualista y en un planeta completamente detonado.


Agustina Becares – Música

_Fue un año de reformular maneras de hacer. Por mi parte, lo empecé teniendo en mis manos un disco terminado y con las expectativas de hacer videos, presentarlo y salir a tocar. Todo eso ocurrió, pero en otros tiempos y formas. Lo de tocar fue lo más postergado. Entonces el balance no es negativo, creo que ante adversidades surgen otros pensamientos que terminan siendo muy positivos, que podés aprovechar de ahí en más esa forma de ver. Tampoco fue del todo positivo, pero ¿cuándo es así?

_Esto me parece que puede ser un nuevo punto de partida y de vista, con respecto al valor de lo que pagamos por un espectáculo.
Ya sea por la poca valoración que hay hacia lo que no es famoso y/o popular, y también hacia lo artístico en general, todo el trabajo que hay detrás de eso que vas a presenciar.
Si todo lo que consumimos y pagamos está determinado por la inflación etc, ¿por qué esa indiferencia hacia la cultura?
Quizás también sería bueno una mayor auto valoración de lo que hacemos.

_Por un lado me imagino que nos adaptaremos, como ha venido pasando, algunxs más que otrxs. Pero también veo que ya está todo bastante parecido a la antigua normalidad.
Con respecto a recitales, etc, me imagino un control de cantidad de personas asistiendo y eso seguramente modifique un poco o bastante la experiencia.
Pero en mi caso, la mayoría de recitales en los que he participado, o de proyectos a los que voy a escuchar, no son de atraer multitudes, así que no será una gran diferencia, je.


Juan Manuel Robles – Músico en Gay Gay Guys, Los Robles y Penny Peligro.

_Imposible balancearse en una cuerda tan floja. Por lo menos tanto encierro sirvió para que se escriban y se graben muchas canciones nuevas en la ciudad. Salieron tremendos discazos, mi favorito es el EP de Denita sin lugar a dudas, pero también los de Barfeye, del Glady (Gladyson Panther), de Torneo de Verano, de Bubis Vayins, de Aguas Tónicas, el Facu Fontana, ahora salen el de Zona Sur y el primero de Jayless Machine of Jay, el de Puesto en Marte, que todavía no lo escuché pero seguro está buenísimo, y así. Me olvido de mil.

_Hay que tocar en todos lados, todas las veces posibles cobrando la entrada siempre al mismo precio. Quizás la gente se asusta los primeros tres recitales y no va, pero a partir del cuarto que cobrás lo mismo eso ya pasa a ser una realidad, una categoría a la cual la gente se acostumbra.  Y ahí empiezan a pagar lo que vale un recital del calibre de los recitales que damos las bandas “under” de Rosario. Es un laburo de conducta colectiva que viene proponiendo y poniendo en práctica Pablo Comas, por ejemplo. Hay que ver si se da.

_Creo que si un aprendizaje dejó este año es el de abandonar la fe en todo tipo de vaticinio y de especulación previsora sobre el futuro. Nosotros como músicos tenemos que salir a hacer con todas las ganas contenidas lo que nos aguantamos todo este encierro. Ojalá la gente también busque sublimar todo ese miedo y esa energía comprimida a través de la música y del ritual de los recitales en vivo. Volver al contacto, en todo sentido de la palabra, va a ser traumático para algunos y liberador para otros, pero en cualquier caso los recitales van a cumplir el rol de siempre: subversión de la realidad cotidiana y liberación de las imposiciones sociales. Desde ese papel la música le puede exorcizar mucho dolor a la gente.


Bárbara Jack – Periodista, gestora cultural.

_Creo que el 2020 hizo que se visibilicen varias problemáticas en la escena. Sólo para mencionar algunas de ellas: falta de una estructura sólida que haga que lxs artistas, técnicos, managers, prensas, etc. tengan un trabajo pago por fuera de los shows; una pérdida importante de medios para que las bandas/artistas puedan promocionar su arte; poca rentabilidad de los shows por streaming. Estoy convencida que para formar nuevas estructuras, las viejas tienen que caer, pero podría haber sido menos fuerte el golpe. Como positivo, me parece que se desarrollaron nuevos formatos como por ejemplo el mediometraje que me parece muy interesante y que aporta un valor al que lo está viendo ya que se cuenta una historia, te metes en lo que está ocurriendo y si los recursos de audiovisuales son bien utilizados, sentís. Cosa muy distinta me pasa con los falsos vivos, es un gusto personal, y, por sobre todo, entiendo la necesidad de poner un parche y generar ingresos. Otra cosa que pienso que es preocupante, es la poca cantidad de dinero que entra por parte de las plataformas. Creo que ahí hay algo para resolver, la distribución debería ser distinta y más a favor del artista. Con respecto a los medios, creo que fue un gran desafío poder adaptarse, como por ejemplo, hacer radio en casa. En donde se pierde un poco el espíritu de la presencialidad y que la onda fluya. Lo que rescato de positivo es las ganas y el profesionalismo de lxs que quisieron seguir adelante a pesar de esto.

