BUBIS VAYINS PRESENTA “LAS PRESENCIAS”

Bubis Vayins presenta su nuevo disco Las Presencias este martes 14 de julio a través de las habituales plataformas de streaming.
Editado por el sello BPM y dividido en dos partes, la primera entrega cuenta con tres canciones de sonido renovado e incursiones narrativas que denotan la evolución del quinteto rosarino. 
Escuchá una “La hora anaranjada” y enterate los detalles del trabajo desarrollado durante los meses de cuarentena. 

ESTRENO EXCLUSIVO DE RAPTO 

 

Domingo 12 de julio, apenas pasaron algunos minutos de las ocho de la noche. Seguramente estás leyendo esto cerca de alguna estufa o bien abrigadx en alguna otra parte de la casa. O quizás estás en Madrid, relajando luego de un día caluroso en que la temperatura sobrepasó los 32. En ese caso estás en remera, tranka
Rosario, Madrid, Bariloche o San Nicolás; no importan las coordinadas geográficas, mucho menos el dress code. Tampoco en qué formato estés leyendo esto. Resulta irrelevante si se trata de un celular chino de tercera marca, un iPhone último modelo o una PC con código abierto.
No importan las diferencias, los matices ni los contrastes. En este mismo momento, podemos decir que compartimos algo que nos une más allá de nuestra condición de humanxs: 2020 hizo lo que quiso de nosotros. No hubo chance: nada salió como anticipábamos allá lejos, apenas cinco meses atrás.
Pero me atrevo a tirar una: para Bubis Vayins 2020 arrancó con una sal especial. Las fechas programadas desde bien temprano en el año hasta el otoño, todas fueron canceladas por distintas razones. Festivales, fechas compartidas y demás, todo se pudrió. Las razones, claro, excedían a la banda y no podían más que morder la bronca y aguantar, con paciencia, hasta la próxima. Pero eso también se caía. Luego, contra todo pronóstico, el culonavirus aterrizó y todos nos guardamos.
OK. ¿Ven? No estaba tan errado. Para Bubis Vayins el 2020 tiene otro espesor. 
Generar algo de belleza entre tanta incertidumbre y miedo al stand by eterno es virtud para cualquier artista. Lxs Bubis se embarcaron en su pequeña épica de cuarentena.  A la distancia, entre razones afectivas y transferencia creativa, afloró todo lo que este 2020 quiso apagarles: canciones, abrazos, palabras, cervezas, risas y mil momentos compartidos.
Como la Alicia de Lewis Carroll, Bubis Vayins entendió que hay más de una forma de existir y varias formas de escapar hacia otra habitación u otro juego. Las Presencias es eso simplemente eso, un nuevo juego, un conejo blanco que los invitó a aventurarse hacia otro plano, dejando atrás la pesadilla bajonera de un 2020 bastante ensañado.
Que arranque el año, que venga en forma de canciones (o de conejos).

Las Presencias tiene dos partes. El martes 14 de julio se revelan las primeras tres canciones. El cierre llegará ya bien entrada la primavera, en el mes de noviembre. 
Con la idea conceptual y estética definida luego de una búsqueda inicial, la banda tomó la decisión de lanzar las canciones en dos tandas para poder dividir las energías y concentrarse de lleno en cada entrega. 
No queremos esperar a cerrar todos los temas” explican algunas horas antes del lanzamiento del nuevo material. Todo eso lleva muchísimo tiempo de ensayo, de estar haciendo maquetas y probando cosas, y por ahí ya vas terminando temas y ni da que estén ahí parados esperando, pierden el impulso de su creación, agregan, ya dividiendo su tiempo entre finiquitar detalles de la primera parte y ocuparse de lo que habrá de venir. 
La segunda parte es un viaje que queda para otro capítulo, declara la banda.  
Si bien tenemos temas compuestos, queremos darle su tiempo y que el disco se vaya escribiendo en la marcha”, sostienen desde Varese, base de operaciones informal del quinteto. 

