LUSIO A TRAVÉS DEL ESPEJO

lusio acaba de publicar Sombra, su primer disco solista. La novedad lo confirma con uno de los espíritus más activos de una generación que empieza a tomar protagonismo en el circuito musical local.

 

“No planeo dedicarme a la producción” dice lusio transitando las calles de La Sexta en una tarde que anticipa la inminente primavera.
La declaración no pasa desapercibida cuando sale de boca de uno de los hacedores de música más activos de los últimos veinte meses.
Lucio Sánchez AKA lusio acaba de publicar su primer disco solista titulado Sombra (Bucle Discos), diez canciones donde como productor-anfitrión hace brillar a un listado de colaboradorxs desde una óptica algo incómoda.
La edición solista llega para apuntalar un cúmulo de trabajos y colaboraciones que lo confirman con uno de los espíritus más activos de una camada sub 23 que empieza a tomar protagonismo en el circuito musical independiente.
No caben dudas que lusio es productor nato. Su rastro digital arroja resultados recientes como LIMINAL (Deseo Discos), ópera prima de Dani Díaz y el EP Tecnología #1 (Deseo Discos) de Lichi. Al abordar sus colaboraciones, ese rastro se multiplica entre canciones como «Outro» junto a Pedro Lyricko y «Terapia» con Tyef. La lista sigue junto a proyectos musicales jóvenes como Gladyson Panther, Jordi Galera o Imaginario.
Cinco meses atrás publicó Soft Boys (Bucle Discos), segunda vuelta del proyecto que comparte con el saxofonista Juan Duque AKA Chiljud, 26 minutos de una sonoridad post Gorillaz/Tyler The Creator que toma elementos del hip hop alternativo, del neo soul sintético y  del jazz fluido para volverse irresistible.
Constante y silencioso, lusio aporta en diversos frentes. A veces, desde las riendas de productor oficial, otras, simplemente contribuyendo.
Por encima de todo, lusio parece estar tejiendo un cableado de vínculos que parten desde la sinceridad. El alcance llega lejos, profundizando en movidas varias que burlan la clasificación simple. Mientras que la industria algoritmo-dependiente perfecciona sus tentáculos hora tras hora, ofreciendo una píldora determinada para cada paladar etiquetado, la data articulada por las nuevas generaciones reacciona a toda clasificación, indagando en la profundidad de los subgéneros, mixturando sonoridades y mestizando los elementos que antes parecían patrimonio sagrado de ciertos géneros. En esos subsuelos donde se contrabandea información bastarda habita lusio, ofreciendo su propia versión irreverente de un pop global sintético mas lleno de espíritu humano.
Por encima de los resultados positivos y lo estimulante de las aventuras que se multiplican, por ahora descarta dar el salto a productor formal. Probablemente la objeción a dedicarse de lleno a la producción es que significaría dejar de entenderlo como una aventura de descubrimiento para aceptarlo como un oficio hecho y derecho.
Esa negativa forma de unas declaraciones informales que toman lugar pocos días después de un fin de semana de superacción: el viernes estuvo tocando con Jimmy Club en el Galpón 11, una fecha compartida con Gay Gay Guys que agotó localidades. Al día siguiente subió al escenario de D7 para acompañar a Amelia y su banda en algunas canciones. Acto seguido regresó al tablado para presentar de forma oficial Pop del Futuro y del Presente (BPM Discos), larga duración creado en sociedad junto a Gladyson Panther.
Incluso después de tanta actividad el ritmo no afloja puesto que en un rato hay reunión de preproducción con Jimmy Club, ya ultimando los detalles para entrar a grabar su tercer álbum.