_Como mencionaba anteriormente, creo que la movida independiente NECESITA una nueva estructura y creo que en esa nueva estructura lxs consumidores, fanáticos, seguidores, amantes de las bandas/medios/artistas van a tener que ser parte y aportar porque todxs son de esa estructura. También creo que se enfrenta a una realidad muy fuerte como lo que ocurrió en Córdoba, provincia en la que no están permitidos eventos culturales hasta marzo. Creo que una idea puede ser la de generar comunidades que aporten mensualmente a las bandas/medios/artistas. También creo que la salida es colectiva y que se tienen que formar nuevos equipos de trabajo para repensar y armar esta estructura que digo. Celebro mucho la formación de asociaciones como la de prensas y managers. Siento que es por ahí.

_En la nueva normalidad me imagino una nueva forma de hacer música. Creo que estamos un poco más preparados sobre qué formatos se podrían hacer si nos vuelven a encerrar el año que viene. Por más de que en el verano muchxs artistas claramente apuntarán a tocar en vivo, creo que se va a poner interesante la convivencia de distintos formatos y formas de generar arte. Siendo positiva, esto también traería, más trabajo para todxs. El desafío es hacerlos rentables y que el público se cope. Hay mucho para hacer y me fascina pensar en ser parte del cambio.  


Vico Soul – Música en Rosedal y DJ

_Creo que la pandemia y todo lo que concierne a ella, hizo que este sea un año que nos devastó en muchos sentidos, individual y socialmente. Nos dejó muy vulnerables, distanciadxs, un poco apagadxs y dañó mucho nuestra salud mental. Esto se vio reflejado en las subculturas que siempre se encuentran esquivando los azotes de las culturas dominantes. Claramente la virtualidad parecía ser como una especie de trinchera y de resistencia, pienso en los Streamigs y Lives, etc. Pero eso en un punto se agotó cayó por su propio peso. Personalmente, me aburre muchísimo el vivir mirando una pantalla, que esa sea la única forma de comunicación me deprime, y creo que eso nos pasa un poco a todxs quienes nos encontramos en ciertos sectores “contraculturales” por lo menos en Rosario. Creo que el no caer en la trampa de “la virtualidad como reemplazante de los sucesos de realidad social”, y de lo que realmente nos une, fue el desafío. En cuanto vamos pudiendo encontrarnos de nuevo, aunque sea un poco, más temprano que tarde, aquí estamos.

_La movida cultural independiente enfrenta un panorama de crisis económica y social. Llevará tiempo y un gran énfasis en la necesidad de unión para sostenernos y apoyarnos. Creo que en Rosario rápidamente se capta ese mensaje y se pone en acción. Por ejemplo cómo activaron distintos colectivos culturales, o los bares que siempre se tienen que enfrentar al absurdo uso de poder de la Muni contra ellos, que son quienes nos brindan sus espacios para expresarnos culturalmente, apoyando siempre la movida under,. Me parece que va por ahí.

_No sé si existe o si imagino tal cosa a lo que hace referencia al concepto de nueva normalidad. Sinceramente, me encuentro un poco mareada con todo eso. Lo que sí creo es que tendremos que afrontar un largo periodo de crisis económica y social. Más que de “nueva normalidad” yo hablaría de “crisis.”


Leonela Esteve  – Periodista

_El 2020 fue un año plagado de desafíos y de incertidumbre. Paradójicamente, la cuarentena hizo que muchas personas se volcaran a los contenidos online, pero el aumento del público no se tradujo en mejores condiciones laborales para casi nadie. Como en cualquier crisis, se hicieron aún más visibles las desigualdades y, en el periodismo, un área bastante golpeada desde hace tiempo, los proyectos autogestivos e independientes fueron lo más golpeados. Como aspecto positivo, puedo rescatar que el parate obligatorio nos forzó a buscar nuevas formas de distraernos y de ser creativos y creo que esas nuevas ideas pueden representar un cambio positivo en los tiempos que se vienen.

_Como siempre, creo que la salida va a ser la autogestión y el trabajo colectivo. Rosario perdió muchos lugares esenciales para la cultura independiente y esa falta va a ser difícil de suplir. Espero que el Estado brinde el apoyo necesario y, si no lo hace, que podamos pelear por defender el derecho a la cultura. Desde mi lugar de periodista y de público, creo que tenemos que asumir las responsabilidades que nos competen y apoyar los proyectos culturales que queremos. La cuarentena sin arte hubiera sido aún más horrorosa de lo que fue y no podemos olvidarnos de eso.

_Creo que va a ser difícil. No sé si tenemos una dimensión real de las consecuencias de esta crisis. En los momentos de zozobra, el ventajismo, los privilegios y las desigualdades se encrudecen y la mejor herramienta para hacerles frente es ser conscientes de eso. Hemos pasado muchas crisis haciendo uso de nuestro ingenio y nuestras ganas de salir adelante. Espero que podamos recurrir a eso una vez más para apoyar nuestra cultura.


Santiago Segura – Periodista

_Supongo que mi balance no será demasiado original ni distinto del resto. Si nos referimos a la producción de música nueva, hubo buenos lanzamientos como siempre, y músicxs que aprovecharon la pandemia para grabar. La imposibilidad de que haya shows en vivo fue una pena. como público y por las consecuencias económicas que genera en una escena de por sí atomizada y pequeña, pero no quedaba otra alternativa (el Streaming es más una colaboración ante la coyuntura que una apuesta atractiva para continuar post covid). Por lo demás, fue un año espantoso marcado por el miedo y las pérdidas: de Bléfari a Maradona nos la pasamos llorando, eso sin incluir el drama social, la estupidez estruendosa de buena parte de la población con la que no queda otra opción que convivir aunque dé miedo, el asqueroso tratamiento de la pandemia que hizo el 99% de los medios, etcétera.

