QUIZ RAPTILIANO #47: LA WATSON

Quiz >  Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala

 

 

Sofía Alvarez alias “La Watson” es artista, dibujante e historietista colombiana. Nació en Pasto y creció en Cali. Se recibió de Bellas Artes en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá.
Más tarde, su constante movimiento la llevó a tierras argentinas donde reside desde el 2012. Dibuja animales, diosas del fuego e historias de amor de desconocidos. Publicó dos novelas gráficas y un libro de pinturas: Un beso así (Musaraña ed. Argentina); Tres Veranos (Ed. Maten al Mensajero, Argentina); Sofía y los animales (Galería Ed. Argentina).
Recientemente inauguró la muestra “Una isla”, conformada por 40 pinturas en acrílico que narran sus vivencias cotidianas en la ciudad de Buenos Aires. La muestra puede visitarse, mediante cita previa, en la Galeria Mar Dulce (CABA).


¿Cuál es tu humor por las mañanas?

Generalmente es bueno, no tener que madrugar es de las mejores cosas que me pasó en mi adultez (de niña me levantaba a las 5am para ir al colegio y lo odiaba). Poder manejar el tiempo también. Decidir si trabajo en la mañana o en la tarde o en la noche es un lujo. Desayuno con calma, leo las noticias, y depende del día elijo la hora. Tuve épocas en que trabajaba mucho de noche, creo que es mi hora favorita, aunque no es la mas apta por la ausencia de la luz natural.

¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?

Mi primer primerísimo trabajo, fue en una heladería de Cali, Colombia, a los 18 años, en el salón de videojuegos controlando el tiempo que los niños pasaban en cada aparato. Aprendí que los niños pueden ser perversos y que tengo un interés nulo por los videojuegos, básicamente porque nunca desarrollé esa habilidad.

¿Quién es tu héroe/heroína? ¿Por qué?

Nadie en particular, aunque admiro muchas personas. Cuando pienso en esa pregunta, sin embargo, no puedo dejar de pensar en las Madres de Soacha (madres de personas ejecutadas extrajudicialmente en Colombia). Tienen muchas cosas en común con las Abuelas y Madres, con sus diferencias de contexto, claro. Las admiro porque no se cansan, porque resisten a pesar de todo.

¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras dedicarte a pintar?

Ver dibujitos animados donde uno de los personajes pasaba una brocha y aparecía un paisaje, la volvía a pasar y era el interior de una casa, y luego un jardín y así. Flasheaba mucho con eso. Pensar en esa posibilidad de cambiar la realidad me explotaba la cabeza. Creo que ahí empezó todo.

¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?

Sí, un poco, hace unos años cuando me di cuenta que estaba trabajando 100 % para ellas. Después me relajé un poco, también la rueda empezó a girar sola y equilibré esa cuestión.

¿Qué tipo de placer culposo disfrutás a escondidas?

Veo todos los días las noticias de Colombia y Argentina varias veces al día, como buena ñoña que soy, no lo puedo evitar. A veces también las de Perú y por ahí cada tanto las de Ecuador, España y el NYT.

¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?

Sí, es ahí donde por lo general nacen las ideas. Si todo el tiempo estoy frente al papel todo puede dejar de fluir. Tampoco al otro extremo. Hay que saber equilibrar. Caminar, ver pelis, escrolear, leer, y todo lo demás genera muchas ideas. Nunca se sabe cuando llegan.

¿Cuál es tu límite con el consumo irónico?

Me parece que no tengo ese tipo de consumo.

¿En algún momento sentiste paranoia sobre los algoritmos?

Hace poco dibujé un comic con una viñeta que transcurría en una cocina y dibujé el tarro de detergente, juro que no lo verbalicé, ni mucho menos lo gugleé. Ese mismo día me salió propaganda: mismo producto, misma marca y mismo color… ¿Quéee?

Para la mayoría de lxs artistas, desarrollar una voz propia va precedida primero de una fase de aprendizaje y, a menudo, de emular a otros.
¿Cómo fue esto para vos? ¿Cómo describirías tu propio desarrollo como artista y la transición hacia tu propia voz?

Aprendí con gente que siempre admiré. Cómo decís, uno empieza un poco imitando, absorbiendo y experimentando. Yo no hubiese hecho cómic de no haberme juntado con mis amigas dibujantes historietistas en bares a charlar y dibujar. Aunque lo mío siempre ha sido la pintura, me dejé llevar y terminé publicando dos novelas gráficas. Es inevitable absorver lo que hay a tu alrededor, y con las redes sociales todos nos alimentamos de todos. Ya todo un poco está hecho, me parece, pero nadie lo puede hacer como lo haces vos, con tu propia mirada, con tu propio trazo, con tu propia paleta de color. Ahí está la clave.

¿Cuál es tu dinámica cotidiana para generar ideas? Como lector siento que para vos salir a la calle o dejarte permear por diferentes vivencias es muy importante para generar notas mentales.