II 


Antes que el 2020 impusiera su SNAFU sobre la cotidianidad de la mayor parte del planeta el quinteto ensayaba de manera constante, semana tras semana. Pero Bubis Vayins es un grupo humano que toma forma como banda y que expande su energía más allá de los instrumentos, las salas y los recitales. Calo (batería), Maru (guitarra y voz), Nico (guitarra y voz), Milu (bajo) y la Colo (sintetizador) comparten una perspectiva en común que lxs unifica, lxs hermana y lxs potencia ante el mundo.  
El golpe brusco de la pandemia se llevó puesto gran parte de los planes que Bubis Vayins tenía armados para este año. Algunos todavía se mantienen, a otros hubo que soltarlos ya que fueron cancelados o su reprogramación todavía permanece flotando en este estado de pausa e incertidumbre que por ahora no ofrece fechas estimadas de activación.  
Sin embargo, entre recitales cancelados, planes postergados y amarguras varias el impacto más feo para la banda fue el doble punch de distancia y encierro; quedarse lejos del otrx, imposibilitados de ese amor primario que funciona como energía vital para llevar adelante todo.
La banda y todo lo que gira en torno a la música es de lo que más llena nuestra vida” confían, ya devueltos a los ensayos y reunidos luego de los meses de cuarentena santafesina. Fue raro que parara todo: los ensayos, los recis y esas juntadas que te suben los ánimos y te nutren de cosas”, comparten desde el arranque.
Cada integrante del grupo atravesó estos tiempos extraños de manera diferente. Algunxs se alejaron de las redes sociales. Otros se aferraron a las redes como un salvavidas parte entretenimiento-parte ventana al mundo. Claro, salieron esas llamadas videollamadas para ponerse al día, saber cómo estaban, acercarse de alguna forma, saltando la lejanía física, siempre presentxs en el trascender afectivo del otrx.   
No fuimos muy productivxs porque los ánimos estaban bajos” comentan sobre los días que estuvieron guardadxs en cuarentena obligatoria.  La mayor parte sirvió para parar nuestra pequeña ruedita de ratas de laboratorio y estar ahí, viendo a la nada, pensando en todo”, confiesan, dando pie a repasar, con sinceridad y sin filtros, los últimos veinte meses de actividad de la banda.  
Ahí vamos.  

III 

La primera parte de Las Presencias fue registrada en el siempre activo tándem Fructuoso Record Club/Sala Varese. Allí las sesiones reunieron al grupo con dos compinches bien cercanos: Ezequiel Fructuoso quien estuvo a cargo de la grabación y Gabriel Schubert, coproductor junto al quinteto. El guitarrista y cantante de Forestar, además, fue responsable de la mezcla. La masterización corrió por parte de Mr. Warrior
Tomando cada disco como un proceso de aprendizaje estimulante y siempre diferente, la banda disfruta las sesiones de grabación.  Cada nueva experiencia deja en claro que fortalecer los vínculos iniciados en años anteriores son importantes para el viaje que significa un proyecto musical. Por eso tanto Fructuoso como Schubert son nombres que se repiten alrededor del universo creciente de Bubis Vayins
Gabi nos ayudó mucho con la producción y nos permitió llevar nuestra idea a un plano más elevado”, cuentan a propósito de las jornadas de trabajo. “Compartimos una visión del arte muy similar”, agregan acerca de una relación amistosa que comparten hace años y que con Salir (2019) signó el primer capítulo de una estrecha colaboración que ahora continúa.
La comunión de ideas con Schubert fue esencial tanto al momento de grabar como también cuando hubo que ponerse con la mezcla, siempre un momento delicado. De antemano, la sociedad creativa tenía bien claro qué quería buscar. En esa claridad, además, hubo espacio para probar cosas diferentes y nuevas, sin ninguna estimación precisa de cómo iban a resultar. Siempre hay tiempo para la aventura, aún en épocas de pandemia.  