_El panorama es complicado, y como público y difusor habrá que apoyar en todo lo que se pueda proyectos que trabajen a pulmón para ayudar a mantenerlos de pie, en especial a la vista de un posible rebrote que nos mande de nuevo al encierro casi total. Veníamos mal desde antes, de cuatro años de destrucción del sector cultural (entre otros). Es un momento para trabajar colectivamente. En realidad siempre es ese momento, debería ser la norma pero no sucede a menudo y así estamos: la única salida es colectiva.

_Espero que venga esa nueva normalidad y no lo que digo arriba… si nos referimos, por caso, a la vuelta de los shows, ya presencié los que pude en este pequeño retorno que se dio en varias ciudades del país desde el fin del ASPO. Hay que cuidarse y cumplir los protocolos necesarios, no debería ser un asunto difícil aunque haya quienes lo hacen difícil. La sensación de reencuentro fue (e imagino seguirá siendo) extraña: músicxs felices por volver a escena, público con un fervor similar (pero a la vez ocupando solo el 30 % de las localidades disponibles). Es raro y es lo que hay, no sabemos si se volverá al mundo anterior ni cuándo. De alguna manera no es un problema de dimensiones para las producciones independientes, porque en su mayoría cierran con los números de protocolo actuales y no convocan el tipo de multitudes que hoy están canceladas. Es una paradoja, pero en el peor momento del mundo, las bandas que sí podrían tocar son las que más nos gustan, porque en comparación con lo mainstream su convocatoria es escueta. A seguir poniéndole el pecho con música, es lo que hay.


María Eugenia Freire – Música en Bubis Vayins.

_Me resulta imposible no poner de relieve las enormes dificultades que atravesamos este año, no sólo les artistas, si no todes como sociedad, como humanidad. Al principio de la pandemia pensamos ingenuamente que podríamos salir de ella más solidaries, más comprometides, pero la verdad es que salimos aún más desiguales que antes y eso hay que pensarlo, reflexionarlo, y ver cómo vamos a hacer para revertirlo. En el ámbito de la cultura y la música rosarina se notó enseguida la precariedad en la que estamos, no sólo les musiques, sino espacios culturales, técniques, productores, etc.

_Es así, antes ya estábamos atravesando una fragilidad extrema gracias a la nefasta era macrista y esta pandemia fue el golpe de gracia. Creo que tanto el Estado en todos sus niveles como los actores que hacemos la escena cultural rosarina vamos a tener que replantearnos varias cuestiones en las maneras de funcionar.
Principalmente el municipio, que es la instancia estatal más próxima, tiene que dejar de perseguir a los espacios culturales con temas administrativos, multas ridículas y clausuras, y sacar una nueva legislación que fomente y proteja su actividad, para que eso redunde en una escena artística más efervescente y también, por qué no, en una nocturnidad menos peligrosa.
Rosario quiere ser una ciudad turística hace muchísimo tiempo, y tal vez una buena idea sería pensar una ciudad que sea un polo de atracción cultural para el resto del país, dejar de mirar tanto a Buenos Aires y empezar a hacer más la nuestra, darle cabida real a la enorme variedad de propuestas que surgen todo el tiempo acá, creérnosla un poco más, en definitiva. Dejar de esperar que Capital se vuelva federal y empezar a hacerlo nosotres mismes.
Y también creo que el público tiene que entender que el arte es trabajo, es oficio, y que pagar una entrada a un recital no es más que reconocer ese trabajo. Durante el aislamiento este año todes consumimos arte y cultura a través de las plataformas digitales, pero ¿cuánto de esas recaudaciones llega a los pequeñxs y medianxs artistas? Literalmente, nada.
Hay que hacer un cambio cualitativo y ojalá todes estemos a la altura de las circunstancias.

_Imagino un período de disputas más que nada. Vamos a tener que politizarnos, estar alertas y discutiendo a full qué queremos para el futuro, dónde necesitamos que se pongan recursos, cómo se reparte la torta, defendiendo lo nuestro y también generando discusiones en lo artístico, lo estético, apuntando a la excelencia, a la identidad propia y a comernos el mundo desde nuestro pequeño lugar. Con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad, diría nuestro amigo Gramsci 🙂


Emilia Pacheco – Locutora

_Como balance creo que fue un año plagado de incertidumbres donde la cultura en el amplio sentido de la palabra, si bien fue esencial para nosotres, no obtuvo lamentablemente su merecido reconocimiento. ¿Cuántos de nosotres acaso nos valimos de ella para sobrellevar de una manera más amena el ASPO? Fue un año donde, lamentablemente, tuvieron que cerrar varios espacios culturales y bares, algunos que no venían atravesando precisamente su mejor momento y que la pandemia los terminó de liquidar tapandolos de deudas que ya se tornaban insostenibles. Sólo por nombrar algunos ahora recuerdo por ejemplo a La Bartolina o a OUI, entre otres.

