CLARA MIÑO Y LA REBELDÍA DE LAS COSAS

Desmarcándose de una vida segura Clara Miño encuentra en la rebeldía de las cosas una posibilidad de subvertir la obviedad cotidiana.
Paola Santi Kremer dialoga con la artista posibilitando un espacio desde el cual se proponen diferentes formas de vinculación y de creación.

 

La Rebeldía de las cosas

Los ojos y la boca emergen de la profundidad de la tela oscura de una máscara, que a su vez se hunde en la textura de otra tela: dos ojos y una boca flotando en una tela que flota en otra tela del más intenso animal print en que otros ojos, narices, bocas, caras sin cuerpos componen un paisaje de poder animal. Son miradas tranquilas de panteras, miradas que no parecen cazar pero posiblemente eso sea lo que las hace más peligrosas. Flotan sin cuerpo en un paisaje absurdo en que el patrón del pelo de una pantera sirve de fondo para la proliferación de una misma cara del animal. Podría ser absurdo, pero en este momento es un juego, una pelota entrando al cesto, la cara enmascarada que se pierde entre las miradas simultáneamente dulces & peligrosas de las panteras. Animal sobre animal print. La cara enmascarada sí tiene un cuerpo. Un cuerpo sentado en el paisaje que parece estar en algún lugar entre la alerta & la relajación, como una pantera que puede estar por meterse a un río o tragarse a otro animal; no se sabe. Un cuerpo paisaje animal que descansa y ataca, ataca descansando, como si las dos cosas no se pudieran separar. Sin ningún esfuerzo es un cuerpo paisaje que puede estar por sumergirse en un río o tragarse a otro animal. Viste un short que podría ser de boxeo, el torso desnudo con cintas aislantes forman dos X que tapan los pezones, no tiene cara, tiene tatuajes que entran en el animal print como las caras de las panteras; tiene caras de panteras que entran en el cuerpo como tatuajes.


Sobre todas las caras que no son ninguna cara, sobre el paisaje animal sobre animal & animal print, hay otra pantera, una aparición que tiene la fuerza de una santa, la tranquilidad de una santa: esa también tiene cuerpo, es completa y llena todo el espacio del mundo, de ese mundo animal & animal sobre animal en el que se mezcla, en el que es completamente ella misma. La aparición es ese paisaje y tiene a todo ese paisaje adentro, es el paisaje y ese paisaje la completa. Mira la cámara que saca la foto como quien mira a un río o a otro animal en poder & tranquilidad: el poder de quien no pide nada, no necesita nada, un poder de gata.
Descansa feroz & tranquilo en el instagram de Clara Miño ese paisaje de panteras & poder, ese alguien que no es nadie, podríamos ser muchxs, y sin embargo se trata del cuerpo, ojos, boca y máscara de la performer & directora Juliana Facchinello. La imagen descansa & ataca junto a otras en que arte & vida no son cosas separadas, ambas guardan la posibilidad de desubicar las cosas de los lugares que les fueron asignados en el mundo: la de un ataúd lookeado, forrado con una tela rosa acetinada como vestido de quinceañera, otra en que Clara ranchea sobre una lápida, una en que ella está sentada sobre el inodoro de su baño incendiado; ella bajando la escalera del cielo mientras controla con las manos la levitación de un cuerpo, que es el suyo; una en que se la ve montando otro inodoro en la vereda (se lo podría estar garchando), seguida de una imagen de una obra de Sarah Lucas en que una escultura de la mitad baja de un cuerpo hace el mismo gesto; se puede ver una estrella de David hecha de chorizos crudos, con velas y una foto suya; se ve a Divine de Pink Flamingos donde estaría la estatua de algún prócer; la cara de Clara en un cuerpo tamaño bebé vestido con una ropa de chancho con capucha y orejitas, que a su vez está sobrepuesto a un basural; la foto de una pintura suya hecha sobre un plato descartable de repostería en que su cabeza sin cuerpo fue cortada como una torta y adentro lo que se ve es torta; su cara pegada a una reproducción gigante de la famosa obra de Banksy de una persona tirando un ramo de flores como una molotov con una amiga suya posando en frente; se puede ver su intervención en el baño del CEC en que objetos comunes del baño dialogan con una simbología del amor: un limpiador de inodoro atraviesa un corazón; un destapador de inodoro destapa otro corazón; sobre un rollo de papel higiénico se lee escrito en cursiva con batón: te amo. Se puede ver su cabeza sin cuerpo tirada sobre una cama que sobrevuela un paisaje; una persona con la lengua bien abierta, como con un hambre antropográfico & erótico, ante una bolsa colgada de infusión de sangre; se puede ver su torso desnudo cubierto por un libro eclesiástico; una estatua de ángel parece suplicar por una seca del cigarrillo que la mano de Clara le pone en la boca; se puede ver a Clara sosteniendo su propio pie decepado que a su vez sostiene un cigarrillo del que parece estar fumando; Clara en una selfie con un collar del que cuelga una tuca de cigarrillo en que se puede leer Phillip Morris; etc.