Si bien Bubis Vayins tiene significativas influencias de exponentes (y militantes) del lofi, el quinteto nunca se cuadró ciento por ciento en esa corriente estética. Salir funcionó como la señalización definitiva hacia un camino regido por su propio criterio de evolución. Esa decisión significó, además, correrse de la identificación generacional que cientos de bandas argentinas post Laptra mantuvieron por algo más de una década. 
Por el tiempo en que Bubis Vayins pergeñaba Salir otros grupos de su camada transitaban un idéntico distanciamiento del lofi, optando por otras formas -y medios- de grabación: lxs jovencitxs de Jimmy Club confirmaban un salto estético hacia otro ámbito con su Bestiario; Rosedal (otrora veteranos del hardcore devenidos en shoegazers) hacían lo mismo con Universo Paralelo. Esos discos fueron férreos gestos de cortarse de una fórmula que ya estaba agotando a la misma generación que tiempo atrás supo nutrir e inspirar.
Las Presencias refleja la evolución natural del grupo como músicos y también la perspectiva general que la banda ganó en los últimos dos años a partir de nuevas experiencias y reflexiones intestinas.  
Vamos siendo más conscientes de cómo queremos sonar”, dicen, siempre sabiendo que su corazón alberga un lugar muy especial para el lofi. “Decidimos que los cambios en el sonido tengan que ver con nuestro crecimiento y no que venga alguien totalmente ajeno a la banda a hacernos sonar de diez”.

IV 

No todo lo que respecta al nuevo lanzamiento es pandemia, cuarentena y aislamiento. “Youtube” (sic), la canción que abre Las Presencias, fue compuesta poco tiempo después de la publicación de Salir y para la banda funciona como un puente. Eso también se refleja en la temática de la letra que fácilmente encuentra una conexión de esa angustia adolescente que se va apagando para convertirse en el remanente de urgencia que queda para eso que llamaremos adultez. 
“¿A dónde voy si se termina el mundo?” surgió antes de todo el parate covidiano, pero encontró su forma definitiva cuando las calles ya estaban silenciosas. Para entonces la banda ya tenía un concepto listo que cuajó de manera estupenda.
Finalmente, “La hora anaranjada”, tema que cierra la primera parte, nació durante dos jornadas de pura energía y fluida lucidez. Allí la canción sirve para burlar unos de los imperativos más invasivos y agotadores de la cuarentena: ser productivxs. Mientras el must de productividad se repetía hasta el hartazgo por medios, redes y cadenas de WhatsApp que aconsejaban formas saludables de sobrevivir al encierro, la banda estaba corrida de todo, permitiéndose no saber qué hacer o qué sentir ante la situación abrumadora que estaba cubriendo a la mayor del país. Volviendo a los días de creación de “La hora anaranjada”, Lxs Bubis recuerdan que fue justo en los pocos momentos de luz plena que experimentaron durante la cuarentena. La pista apareció de manera espontánea y gustó mucho, por eso eligieron priorizarla y darle su merecido espacio en esta primera mitad cuando había otras canciones esperando.

En Siempre veo algo en la oscuridad las canciones ahondaban en un hermoso mundo onírico. En ese debut de principios de 2018 también se hallaban muchos de esos temores que aparecen en la infancia y nos acompañan toda la vida, sin importar la edad.
Un año después Salir presentó seis canciones impregnadas con una melancolía post adolescente. Allí dominaba el desencanto y la desesperanza que afloran de la angustia cotidiana, esa que pisa el pecho y enturbia la cabeza. Eran canciones casi testimoniales sobre dejar ir una parte de la juventud; sobre cambiar la piel mientras las circunstancias de vida no aminoraban la velocidad.
A Bubis Vayins no les cabe ser autorreferenciales. Así como el sonido abraza otras posibilidades, las letras se abren a nuevas experiencias. La meta es jugar, no temerle a la prueba y el error. Parte de ese juego de componer es imaginar cosas que, en algún punto, se enredan con la forma en que perciben el mundo o con los elementos que lxs atraviesan en la vida real.
No les interesa hablar de sí mismxs todo el tiempo. “Nuestras vidas no son tan interesantes”, disparan bajo un punch gracioso que no encubre algo de verdad.
Las tres canciones que se estrenan este martes se sitúan desde la misma piel sensible y perceptiva, solo que ahora presentan los primeros indicios de una voz narrativa. Más allá del uso de primera o tercera persona, Bubis Vayins 2020 hace un ejercicio narrativo, dando un par de pasos adelante y dejando en claro que la experiencia ganada está rindiendo frutos. Están más curtidxs pero siguen teniendo corazones sangrantes. Maduraron (agh, ¡esa palabra!)  y van a demostrarlo.
El stop del mundo y de -casi- toda la actividad no significa que lo interno detenga su flujo constante. En ese sentido, Bubis Vayins está en franco crecimiento. El avance se manifiesta adentro y afuera del grupo. Bien adentro del entripado creativo urge hablar de nuevas cosas; tópicos que reflejen su preocupaciones, sensibilidades y gran parte del universo que lxs rodea.  
Quisimos empezar a contar historias que tal vez no tengan que ver ciento por ciento con nosotrxs, pero que nos atraviesan un montón”, destacan a propósito de la nueva arista narrativa.
“¿A dónde voy si se termina el mundo?” traza una historia de un personaje con elementos inéditos en el todavía fresco cancionero del quinteto. Con un guiño a Mariana Enríquez, la canción funciona como un relato. 
Es una historia medio inventada”, revelan. La canción conjuga personas reales que lxs chicxs conocen de la vida con buenas dosis de fantasía. Ficción o realidad, la voz de Maru susurra un derrotero nocturno desfasado hasta que un quiebre de dos palabras se vuelve desafiante y acá se corta para no spoilear nada más. Paciencia hasta el martes.
“Ese guiño a Mariana Enríquez es real”, precisan. “En la letra incorporamos elementos de un imaginario popular latinoamericano en el que Enríquez y otrxs autorxs nos influenciaron un montón”