_El panorama sin lugar a dudas es muy crítico y desde ya que nos va a llevar un tiempo bastante largo reponernos pero prefiero destacar cómo se fueron manejando los diferentes espacios y bandas que realmente a contrarreloj supieron reinventarse de múltiples maneras para seguir llegando a la gente de algún modo u otro. Claro ejemplo de ello fue Distrito 7, citando a un lugar local, que mediante su Club de Socies y las transmisiones vía streaming (de envidiable calidad) supieron patear el tablero y aventurarse a estos nuevos modos.
Si hay algo que no me parece acertado para promover, son especialmente algunos términos como: “Gorra virtual” para “colaborar” en un evento. O, ya sea a nivel nacional, por ejemplo, el término que le asignaron a las “ayudas” otorgadas a les trabajadores de la cultura mediante las becas del mal llamado plan “Sostener Cultura” del Fondo Nacional de las Artes. Esto evidencia a las claras, cual es el rol que nos dejan ocupar y cómo nos ven. Estamos de acuerdo que se pasa la gorra para mendigar y sostenemos algo que evidentemente se está por caer ¿no? Entonces… ¿qué mensaje nos están tratando de dar? Desde ya que los planes de fomento, las becas y los subsidios siempre fueron y serán de gran ayuda pero creo que hay que empezar desde la comunicación para que esté todo realmente integrado y no sintamos que lo que se nos da son solo respuestas provisorias para emparchar momentáneamente este tipo de problemáticas.
Las bandas por su parte, tanto locales como nacionales, optaron por apuntar a la venta del merch online. Una alternativa válida ante la nula posibilidad de contar con los shows en vivo y con público. Los objetos que antes conseguíamos en las ferias, ahora se valen de los linktrees en sus respectivas cuentas oficiales para poder llegar a nosotres.
Los precios actuales de las entradas en el ámbito privado están excesivamente elevados. No sabría decir si es para poder recuperar en cierta forma lo que se perdió durante el parate o porque como todo se retoma en diciembre, algunes están especulando con el famoso mes del aguinaldo (que no todes por cierto cobran) ¿Cuál es la vara que actualmente mide los costos? Me encantaría tener la respuesta pero por ahora no la tengo. Una vez más, nos damos cuenta que los precios relativamente accesibles siguen siendo los de los eventos autogestionados donde quienes los llevan adelante se ponen en el lugar del otre sin especular ni querer sacar ventaja de una situación que es realmente desfavorable para muches.

_Lo imagino raro, distinto y restrictivo, al menos en esta primera etapa de esta “nueva normalidad”. Lo que espero que cambie es esa visión errónea de que un evento solo es lo que se ve arriba de un escenario. No se repara en que existe: un equipo de producción, una técnica, la prensa y demás aristas que conforman las partes de un todo. Es decir, todo lo que implica llevar adelante un evento, un show, una muestra, etc.
Esta nueva normalidad podrá parecerse paulatinamente a la anterior pero creo que nunca volverá a ser lo que era. Ojalá tomemos conciencia de lo importante que es la cultura y entendamos que es un patrimonio que debemos cuidar en el día a día. Que entendamos que somos en parte responsables de que esto suceda siempre cuando contemplemos a todes quienes forman parte de ella y podamos reconocerles como lo que realmente son: esenciales con o sin pandemia.


Julieta Heredia – Periodista, música en Fin del mundo, Boedo y Penny Peligro.

_Como integrante de una banda nueva y autogestiva, este fue un año muy interesante. Desde marzo no pudimos tocar en vivo y tampoco incursionamos en el Streaming, más allá de una participación muy breve en un festival virtual. Pero aprovechamos este tiempo para centrarnos en otras actividades: preparar gacetillas, mantener las redes actualizadas, editar videos con materiales que ya teníamos filmados, armar maquetas de canciones nuevas y recaudar fondos para seguir grabando.
Esto nos salvó del aburrimiento en los primeros meses, siguiendo la curva ascendente de reproducciones del disco en plataformas digitales para distraernos un poco de la pandemia. Por eso en nuestro caso hacemos un balance positivo, especialmente porque el año pasado no nos conocía nadie y recién en abril de 2020 empezó todo con la salida del EP.

_Creo que esta situación aumenta la brecha entre las bandas que tienen más recursos y pudieron internarse en un estudio a grabar, por ejemplo, y otras que no pudieron hacerlo por no tener los ingresos de recitales. También pasa con el acceso a los shows en vivo, para pocos artistas más reconocidos y menos por descubrir.
Para volver al ruedo supongo que tendremos que ver más formas de cooperación entre bandas, sellos, centros culturales, medios. En nuestro caso, gracias a Anomalía tuvimos una buena difusión y llegamos a varios países donde ya escuchaban a otras bandas del sello, que en realidad es un colectivo de músicos donde cada uno aporta y comparte su experiencia.

_Espero que no sea con sillas y distancia en recitales para siempre, que después de las vacunas podamos volver a algo parecido a lo que vivimos antes de 2020 aunque con mejor ventilación (?) como pasó post-Cromañón con las cuestiones de seguridad. También espero que las bandas de rock sigan teniendo espacios y que no se vuelva todo acústico y solista como vemos en muchos festivales, que no desaparezcan las baterías y el ruido.