Lucio creció en un hogar donde siempre se escuchaba música. Mucha y variada. Su memoria lo lleva atrás. Hay flashbacks chusmeando entre los discos que habitaban la casa y componían el soundtrack de su infancia. Se detiene en un recuerdo particular. Quedar impactado con Nevermind. Haber flasheado con la tapa, escucharlo y quedar asombrado. Lo mismo con The Doors o Beastie Boys.
Desde temprano se encontró en un cruce estético considerable conviviendo con data esencial de varias décadas. Toda esa información abría su cabeza. Más tarde, ya habiendo desarrollado una subjetividad propia, volvería a esos discos para maravillarse desde otra perspectiva. Ahora podía comprenderlos, desarmarlos desde una escucha más propia.
Criado por madre y padre artesanxs, Lucio fue creciendo alrededor de gente artista. La influencia de sus viejxs fue fundamental. Un padre cultor del trip-hop, concurrente a los recis del Regreso del Coelacanto. Una madre conversa a Babasónicos y Prodan que en su momento comulgó en esas ceremonias únicas en todo el mundo: Ramones en Argentina. Esa influencia de diversidad estética sería la piedra basal para el futuro de un Lucio ya convertido en lusio.
Quizás como una reacción saludable al prejuicio que experimentaron en su propia generación, Fernanda y Marcelo estimularon la curiosidad de Lucio por la música. Más tarde, ya abrazando un camino irrefutable, lo apoyaron ciento por ciento su decisión de ser músico.
En sexto grado de la primaria empezó clases de guitarra con Federico Huevo Alabern, a quien su viejo iba a ver durante la etapa más expansiva del Coela.
Dos años después llegó la secundaria en la Escuela Provincial Nigelia Soria. Allí Lucio encontraría la base para mucho de lo que habría de venir. La secundaría fue el comienzo permeable de su educación sentimental.
No pasó demasiado tiempo hasta que Lucio dejó de ser un individuo de civil para convertirse en otra cosa: integrante de una banda. Fueron algunos grupos de covers (Blink 182, Chili Peppers) quienes lo mantuvieron ocupado. Un día, claro, llegó el quiebre: lo invitaron a sumarse a una banda que estaba arrancando. El nombre de esa banda era Jimmy Club. “Ahí nomás decidí que quería tocar mucho en vivo”, apunta sobre un momento que sería bisagra para el futuro.
Sumarse al flamante grupo determinó otro cambio sustancial: dejar la guitarra de lado y abrazar definitivamente el sintetizador. El Microkorg Mk1 se manifestó en dos formas rutilantes: estaba en boga por el (breve) suceso global de Tame Impala. Además estaba en oferta. Era la herramienta ideal para encarar el viaje junto a ese puñado de adolescentes  psicodélicos.
Mientras Jimmy Club daba forma a lo que serían las canciones de su primer disco, otras cosas iban pasando. Vía redes, toma contacto con Lichi. Con buena onda inmediata, no pasó mucho hasta que empezaron a vincularse musicalmente.
Además, por aquel tiempo, en la Nigelia Soria conoce a otro pibe músico. Tres años más joven que él, Santino Martín hacía canciones bajo el seudónimo de Gladyson Panther tras los planes frustrados del grupo Cabeza de Tortuga. Ya en clave solista empezaba a transitar un derrotero de canciones compartidas en redes y subidas a YouTube. Casualmente, quien iba a producir esas canciones sería Martín Panda Miguens, cantante, letrista y guitarrista de Jimmy Club.
Todo se va enlazando con naturalidad.
Jimmy Club publica su primer disco Aviones de Papel.
Gladyson Panther sale a la cancha con banda completa.
Lichi encara de lleno su faceta solista como Lichi-banda.
Las cosas van sucediendo paso por paso.
Una nueva escena conformada por hacedorxs precoces empieza a sonar, irrumpiendo con un deseo más claro y procesos personales menos tóxicos que las generaciones anteriores. Al fuego de un feminismo que gradualmente va transformando todo, otra juventud puja por renovación mientras van quedando relegados aquellos interesados en pelear y mear para delimitar su territorio.