Sí, últimamente me pasa que salgo a la calle y puedo ver mis propias pinturas vivas. Eso me encanta, porque identifica mi mirada, incluso para mi misma, de la cual no soy muy consciente. Empiezo a encontrar cosas en común, cosas que me interesan, a veces tomo fotos, a veces notas mentales. También lo que me pasa me inspira así sean boludeces, como que una paloma se posó en mi hombro después de ponerme la vacuna. Eso lo dibujo y lo disfruto demasiado sin tanta elaboración.

¿Cómo te llevás con tu rastro digital y tus primeros trabajos? ¿Te ponés detallista y crítica con ese pasado o sos más relajada?

Me relajo, una fue lo que fue y tenés que aceptarlo, es parte de un proceso. Obvio miro dibujos de hace 8 años y me da entre ternura y cringe y me hago la pregunta ¿cómo le pudo gustar esto a alguien en algún momento dado? Después entiendo que hubo gente muy amorosa que me rodeó, y me incentivó y me mostró que sí era posible, a la cual le debo un poco lo que soy ahora.

Sos parte de una generación que creció desarrollando y publicando sus trabajos por cuenta propia.
Trabajar de esa forma permite una libertad hermosa, pero también puede resultar abrumadora esa enormidad.
¿Alguna vez necesitaste la mirada externa de unx editorx, curadorx o alguien que te ayude a tomar perspectiva?

Sí, en momentos determinados. A veces esa mirada aclara las cosas. Me pasó sobre todo en las novelas gráficas y es que cuando vos mismx estás metidx en la historia, pensás que hay cosas que son obvias, y no necesariamente es así. Ahí entra esa mirada que le da luz a la historia, que la desenreda, y en definitiva, ve cosas que unx, por estar tan metidx no ve.

Una constante en tu vida fue vivir en diferentes ciudades, conociendo diversos países y sus respectivas idiosincrasias. Casi que hubo un nomadismo en tu juventud.
¿Podrías decir que esos cambios y relocalizaciones ejercieron una influencia en tu arte?

Totalmente. Se nota en cada cosa que hago, el solo hecho de hacer varias cosas en varias técnicas es un reflejo de ese movimiento. Me aburro fácil, cambio rápido y me adapto. Luego vulevo y cambio. A veces es algo positivo, pero a veces te puede jugar en contra. En la última época estoy tratando de concentrarme en una sola cosa: la pintura, aunque coqueteo con el dibujo y tampoco dejo de pensar en novelas gráficas que tengo pendiente hacer.

¿Tu paso por la Universidad de Bellas Artes sirvió para ayudarte a definir tu camino de manera clara? A veces lo académico también puede traer frustraciones y desorientar.

Uy sí, las dos cosas. Por un lado me parece fundamental la interacción con otros estudiantes y con profesores. También me enseñaron más a pensar que cualquier otra cosa, lo que se llama “el concepto”, y eso también complejiza la producción, para bien y para mal. Por otro lado te da unas bases académicas que te pueden cuadricular la cabeza, pero en un punto también vos podés decidir despojarte de ellas, en definitiva pienso que es más enriquecedor poseer ese conocimiento, aunque no es tan necesario si investigas y experimentas por tu lado.

Lograr una visibilidad es importante, pero combinarlo con una conexión es un logro muy diferente. Vos siempre tuviste una respuesta muy sincera de la gente en varios frentes: muestras, publicaciones en redes, libros.
¿Cuándo empezaste a notar que tu trabajo generaba una empatía con el público?

No tengo la mas remota idea, aún me lo pregunto con cada cosa que hago. Eso sí, agradezco infinitamente esa respuesta, me hace sentir parte de algo.

A casi cinco años de “Retratos e historias de amor”, ¿cómo recordás esa experiencia de desarrollo cuasi colectiva?

Hermosa y agotadora. No puedo creer que ya pasó tanto tiempo. Extraño mucho ese tiempo, también prepandémico. Lo más lindo era poner cita en café, no tener idea de cómo se ve esa persona y llegar y encontrarla con una simple mirada. Pero debo confesar que terminé un poco quemada, no se cómo hacen los psicólogos, y eso que yo escuchaba historias muy bellas, algunas con finales tristes, pero hermosas al fin y al cabo. Fueron muy pocas las que me desencajaron, en el mal sentido, tal vez un par, que me dejaron de cama y tuve que hacer una pausa larga, de meses. Parece exagerado, pero no sé cómo explicarlo. Fueron historias muy fuertes que me afectaron demasiado. Siempre que hablás con alguien hay un intercambio energético, y nunca sabes con quién te vas a encontrar. Esas dos historias las escuché por el azar, no me buscaron ni los busqué. Simplemente llegaron a mi y no tuve mucho cuidado. Mas allá de esa mala experiencia, fue un tiempo maravilloso, la gente me contaba sus historias con mucha generosidad, y yo escuchaba atentamente. A muchos, si no a todes, los empecé a querer. También subí varios kilitos entre factura y factura que no pude volver a bajar. No sé si lo volvería a hacer, pero lo recuerdo con muchísimo cariño. De todas maneras no lo considero cerrado, pues tengo todo el material, que algún día vivirá en forma de libro? Pinturas? Película? Ya se verá, no tengo apuro.

 

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