Fernando Graneros – Integrante del sello Fuego Amigo Discos

_Primeramente, estamos muy contentos de haber llegado a éste fin de año, haber sobrevivido, literal y fundamentalmente vivxs y en acción, como para poner en dimensión cualquier otro logro, mérito, desilusión o frustración artística que conlleve cualquier balance que hagamos.  Fue un año agotador, incierto, difícil, exigente, oscuro también y nos obligó a apelar a nuestro mejor esfuerzo, a ocurrencias, alternativas, a otra inquietudes pero sobre todo a lo más humano y sensible de nuestra tarea. A un año de distanciamiento, individualismo y soledades le impusimos acercamientos, los vínculos, las alianzas, el “optimismo de la voluntad” como decía Gramsci. Y si bien estamos agotados, cerramos el año muy conformes con lo que hicimos, conformes con lo que nos pasó ése 2020 y conformes con que lo a partir de ahora aventuramos que nos puede pasar el año próximo.

_El panorama, la visión de futuro seguramente sea distinta para quienes lo vivieron como un parate y para quienes buscaron las alternativas para seguir en acción con ingenio y esfuerzo. Ver el desarrollo del/la artista, de su mensaje sobre todo, como algo integral, trascendiendo la situación de tocar / no tocar, superando el eventismo, la dinámica de lo presencial y ese ritmo delineado por “el negocio de la música”, fue fundamental éste año pandémico. La escena independiente que se haya potenciado en herramientas, esfuerzos, vínculos, variantes e ideas, seguramente tienda a mejorar su acción el 2021 a fuerza del arduo ritmo para ejercer su arte el 2020. Desde el punto de visto colectivo, la reorganización es obligada y el momento amerita abandonar mezquindades, comodidades e individualismos de todxs lxs involucradxs (artistas, salas, boliches, productorxs, sellos, medios, periodistas y quien se involucre), para sostener y enfrentar lo que vendrá a favor del arte sobre la economía o cualquier otra variable.

_Lo imaginamos como un período tan incierto como el que estamos abandonando, lo encararemos siendo lo más analíticos que podamos, pero sin omitir brillante impulso de la acción, la ventaja de no ceder espacio ni regalar nuestro esfuerzo, con el respaldo de haber aprendido de aciertos y errores del 2020, con la esperanza de que todo mejore para todxs.


Jorge Capriotti  – Músico en Aguas Tónicas, Cromattista y Los celos digitales, integrante del sello Discos del Saladillo (DDS).

_Sería un lugar común hablar del arrasamiento cultural fruto de la pandemia, la crisis económica y el propio perfil cultural que se propone desde lo estatal y el público mismo, pero para DDS este fue un año de todo eso y otros desencuentros. En tiempos de hegemonía estética Discos del Saladillo fue un espacio de mezcla e intercambio que lo hacía tan interesante como ecléctico para desarrollar. Después de haber gestionado de manera participativa y alternando el protagonismo, fechas, discos, videos, fanzines o simples asados llegamos a un impasse donde se resolvió la interrupción del trabajo editorial, que sin un plan definido (hay que decirlo) veníamos llevando a cabo.

_Todas las construcciones son predicciones. Todas las predicciones son equivocadas en mayor o menor medida. Esta situación de crisis en el hacer sacude nuestros modos pero al mismo tiempo nos libera para buscar otras colaboraciones y camaradas musicales.

_ El tiempo dirá.


Jacqui Casais – Escritora, poeta y música.

_Es un año muy difícil para lxs artistas. No todes pudimos reinventar una manera de acercarnos al público y de ensayar por cuestiones económicas y de estados emocionales.
En el verano pre pandemia hice varias cosas, toqué como DJ en un ciclo que generé “Club de soles” , con mí banda en el verano tocamos una o dos veces en fechas como invitades. Mí ciclo de poesía Ojo de Loca, en verano 2020 anduvo muy bien. una vez comenzada la pandemia ya no volví a tocar ni a hacer lecturas, más que algunas lecturas por IG live.
Estrené  en YouTube”Hacía el poema” un ciclo de entrevistas a poetas que filmé en 2019.
Mí principal ingreso nunca fue la música, vivo de la docencia.
Me dedique a componer, a sacar un disco solista (Prospecto adjunto) que venía postergando,  a promocionar mí nuevo libro, como editora edité dos antologías de mí taller de poesía para Piloto de tormenta y estoy haciendo un vídeo clip con un corte del disco. Tanto el libro como el disco tuvieron buena recepción y críticas así que me quedo con eso.

_Ya antes de la pandemia era muy difícil principalmente en los últimos dos años. Yo no tengo idea de que va a pasar, me parece temprano pensar en eso porque recién están volviendo algunos shows de gente con más visibilidad, que cuentan con otra organización.
Me imagino que será parecido a poscromañon mega festivales al aire libre y esas movidas. Por suerte algunas ferias de libro en la calle ya están volviendo y seguro algo inventemos… qué sé yo ni idea…

_No puedo imaginarme nada, creo que puede pasar cualquier cosa. Espero que el Estado le haga pagar la crisis a las grandes empresas y a los ricos. Con respecto al arte no quiero andar corriendo para adaptarme a nada para mostrar lo que hago, voy a seguir haciendo a mí ritmo como puedo y como me salga esperando que las ganas, y todo lo que produce a las ganas, me sigan acompañando.