Para lusio la tecnología cumple un rol muy importante. No se trata de la creencia de un tecnócrata perfeccionista que apuesta a vivir en un búnker aislado rodeado únicamente por herramientas inanimadas. Lo dice un jovencito músico al que le cayó encima la pandemia (como a todo el mundo) y quedó imposibilitado de seguir vinculándose como solía hacerlo. ¿Qué hacer con todo el ímpetu propio de la juventud? ¿Cómo canalizar toda esa energía desmedida? ¿Dónde quedan las ideas interrumpidas por este golpe que está marcando un antes y un después en nuestras vidas?
Su estudio casero, por más pequeño que haya sido, terminó haciendo las veces de método catártico como de remolque espiritual. Enfocarse ahí mientras entraba en un espiral pandémico fue una herramienta vital para salir adelante durante un periodo que golpeó fuerte y que todavía no muestra un final demasiado cercano.
lusio arrancó la cuarentena munido por sus sintes, una notebook y unos auriculares de estudio.
En la profundidad del lockdown eligió a la computadora como herramienta principal y no como un mero complemento. “Ahí todo se me fue a la mierda”, sintetiza en palabras correctas. “Descubrí un mundo muy grande. Me abrí camino con tutoriales de YouTube y cuando no era suficiente consultaba a amigos”.
A medida que fue armando una base siguió sediento, necesitando más. En la inmensidad de la nube continúa descubriendo data, como un yonki enganchado a la información constante; una especie de personaje salido de alguna historia de Willian Gibson de pupilas dilatadas e insomnio de luces catódicas.
lusio encontró un mundo aparte. Sin demasiada precaución, entró y desde entonces no fue el mismo. La educación-descubrimiento sigue adelante. A esta altura de la pesadilla pandémica lleva invertido todo su presupuesto (ingresos de la vida real + ganancias de toques + más trabajados como productor) en equipo: nueva computadora, monitores, micrófonos. En pocas palabras: se enfierró.
Desde su casa catalizó ideas y proyectos. Pilotear la pandemia fue más fácil una vez entregado a generar nueva música.

Publicados con pocos meses de diferencia, Soft Boys Pop del Presente y del Futuro tienen varios puntos en común. A priori, la diferencia es evidente: la espontaneidad áspera característica de Gladyson Panther contrasta con el detallismo de Chiljud. “Grabamos hasta 20 tomas de voz”, recuerda lusio, graficando los procesos junto Duque. No obstante esa marcada diferencia, ambos trabajos tienen una cohesión fuerte y un sentido orgánico propio.
Sin dudas, en cada caso, el disfrute de realización logró trasladarse hacia la escucha. Ambos discos estimulan la imaginación con sensaciones vívidas. Por un lado, la dopamina invade, silenciosa y placentera. Por el otro, la escucha va revelando sorpresas y quiebres ya que ambos discos reniegan de patrones demasiado previsibles.
Finalmente, los discos comparten una búsqueda donde predomina la experimentación mediante el uso de la tecnología.
La apuesta de lusio es signo de los tiempos que vivimos. Se trata del mismo salto al que apuesta una generación de nativos digitales a nivel global. Entienden a la tecnología como la puerta de acceso a un nuevo lenguaje experimental. Una vez que la atraviesan, ya desde el otro lado del espejo, las herramientas fundamentales son las que tienen adentro estos jóvenes que no superan los 23 años: curiosidad, desprejuicio, hambre, deseo, incomodidad, ganas de boludear, de conectarse con otrxs.
El desarrollo y la introducción de nuevas tecnologías en la sociedad puede verse como un proceso experimental lleno de incertidumbres, además de traer aparejados miedos varios. No obstante, para jóvenes realizadores de todo el mundo como lusio, esa incertidumbre es la oportunidad de algo diferente. Allí donde muchos meten una distancia de respeto y cierta desconfianza, las nuevas generaciones de productores sonoros encuentran un rabbit hole global tentador e irresistible. Al igual que Alicia, la nueva generación de hacedorxs millennials acepta el riesgo de manera inconsciente porque la curiosidad es más fuerte. Esa curiosidad, en el fondo, anida algo trascendental: una lucha por la identidad.
Meterse en el túnel no ofrece resultados seguros. Probablemente del otro lado se encuentren con frustración, refritos y copias de la copia de la copia (como Trent Reznor lo explicitó para «Copy of A» en 2013 y en 2021 Gladyson Panther & lusio lo trapearon en «Copypaste») pero el riesgo vale la pena. El viaje es transformador.
Los desarrollos inesperados, errores, fallas y disrupciones conjuntas pueden desencadenar un proceso experimental saludable y decididamente necesario para mantenerse frescos.
En Pop del Presente y del Futuro esas posibilidades de curiosidad creativa y experimentación tecnológica a la distancia (cada uno desde su casa) obtuvieron un resultado sonoro con elementos de pop, psicodelia, trap e hyperpop. El larga duración marca un nuevo capítulo para el joven Gladyson Panther: volver a cero para empezar nuevas páginas. No se trata de un borrón y cuenta nueva, es un nuevo capítulo en su libro de vida.
Soft Boys, sin quererlo, termina resultando en una pequeña cátedra de sofisticación donde ambos socios creativos sientan las bases para un universo que podría expandirse en un futuro con merecida razón. El EP es consistente, marcando una sintonía de pop global fresco que aporta un color elegante al circuito local de sonidos grooveros. Tal vez el resto de la escena no lo sepa, pero la dupla Chiljud/lusio tiene la capacidad de otorgarle un cierto toque de sofisticación a la fuertísima escena groove y rap local.
Muchos de los trabajos que fue haciendo lusio arrancan desde la simple idea de probar. No hay una premisa a rajatabla ni el objetivo de alcanzar un concepto concreto craneado con anticipación. “A ver qué sale”, dice. “No tengamos prejuicios”, refuerza. En un punto parten desde la plasticidad de un PLAY que significa tanto como jugar como tocar.
“Si hay una palabra para definir a lusio es feeling”, observa Pedro Lyricko compinche cercano que quincenalmente se junta con el productor simplemente para compartir beats. “Se re deja llevar por lo que hace. Creo que no le importa la técnica, se enfoca más en lo que siente”, aporta el rapero que también participa de Sombra con el feat «24» .
El rapero también destaca que lusio tiene una PC llena de sonidos novedosos y experimentales. “Cuando uno escucha lo que está saliendo en Rosario en términos de producción musical, lo que produce lusio te hace preguntar si vive acá o en otro planeta”, apunta Lyricko.
Finalmente, Pedro señala una lección que aprendió la primera tarde que se juntaron: “no le sale bien el café”. No todo es color de rosa.