En la actualidad Bubis Vayins sigue construyendo su música de modo bastante similar a como lo hacía en su primer trabajo. Sin embargo, con cada nueva canción o álbum, van abordando diversas herramientas e ideas que devienen en distintos lugares. Las voces e instrumentos ejecutan melodías simples (“algo primitivas” según su propia descripción) que construyen un todo armónico que da una sensación de complejidad. 
Desglosando capa por capa, el procedimiento puede parecer sencillo, sin embargo, nunca se debe olvidar el hecho que Lxs Bubis son orgulloxs ñoñxs de la música y otras ramas artísticas. La banda describe su proceder como un juego de niños al que se entregan siempre. Pero en lo que a priori parece simple radica una de las mayores fortalezas del quinteto: la construcción colectiva de un ensamble creativo real que viene dominando un proceder cuasi gestáltico en las formas de hacer música. Bubis Vayins escucha, pero más importante, se escuchan, siempre alertas al detalle que pueda elevar y potenciarlo todo. 
Bubis Vayins es un grupo donde conviven cinco individualidades diferentes. Saben potenciar data, formación y desempeño en un ensamblado equilibrado. “No queremos caer en formas estereotipadas de construir canciones”, dicen. “Como primeros espectadores de nuestra música, buscamos que nos movilice y nos saque del lugar seguro”. Por eso la puerta está abierta a divertirse, a estimularse con propuestas que descompriman y desarticulen. El resto es aventuras y ñoñadas compartidas.

Al darle play a Las Presencias algo atrapa la atención de inmediato: la utilización de baterías electrónicas resulta en una tímbrica de la percusión muy diferente a lo que ya conoce de la banda. 
Transcurridos algunos minutos de “Youtube” aparece un doble bombo digital, una sutileza que gana profundidad en una escucha con auriculares decentes. 
Aprovechamos las ventajas de usar nuevos timbres en la percusión y escribimos las baterías junto a Calo, pero lo reemplazamos por la compu”, cuentan Lxs Bubis entre risas, dando pie a una aclaración: el baterista no pudo participar in situ de las grabaciones en FRC/Varese puesto que, en ese tiempo, por cuestiones de una operación previa debía cuidarse. 
El doble bombo en cuestión ya lo tocaba en los ensayos puesto que “Youtube” es el único tema que llegaron a ensayar antes que el 2020 hiciera su gracia. “Lo tuvimos que emular con un doble bombo electrónico, aunque Calo lo toca mejor”, bromean, sabiendo que cuentan con unos de los mejores bateros locales.

 


“La hora anaranjada”