Srta Trueno Negro – Música

_A nivel personal fue un año extraño pero con experiencias vividas súper interesantes. Sin embargo creo que a nivel general es la explosión de una gran crisis que arrastra la humanidad hace varios años.

_La movida independiente, así como la cultura independiente en general enfrenta un panorama fatal. No sólo porque las restricciones y obstaculizaciones para poder tocar en vivo son extremas, dejándonos sin opciones para hacer nuestro trabajo, sino que además la virtualización de la música a todo nivel, ahora hasta para hacer el show “en vivo”, empeora la ya existente represión hacia los artistas, ya que la mayor parte de las ganancias que nosotros producimos se las quedan las plataformas digitales como google, spotify, y demás. Obviamente creo que es una cuestión de control sobre cualquier manifestación cultural que pueda alterar el orden establecido de las cosas. Y consecuencia de esto lo que se busca es reordenar así cualquier tipo de difusión cultural. Yo personalmente no estoy a favor de este modo de reordenamiento ya que no beneficia sino que sofoca aún más la producción y el trabajo en cualquier manifestación artística. Creo que no hay que aceptar esta situación de control cultural extremo y reordenarnos intentando derribar este tipo de manejos que nos perjudican.

_Bueno según los indicios que nos están dando, la nueva normalidad no va a ser más que la vieja normalidad pero con el doble de control sobre las personas y opresión . ¡Espero equivocarme!


Adrián Trapinsky, factótum del sello Surfer Rosas

_Super positivo si nos planteamos que fue uno de los peores sino el peor año que nos toco transitar como productores, donde prácticamente no tuvimos shows presenciales. Así y todo pudimos desarrollar la segunda
mitad del año como sello y editar mas de media docena de simples, algunos video clips, también realizamos nuestro programa de TV que fue algo que siempre tuvimos ganas y nos mantuvo vivos en este periodo de inactividad de shows. Terminamos el año mejor de lo que se planteaba desde un principio.

_Es un poco una incógnita. Creo que era fundamental seguir presentes trabajando mas allá que la imposibilidad de algunas cosas por la pandemia. Para poder cosechar algo en el 2021, tomamos esa decisión como sello y productores el no parar este 2020 para que el 2021 no este tan difícil. Para un proyecto independiente siempre es muy costoso todo cualquier movimiento que hagamos, creo que si la pandemia no une a todas las masas independientes no se que lo va hacer. La salida a nuestro entender debe ser colectiva. Aunque es un ambiente super egoísta, seguimos creyendo y apostando a unir fuerzas.

_La verdad estamos esperanzados, si bien sabemos que al reabrirse todo lxs primeros en ser favorecidxs son artitas mainstream, siempre estamos buscando nuestro lugar sin pensar mucho lo que hay al los costados.
Somos nuestro camino y eso depende de nosotrxs.


 Mercedes Ianniello – Música, integrante del Colectivo Mujeres Músicas Rosario

_Obviamente este año no es un año más.Nos tocó ser protagonistas de una pandemia de escala mundial y de algún modo esa sensación de que todes en el planeta estábamos pasando por lo mismo me resulta muy fuerte, quizás aún no tomamos dimensión de eso. Yo creo que el 2020 es el año en el que entendimos qué es la incertidumbre porque convivimos con ella. Vimos que todo lo que se planea puede esfumarse en un minuto pero también puede permitirnos re-inventarnos. Este año en nuestra ciudad quienes estamos vinculados a la cultura de múltiples maneras quedamos girando en falso. Una de las palabras que más sonó fue esencial. Fuimos viendo quiénes iban volviendo a la actividad según si era esencial o no. Por supuesto que el shopping abrió sus puertas antes que el teatro o el espacio cultural, dato deprimente pero que deja a las claras la lógica del sistema en el que vivimos. Y como se vino diciendo durante todo el año quedó al desnudo el nivel de precarización del sector de lxs trabajadores de la cultura, aunque tampoco es algo que empezó con la pandemia pues muchas cosas no estaban bien desde antes. Hubo cantidad de organizaciones, colectivos y agrupaciones( algunas formadas como consecuencia de la pandemia) que hicieron reclamos en una situación clara de emergencia cultural. Otra cuestión que quedó visible tiene que ver con las tareas de cuidado: siguen estando mayormente a cargo de las mujeres. Sumémosle a eso el homeschooling y claramente a nosotras se nos hizo doblemente complicado transitar esta realidad y poder seguir desarrollando proyectos artísticos.Además es el año en el que vivimos con mucha tristeza la muerte de la inmensa Rosario Bléfari, una artista que hizo de la autogestión un modo de hacer que para mí es ejemplo e inspiración y que en un panorama tan complicado viene bien recordar.. Más allá de los reclamos surgieron nuevos modos de acercar propuestas artísticas de la mano de la virtualidad. Me parece que lo visual tomó aún más preponderancia y celebro producciones de mucha calidad que se pudieron ver este 2020. Los streamings fueron los grandes protagonistas. Muchxs dicen que vinieron para quedarse, no se si es tan así pero sí que ante el límite impuesto por el aislamiento fue un modo válido de poner a circular contenidos, aunque nada reemplaza el encuentro real y el ritual. Es más, en lo personal apagaría las pantallas un año entero a ver qué pasa! Por último , también ante este parate, fue un año ideal para producir y muchxs nos dedicamos a crear, grabar, filmar, componer.