Cuando la conocí éramos las dos más hippies, o por lo menos nuestras ropas. Tal vez por alguna tendencia de rebeldía en los años 10 que no termino de descifrar, pero seguro vinculada al hecho de que las dos habíamos llegado a Rosario no hacía mucho, luego de experimentar un poco de nomadismo por el sur de Latinoamérica. Yo lucía polleras largas, pelos largos, aros largos, patrones andinos auténticos y también de apropiación cultural. Ella, por lo que recuerdo, sobreponía estampas, shorts a calzas, telas de un mundo circense-psicodélico. Creo que estamos muy diferentes, ahora, mientras estoy sentada en su living. Yo me visto cada día más como mi vieja en sus momentos de gloria, un look al que llamo hot monster cat mom, estilo que voy descubriendo y expongo sin miedo de dar de comer al psicoanálisis. A Clara la veo demostrando un gusto por las bermudas y remeras largas de colores oscuros que resaltan sus piernas llenas de pequeños y medianos tatuajes dispersos en excelente composición. Diría que su look tiene una onda de jugadora de basket existencialista. También en estos años se fue volviendo una de mis artistas favoritas que viven acá, y no lo pienso solo yo, creo: consiguió una beca para estudiar en la Universidad Di Tella que la volvió noticia local, exhibió sus obras en el Museo Castagnino, en el MACRO, en el Centro Cultural Parque España, entre otros espacios. Participó de residencias y del 1° Salón Nacional Jamaica Posible en la Galería Jamaica, en el que recibió el Premio Sergio De Loof. También realizó Trascendencia Improductiva, su primera muestra individual, curada por Nancy Rojas en la galería Estudio G.
Me gusta tanto lo que hace que me tatué una obra suya en la cola. Ella me la tatuó. El tatuaje viene de dos obras que calculo que son parte de una serie: una es un cuadro tipo naturaleza muerta en que un centro de mesa sostiene muchos limones que tienen las puntas pintadas de rosa, lo que las vuelven pezones; la otra es una foto de un limón con la punta pintada de rosa, transformado en limón-teta, con un tatuaje que dice te amo dentro de un corazón flechado.

La representación como frontera

Llegué más temprano, Clara todavía cursaba una clase virtual del Di Tella. Me lavé las manos, saqué las botas, abrí el vino por la mitad que traje de casa. Quise sacar hielo pero la puerta del congelador estaba atorada y tuve miedo de romperla. Nos pusimos a escuchar la clase juntas. No llegué a entender bien lo que decía la profe, pero tenía que ver con la representación latinoamericana y no europea en un proyecto curatorial de Didi Huberman que después me trató de explicar. Estaba relacionado al concepto de supervivencia a partir de la noción de atlas de Abi Warburg, un armado de curaduría que parte de un procedimiento similar al de armar un atlas. Se distribuyen obras sobre una mesa, en principio libremente asociadas, para entonces observar qué caminos llevan una a la otra, qué tipo de red emerge: “Una forma no lineal y cronológica de pensar la Historia del arte, donde lo que importa son las supervivencias de las imágenes en esa historia a partir de infinidad de modos de asociación entre ellas.”
Hablamos un poco sobre el mundo de la representación, nos paramos en fronteras como la de la necesidad de que las instituciones y espacios de poder sean ocupadas por otras identidades y a la vez el riesgo de que muestras con categorías como de mujeres refuercen discursos limitadores de la existencia. Clara mencionó el interés en trascender esas categorías mientras seguir respondiendo a ellas conforma una “imposibilidad de pensarnos a nosotros mismos más allá de esos modos de los que ya se sabe, o lo que se supone que somos por asumir una identidad tal”. Se pregunta a qué es funcional la creación anclada a formas de existencia que no trascienden los códigos sexogenéricos:  “te corrés de algo para entrar en otra cosa que sigue siendo una mierda si sólo elegís entre las opciones identitarias que ya están dadas, si se sigue produciendo algo con los mismos códigos, símbolos, categorías de lo que se supone queremos abolir. Se puede pensar que las categorías identitarias son prescriptivas del ser, más que posibilitantes de una real emancipación.”
Le conté que volví a hacer talleres de poesía, con Rocío Muñoz Vergara. Tener que escribir algo me sirve. Ni que sea, como me pasa en general, escribir cualquier cosa 15 minutos antes de ir para no llegar con hojas vacías. Siento que cursaría talleres toda la vida, más que darlos. Es difícil comprometerse con una misma.