lusio disfruta la potenciación que significan los feats. Luego de colaborar en más de 25 tracks propios y ajenos, ya tiene una considerable espalda en el asunto. Solo entre Soft Boys y Pop del presente y del Futuro se cuentan ocho feats.
En su cabeza (o en sus oídos) siempre está fantaseando con eso: con quién divertirse, con quién probar, a quién contactar. La gente amiga se le viene a la mente, pero también abre el juego a otros. De esa forma, el panorama se fue expandiendo.
Dejando de lado los movimientos estratégicos que surgen desde el departamento de marketing de las compañías, los feats ofrecen posibilidades múltiples. Por un lado logran desarrollar conceptos de producción sobre la idea trazada de antemano. Al mismo tiempo, sobre la marcha, la química de trabajo lleva lo estipulado a otro lado, generando sorpresa, saliéndose de lo predecible.
De la misma forma en que irrumpe lo inesperado, en ese hacer del feat anidan posibilidades de enriquecimiento mutuo: ambas partes aprenden, generando un cultivo edificante. Además, al enlazar colaboraciones desde ámbitos estéticos alejados, el feat genera visibilidad entre proyectos, acercando nichos y público.
Seguir el timeline de feats de lusio sirve como ventana a sus proyectos principales, pero también a más de una quincena de propuestas musicales jóvenes dispersas por la ciudad. De esa forma el feat se convierte en algo más, ganando cualidad de GPS, delineando un mapeo de una movida que hace años rebasó lo netamente perceptible en las fechas en vivo o en las formalidades de haber publicado un disco. Mientras que el circuito en vivo agoniza desde hace años y la pandemia llegó para apretar aún más fuerte, detrás de cientos de IP se ocultan una cantidad no censada de gente activa. La posibilidad de tender lazos hacia todas esas personas mediante procesos colaborativos permite una visibilidad saludable corrida de redes, industria, productoras y algoritmos selectivos.