V 

Bubis Vayins empezó su camino hace menos cinco años. El quinteto integra una camada de bandas rosarinas en las que se destaca la heterogeneidad musical y el trabajo independiente. Por un tiempo, hubo un intento de llamar a esa camada de grupos rosarinos como la nueva ola. Al final, fue un chiste que no quedó. Sin embargo, ese intento aquí nos sirve para poder apuntar la pertenencia de poco más de 20 bandas nacidas a partir de 2017 y 2018.
A pesar de sus diferencias en la sonoridad (shoegaze, krautrock, indie pop, post punk, new wave, punk pop, synthwave, dream pop) todas las bandas de esa nueva ola tienen coincidencias fundamentales además estar marcadas por la ciudad: crecieron con la música independiente como una fuerza vital y protagónica, sabiendo que el estallido autogestivo podía alimentar sus ambiciones de grabar, expandirse y manifestarse en todas sus formas. Allí aparecen dos pilares importantes para la educación sentimental de los grupos: la década ganada de Soy Mutante y el Festival Otro Río.  
El fluir de data y diversidad se plasmó con el cosmos de posibilidades disruptivas que Soy Mutante generó para las nuevas generaciones. Por diez años -la década mutanteada– Ignacio Molinos y un tendal de proyectos jugaron con las barreras, ejerciendo la libertad más pura y elucubrando complots sónicos de diversa índole. 
Poco después, el Festival Otro Río concretó (al menos por un respiro breve pero fundamental) la certeza que las expresiones generacionales podían encontrar un cobijo en su tiempo y lugar correctos, sin depender de una industria porteñocentrica, en épocas en las que un trazado federal pudo intuirse como una realidad naciente. Por un puñado de años, otro horizonte fue posible. El Macrismo, por supuesto, acabó con todo eso.
Ambas movidas, con sus fuertes diferencias y puntos en común, dejaron saber que había mucho más en la ciudad que el mensaje oficialista que hasta el día de hoy insiste en un imaginario de ciudad gestado hace más de 35 años.
A la nueva camada, a diferencia de sus antecesores, les tocó hacer sus pinitos en un contexto pantanoso: el regreso furioso del neoliberalismo se fusionaba con hábitos culturales cada vez más indoors y adictivos. Al mismo tiempo, luego de años de políticas culturales fecundas el trazado de un circuito federal se había esfumado mientras que la Secretaria de Cultura apuntó de lleno a con enormes conciertos de artistas consagrados mediante productores privados. ¿Algo más? Claro que sí:  la spotifización de la industria musical abría un nuevo frente de batalla, agregando la demanda cuasi compulsiva de novedades regulares en forma de videos, canciones o cualquier otro tipo de recursos. Todo eso pronto eso evolucionó en un flujo de golpes de efectos que demandaba más energías y tiempo bajo el mismo rigor de recursos, presupuesto y dedicación.
Ese contexto -difícil al principio y casi imposible en los últimos años- tuvo una consecuencia que solo lxs más veteranos parecieron notar: si bien las bandas de la nueva ola estaban bien afiladas en cuestiones de sonido y con discos frescos bajo el brazo, fueron muy pocas las que lograron establecer vínculos fuera de la ciudad.  
En años de zozobra fueron pocas las que lograron hacer pie pasando Rosario. Lalalas, Gay Gay Guys, La Metamorfosis del Vampiro, Rosedal y Bubis Vayins se destacan en esa empresa, obteniendo reiteradas propuestas para volver a tomar las rutas argentinas. 
Con su debut resonando más allá de la circunvalación Bubis Vayins logró un diminuto pero significativo cimbronazo en Capital Federal, ciudad a la que regresaron una y otra vez.  Seguidamente a esas primeras excursiones hubo un clic: tomaron una perspectiva más amplia sobre todo lo que significa ser una banda y llevar adelante un proyecto que sea sustentable y pueda trazar un recorrido superador del circuito inmediato.
Desde allí todo funcionó para mejor, con ideas precisas sobre gestión, producción de fechas, prensa y sonido.
Además, la banda se animó a probarse ante nuevas audiencias dentro de nuestra cudad. El resultado de eso siempre fue positivo provocando un proceso de desprejuicio y una certeza inapelable: cada vez que la banda se mostraba, gustaba.
Con fechas propias, toques compartidos, visitas a otras ciudades y participaciones en varios festivales antes audiencias nuevas, los últimos veinte meses fueron muy intensos para Bubis Vayins
Más allá del parate de la pandemia y las frustraciones por festivales suspendidos, reprogramados y luego definitivamente cancelados, hubo mucha actividad y su música circuló a pleno. Apenas se dejaron ver en ámbitos algo corridos del circuito habitual del grupo (Arde Festival, Casa Brava) el feedback del público fue más que positivo.
“La ficha que nos cayó es que hay que moverse mucho y no parar nunca”, explican ahora, en un invierno donde la agenda está planchada, pero sigue fortalecida por los vínculos generados en un 2019 fructífero.  
“Llegar a nuevos oídos te retroalimenta las ganas. Los recis en Buenos Aires son una bomba. La gente se anima más que acá a manifestarte que tu música le está llegando, te devuelve mucho esa energía”, señalan luego de recis en La Cigalé, El ContraCultural, La Confitería, Club Cultural Matienzo, por mencionar algunas venues.
Aquí la banda se acelera en su declaración. Sus voces se multiplican, sin embargo, las reflexiones convergen en una opinión compartida: en Rosario hay muy buena música, sólo hay que animarse a mostrarla.
“Si confiás en tu arte está bueno insistir para llegar a más lados”, reflexionan a partir de la seguridad de su producción. Luego de probarlo en distintas experiencias que resultaron casi transformadoras para banda y audiencia, se extienden: “hay un placer re diferente cuando te topás con un público nuevo y estás ahí delante de sus ojos por primera vez. Nos gusta abrirnos a tocar en lugares diferentes, no está buena la idea de cerrarse y compartirle lo tuyo a la misma gente una y otra vez”. 
Sin embargo, lxs integrantes de Bubis Vayins saben que todo depende de algo más que el mero deseo de compartir. Lo aprendieron luego de años de caminar la movida con diferentes proyectos. Las lecciones, para bien y para mal, vienen de larga data. Además, sin importar año, onda o edad, hay una realidad que cachetea fuerte generando impotencia, pero que, pensada en profundidad, abre interrogantes imprescindibles para apuestas a largo plazo: “acá hay un momento donde te chocás con un tope de público que aparece rápido, porque está atento y despierto, pero después cuesta un montón llegar a otros”, precisan. “Hay todo otro público que parece que necesita de la aprobación de las masas para ir a escucharte o gustar de lo que hacés, en especial si sos una banda del interior y no de Buenos Aires”. 
La ruta permite pensar a nuestra ciudad de otra manera. “¿Qué pasa con la cultura rosarina que tiene bandas tremendas y nada explota acá adentro?”. Esa incógnita acompaña a la banda desde sus orígenes. Aún con la experiencia ganada y las lecciones incorporadas, la respuesta sigue siendo endeble, reconfigurándose año tras año. “Aunque hubo un crecimiento los años pasados, sigue siendo difícil”, observan. A continuación, se erige otra pregunta, una que tiene un sabor amargo: “¿nos falta contactos, más plata o directamente no vivir en una provincia?”.  