Clara Miño: Parece que todo el tiempo lo podés postergar. A mi me genera como una cosa, no sé, me empiezo a sentir del orto. Me empiezo a sentir mal de no encontrar esos momentos, porque no es no encontrarlos, es que no los estoy haciendo.

Paola Santi Kremer: Creo que una vez te comenté de ese artista de Brasil, Hélio Oiticica, uno que a partir de una instalación suya salió el nombre de la Tropicalia. Hay un texto de Oiticica sobre el poeta que investigo, Waly Salomão, que habla sobre la dificultad de generar las condiciones para la creación pero también para la vida, porque las dos cosas no están separadas. El loco habla de generar las condiciones como una búsqueda imposible porque un día es diferente del otro, entonces lo que una encuentra como condiciones para crear un día va ser diferente de otro día. Para que la vida suceda dentro de la vida. Pensando en Waly que hace justamente eso de derrumbar esa frontera, para que la creación en la vida sea una forma de sacar a las personas de esos roles programados de los que hablábamos. Entonces generar las condiciones no es simplemente para la producción artística, es para la vida.

CM: Incluso creo que encontrar el momento para producir o materializar algo es posterior de algo que ya se había dado que es lo más interesante. Esa cuestión de materializar la cosa es tal vez un tipo de imposición del “ser artista”.

PSK: Y nunca va a haber una cosa, a cada cosa que hagas, una cosa diferente tal vez la genere.

CM: Creo que es permitirte cierta permeabilidad o predisposición. Que las condiciones pueden estar dadas y puede ser cualquier cosa. Creo que el ejercicio es, ante esas condiciones, que capaz ni las generaste y sin embargo están ahí, saber verlas. Capaz que no las estás generando, pero podés verlas y hacer algo con eso.

PSK: ¿Como un paso más allá de las condiciones, tomar una perspectiva que permita trascenderlas, o por lo menos verlas?

CM: Una forma de vincularte con lo que está dado. El mundo ya está ahí. Las cosas simplemente suceden, de una forma impredecible; la vida misma. Si estás abierta a leer eso como una posibilidad creativa, surge algo, creo que quizás ahí está la poesía. No después en el texto que escribiste, en la foto que sacaste, en la pintura que pintaste, etc. Sino en esa relación con el mundo, eso que viste como una especie de revelación ante algo que no esperabas que suceda.

PSK: Claro. En mi caso, igual, creo que existen cosas en el plano del tiempo o material que puedo intentar hacer para ubicarme en esa predisposición. Yo trato de hacerlo leyendo, ponele, robo voces y con ellas formas de leer las cosas.

CM: Supongo que lo podés encontrar en cualquier otro lugar también.

PSK: ¿No tenés un lugar al que ante la necesidad podés recurrir para producir? ¿Es que producir es una mierda, no? Digo, para encontrarte en ese lugar del que hablábamos.

CM: Creo que las cosas que me han resultado más interesantes surgieron como asociaciones de cosas, o una construcción mental de una imagen que no estaba buscando, charlando con alguien, haciendo cualquier cosa, por eso digo que para mi es una especie de predisposición. Porque siento que cuanto más me preocupo con las cosas materiales o de la vida normal y rutinaria, más me desconecto de permitirme ver el mundo de otra manera, o enfocarme en ciertos detalles no funcionales a ese cotidiano. Creo que el arte es una construcción de una mirada sobre las cosas. 