_No veo que vaya a ser muy rápida la reactivación. Más allá de la inflación en Rosario ya se hacía difícil que la gente pague una entrada, esa es la posta. En los últimos años la modalidad de entrada libre y gratuita en muchos lugares del circuito independiente y en muchos eventos públicos terminó siendo perjudicial creo yo. Se fue perdiendo el hábito de pagar una entrada y eso es bastante desalentador y es algo que es característico de Rosario, el poco valor que suele darse a lo local..El asunto está en que si la capacidad de los lugares va a ser limitada entonces todo va a rendir menos.La única manera es cobrar entradas más caras así que veo una encerrona por ese lado, sobre todo porque no hay que olvidar la gran crisis de la economía post-pandemia que nos espera..Quizás surjan modos inéditos en espacios alternativos, a lo mejor va por ahí el retorno. No olvidemos tampoco que el 2020 hizo que después de 4 años de macrismo seguidos de pandemia muchos espacios culturales tuvieron que bajar sus persianas así que no soy muy optimista.

_ Creo que la salida es siempre colectiva. Hay que mirar cerquita y recuperar el sentido profundo de comunidad, de barrio si se quiere.Si me preguntas cómo lo imagino yo te digo cómo deseo que sea. Me parece que después de un stop zarpado que nos hizo re pensarnos no sólo como artistas, activistas o gestores culturales sino como humanidad, lo que deseo es que venga un tiempo de menos ego y más amor. Hay muchas buenas señales en organizaciones y movidas grupales que ya venían dándose. Buscar el modo de producir en conjunto y generar nuevos conceptos en donde se crucen géneros artísticos, edades, disciplinas y potenciarse en una sinergia..Es lógico que tenemos que vivir y pagar nuestras cuentas, también tenemos que exigirle al Estado políticas que incluyan, pero creo que el camino es dejar de ir por los lugares de siempre, esos que ya sabemos que no suman, y arriesgarnos a transitar otros en donde el bien común sea algo que importe.


Marina Calvagna – Música en Chiquita Machado y Malvón

_Sin duda que en los últimos años un porcentaje ancho de lxs artistas hemos podido construir modos orgánicos entre pares que nos ayudan a mostrarnos y hacer circular las producciones de maneras más colaborativas, como sucedió con las creaciones de sellos discográficos, colectivxs de musicxs y otras artes escénicas como redes para sostener la visibilidad de los proyectos que albergan y puntapié de creación de festivales que enmarcan ciertos géneros. Esto, claramente, siempre empujadxs desde la precariedad física y monetaria a buscar y reciclar métodos para que el trabajo sea sustentable a nivel económico y pueda tener un flujo constante de movimiento.
El panorama para el circuito independiente siempre es complicado y mantenerse activx en este contexto de imposibilidades escénicas implica amigarse con dispositivos, redes sociales y sumarle al laburo creativo una dosis más grande de material que no tanto tiene que ver con las creaciones musicales sino más bien con formatos de información instantánea para funcionar de modo más expeditivo.
El 2020 nos aventuró a esas formas, ya que cuando el panorama comenzaba a abrirse, para muchxs no era posible habitar los escenarios habilitados, porque los protocolos no cobijaban al número de artistas en escena, quizás había quienes habían quedado en otras localidades sin poder regresar a ensayar o tocar, o también por el arrastre de mecanismos poco felices a la hora de las remuneraciones. Si antes de la pandemia la crisis económica para el rubro artístico, under, independiente ya era difícil, sostenerlo en estas condiciones devino en frustraciones varias para algunxs y disparador de ideas para otrxs.
La distancia y los impedimentos desde ya que fueron un camino sinuoso de atravesar anímicamente. Sostener los lazos y objetivos cuando las posibilidades de producción son acotadas produjo rupturas de proyectos, desencuentros, postergaciones, etc.
Otra vez nos encontramos redoblando esfuerzos para costear producciones que llegan a través de las pantallas, y donde las áreas implicadas en el detrás de escena ahora dependen mucho más de nuestros bolsillos. Vemos por un lado una ciudad con menos escenarios donde concurrir a ver y tocar; vemos una falta de costumbre o cierto rechazo a los espectáculos por Streaming; y vemos también un desconcierto respecto a los precios de la entradas que se manejan para tales fines, es decir, que hay una falta de concordancia en el circuito necesario entre artistas escénicos, profesionales implicados en la producción y consumidores.
En tanto a las bandas y artistas de la escena local me parece un desafío darle lugar a quienes emergen o aún se encuentran intentando llegar a ser parte del circuito visible, que dicho sea de paso, planteado de ese modo, ya denota cierta costumbre de ver girar siempre a las mismas caras. Tendrá que haber una fuerte apuesta desde los espacios culturales, pero también desde los organismos que pueden financiar y facilitar la producción independiente a través de subsidios y convocatorias de fomento. Quienes habitamos la escena rosarina desde hace más tiempo es hora de capitalizar el camino recorrido y apostar a agrandarla. Para quienes tienen cierta responsabilidad en lo que se muestra, ya sea desde los escenarios, medios de comunicación y organismos gubernamentales es necesario que den lugar a nuevas propuestas y sonidos.