Fiel a su creador, Sombra llegó de manera discreta, completamente ausente de una pompa promocional. No obstante, se trata de un trabajo consistente que resiste la calificación de ser un simple compendio de feats.
Sombra es un disco directo que despliega su carácter de forma continuada, casi sin silencios entre sus tracks. Lo frontal del trabajo se advierte incluso en una cuasi temática involuntaria que atraviesa las diez canciones: temor sin explicación aparente donde el sujeto se siente atrapado en una soledad acompañada.
Más que un disco pandémico, Sombra se siente como una condensación del espíritu de una época marcada por una hiperconexión aislante donde los sentimientos reales quedan relegados a un detrás de escena del avatar que presentamos diariamente.
Por último, Sombra es una postal impertérrita del saludable escenario joven rosarino, que permite el lucimiento de una selección de talentos locales por fuera de sus ropajes habituales.
Sin forzar a nadie, lusio es tanto productor como conductor, guiando a la tropa a circunstancias poco predecibles. La confianza lograda de antemano generó el primer paso necesario hacia lograr un disco sólido con tintes algo lóbregos.
Si Soft Boys y Pop del Futuro y del Presente lograron sublimar el bajonazo pandémico, Sombra lo confronta hasta inocularse, aceptando parte del sinsabor omnipresente en nuestro cotidiano.
Con varias ideas en la cabeza, lusio propuso que cada invitadx se hiciera cargo de las letras. Hubo libertad de idioma y estribillos. Eso tuvo un resultado positivo que evita sentirse demasiado seguro en canciones, por momentos, algo escurridizas que exigen una repetición.
Abriendo directamente encontramos «Into the sand» el feat de Amelia, un The Cure a la bedroom pop donde la narrativa rayana al universo de Neil Gaiman encuentra buen complemento en la base que propone lusio. Aquí Amelia se transforma en una voz dorada de las FM de los 90, irradiando pop alternativo para uno de esos hits de radio universitaria vieja escuela.
Dando un paso adelante hacia un clima más oscuro, Lichi se adueña de «Voy a enfermar» dando lo mejor de sí como vocalista en la canción más pegadiza del disco.
Pablo Holsman en «Fucsia», probablemente sea el más cómodo entre los claroscuros de Sombra, debido a eso su feat es ideal. Uno de los vocalistas más ricamente imperfectos de la ciudad, Holsman entrega una performance vocal donde se siente suelto y libre de cualquier deber ser.
lusio buscó un equilibrio orgánico que finalmente logró. Sin embargo admite que no tenía idea cómo iba a quedar el disco. Planear algo de principio al final es imposible, reconoce, pero esa certeza fue parte del disfrute.
“Busqué mi estética para el disco, quería que sea bien mío, que me represente. Se nota que cada persona plasmó su estilo en cada tema”, admite el productor silencioso.
“La gente del disco es muy talentosa”, comenta. “Se trata de gente muy enfocada en lo que hace. Me pone contento ver tanta gente unida en una misma cosa, aún cuando son de palos diferentes”.
Asimismo, lusio destaca a Fermín Sagarduy, quien estuvo a cargo de la masterización. “Está en un nivel enorme, altísimo”, señala sobre el multifacético músico, productor e ingeniero de sonido.
“Fue bueno mostrar la versatilidad. Siento que hay talento en la ciudad”, comparte.
lusio tiene mucho para decir sobre una Rosario que lo va formando desde los encuentros espontáneos que suceden simplemente por caminar la movida.
Su espíritu inquieto se turna entre las horas enfrascado en su estudio y un caminar que lo lleva donde ocurren las cosas. De esa forma atraviesa cualquier gueto estético para disfrutar de lo que acontece.
Hay gente talentosa en cada lugar”, señala. “Excede lo estrictamente musical: pienso en Andrés Yeah, que nos hizo la tapa de Soft Boys. Fue un honor haber laburado con él. Me parece tremendo lo que hace, es de otro nivel”.
“Siento que Cundo es un artistazo. Hay bandas como Los Cristales o Bubis Vayins que son tremendas, las re admiro”, comenta sobre el final.
Se siente rodeado de talento. Eso lo hace sentir muy bien, lo hace seguir adelante. “Me alegra mucho vivir en Rosario” .
Probando cosas y preparando café para sus invitados, lusio sigue jugando. Es un PLAY abierto al futuro, aún cuando la oscuridad se acrecienta.
Continuará.

Por Lucas Canalda + Renzo Leonard

 

 

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