Los últimos años trajeron algunas notas bastante halagadoras para el quinteto rosarino. Si todavía sobrevive algo de esa llamada prensa especializada, hubo varios medios de Capital que abrazaron la propuesta de Bubis Vayins. Sin embargo, hoy la banda sigue encontrando problemáticas propias de un país que, a pesar de los cambios de paradigma de los últimos años, sigue anquilosado en un centralismo necio que no exhibe intenciones de cambiar en pos de un federalismo verdadero.
“Estaría buena una federalización en todo sentido, ¿no?”, disparan, en un interrogante calmo que resguarda considerable hastío y bastante frustración.
Abordar el federalismo apócrifo de la industria cultural y de las diversas ramificaciones de la industria cultural activa un malestar en Bubis Vayins (idem en otras tantas bandas de la geografía argentina). Nada está librado al azar en una industria que visibiliza propuestas que solo tengan dirección en CABA. En ese sentido la tapa de revista Billboard de diciembre 2019 sigue siendo el horizonte de la industria: en la era de la información y la diversidad, la nueva escuela está conformada por inscriptos que habitan el país delimitado por el Río de la Plata, el Riachuelo y la General Paz.
Cerrando, puntualizan más allá del absurdo de la situación: “uno de los problemas que tenemos en relación a la distribución es que la industria está centralizada al igual que los medios de comunicación”.  
“Todo tiene que ver con todo” señalan, e inmediatamente apuntan al discurso centralista que durante estos atípicos meses alcanzó una exacerbación casi inédita. “Con la pandemia se notó mucho cómo los medios de comunicación masiva hablaban de Argentina como si fuese el AMBA. Era ¿WTF?, qué dicen si acá estamos re en otra”. 

 

Por Lucas Canalda & Renzo Leonard

 

 

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