_Creo que el año que entra nos verá fortaleciendo estas aristas justamente, aceptando a una movida presencial significativamente menos frondosa, pero con mucho material nuevo en las plataformas virtuales. Porque si algo sabemos, es que nos sostiene el deseo de crear y porque se viene gestando una atmosfera acolchonada de luchas y reivindicaciones que queremos seguir agrandando aun cuando el contexto se nos pone de punta.



Julián Rossi – Músico y productor, integrante del sello Kuikatl 

_ Desde un sentido constructivo terminamos con 2 lanzamientos de discos, y 5 o 6 muy avanzados. Creamos Canción para llevar que adquirió la forma de coproducción, algo bastante innovador en cuanto a construir y sostener proyectos culturales cooperativos. Siento que hay una escena de la canción consolidada , que de a poco comienza a dialogar con otra escena más joven que emerge.
Si lo veo con el sentido crítico, el peor año lejos. Las cosas no andaban bien, ya nos venían cerrado los espacios culturales, y precarizándonos y este año, la verdad que el Estado estuvo ausente.  Ni siquiera contestan un mail o  mensajes, siento mucho desprecio de su parte.

_El panorama es muy desolador. Tengo la imagen de una ciudad en ruinas. Me duele mucho enterarme que le dieron a los 4 o 5 empresario de siempre, la programación del anfiteatro. Esas cosas me la re vuelan. Yo no la careto. No me interesa quedar bien para que me llamen. De hecho el año pasado me llamó  un empresario de esos para abrir el show de Caetano Veloso, y aunque me dolió en el alma  no fui. Porque me pedía los derechos de autor a cambio de una miseria. Yo sentí que si iba precarizaba a mis colegas compositores por una foto en Instagram. Sacar de escena a esos sujetos es jodido, pero depende del artista más que nadie.
Por otro lado, los 3 lugares para tocar del Estado lo manejan programadores que no tocan ni la corneta del churrero, pero están ahí, decidiendo a quien le dan trabajo u a quien no.
Como autocrítica durante la pandemia cometimos el grave error de hacerle creer a la gente que no tiene que pagar por escuchar música. Las 24 horas transmitiendo en vivo, cada tanto pidiendo colaboración como si fuésemos mendigos. Creo que nos va a llevar mucho tiempo volver a educar a la gente para que pague una entrada a un concierto.
Ya fue tocar gratis. El día que vaya al almacén y el chico de la caja me diga “anda tranquilo  llevar lo que quieras”, voy a tocar gratis. Hace unos meses leí un ensayo de Remedios Zafra, “El entusiasmo”. Me hizo flashear con la precariedad del trabajo artístico, como se camufla con altas dosis de voluntarismo o motivación. Esto de “que afortunado que soy de hacer lo que me gusta” nos lleva muchas a decir, “ya fue lo hago gratis o cobro algo simbólico”.

_Tengo energía y fuerzas para continuar con los proyectos que tengo y que integró. Voy a poner toda mi energía en construir una normalidad, más que esperar a esa normalidad. No quiero depender del Estado ni de los empresarios, ni de privados. Tengo la fe puesta en una reconstrucción, cambio de paradigma, y una escena que trabaje en comunidad laboral y artística. Me aferro a la gente hermosa que conocí en el camino y confío en la pibada que viene .


Andrés Ruiz – Músico, productor y docente

_En general fue un año pésimo para todxs. No digo nada nuevo. Casi sin shows, ni ensayos, ni giras, etc. lxs que pudimos aprovechamos para componer, grabar. En mi caso grabé y edité un disco que salió en cuatro países y creo que el “exceso” de virtualidad propició el marco ideal para eso. De la misma manera estoy produciendo y dando clases para músicos de varios países. Los show Streaming o las entrevistas online fueron apenas paliativos, pero sirvieron para conectarnos con nuevos y más públicos.

_Creo que de a poco todo volverá a ser lo de siempre. En el medio, muchas bandas se separaron, muchos bares y salas cerraron, etc. pasó un tornado y hay que reconstruirlo todo. Llevará al menos todo 2021 retomar a esa “normalidad”. El panorama es confuso. Los productores necesitan recuperar algo de lo perdido, pero saben que gran parte del público, a pesar de las buenas intenciones, también quedó muy afectado económicamente. Será indispensable que el Estado aplique políticas urgentes (con subsidios, planes, becas, etc) para que la industria cultural no profundice aún más su crisis.

_Las ganas de volver a lo “real” son tan fuertes que creo que, aún con 30 personas, vamos a disfrutar mucho tocar y ver shows en vivo. En parte ya está pasando. Pienso que a las bandas under no les va a afectar tanto como a las grandes o mainstream.
También imagino que pueden volver las fiestas privadas, shows en casas, etc. es decir, por fuera del circuito (“legal”) de bares y salas. “Si voy a hacer un show para 30, prefiero hacerlo en mi terraza”. Vengo escuchando esto entre colegas.
Como sea, volveremos a tocar en vivo. Muchxs de nosotrxs dependemos de eso para vivir. El concierto streaming vino para quedarse, pero estamos lejos (al menos por ahora) de ganar dinero con eso.

Compilación por Lucas Canalda – Fotografía por Renzo Leonard

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