PSK: ¿Qué cosas te vienen interesando si pensás en la construcción de una mirada? ¿Es una pregunta de mierda?

CM: No, no sé…

PSK: ¿Creo que lo que quiero decir es, qué cosas te vienen interesando? Más allá del producir o no. Qué palabra de mierda.

CM: ¿Y con qué otra se puede reemplazar?

PSK: Y, solo se me ocurren otras palabras de mierda. Invento una palabra de mierda ahora, ebria: vulcanizar.

CM: Ahre. Me gusta. Creo que tiene que ver con lo que te decía, la exigencia de generar un producto, cuando no creo que pase por ahí el ejercicio artístico o la situación poética, o el descubrimiento de algo poético. No sé si es un descubrimiento. Bueno sí, puede ser. No sé porqué necesariamente habría que generar un producto.

PSK: Creo que no hay, me refiero al instante ese que a veces resulta en otra cosa o no.

CM: En realidad sería construir una forma. Para no decirle producto.

PSK: De una. Vivirla, ¿no? Verla, sentirla. ¿Hay algo últimamente que te acerca a la erupción?

CM: No sé si lo tengo ordenado. Debería.

PSK: No creo. Hoy leí un poco a Sontag, porque compartiste un fragmento suyo esta semana. Lo voy a arruinar pero dice algo como que si una sensibilidad ya está armada, es una idea, no es una sensibilidad. No quisiera preguntarte sobre la idea. Sino cosas que te hacen sentir cosas. O lo que sea. O lo que me ibas a decir, ¿qué me ibas a decir?

CM: Ahora te digo. ¿Querés hielo? Siento que hay una pregunta constante que creo que tiene que ver con los vínculos entre cosas que no tiene que ver con lo funcional o utilitario. Cual puede ser el papel de las cosas más allá de su función utilitaria, o las funciones para las cuales son concebidas. Y cómo las podés poner a operar en otros sentidos, cómo hacer para que produzcan otros sentidos.

PSK: Es que para mí, ahí está todo. Porque todo, incluso los objetos, lo pongo entre comillas porque decimos objetos y eso ya es una forma que pensamos para las relaciones, las congelamos en esos lugares, de ahí pensamos las relaciones sujeto-objeto, y yo estoy hablando de eso, de los objetos, del caloventor, que cuando salen de los roles asignados, cuando los sacás de ahí, en definitiva estás poniendo a todo en movimiento, todo en el teatro del mundo, todos los roles que fijan las cosas y personas en lugares. Cuando movés algo, es como que se revela ese teatro y todo se vuelve móvil, adquiere la posibilidad de desubicarse y transformarse.

CM: Sí. Creo que eso es algo que me interesa mucho. Pensar desde ahí las posibilidades de las cosas. Y que pensar las posibilidades de las cosas es pensarme a mi misma, digamos.

PSK: O sea los roles que te son asignados y que una adopta, o no.

CM: Hmhum

PSK: El limón-teta… me encanta, me genera risa, calentura y ternura. Para mi hay un gesto de amor hacia un limón, hacia un objeto, al que le das amor, lo tratás amorosamente, hay un vínculo afectivo con el limón, al mismo tiempo en que es algo erótico para mi, porque es una teta… digo esto pensando en la cita que publicaste de Susan que yo también tenía subrayada… de no hacer una hermenéutica del arte, sino una erótica del arte, entonces pensaba en como mi cuerpo se relaciona con él (limón-teta), qué me genera físicamente.. es un gesto erótico junto al limón, y ahí lo sacás del lugar de objeto, como algo simplemente receptivo, porque tu intervención de una forma resalta algo que el limón ya manifiesta en su forma, la similitud (de alguna manera escondida por las formas en las que nos relacionamos con él) con una teta. Creo que es una obra que se hace junto con el limón.

CM: Es algo que ya está ahí, es una cuestión formal, es cuestión de poder verlo. Ver esa forma y asociarla con otra. Una analogía un poco obvia, tal vez.

PSK: No creo que sea obvia ni que eso sea relevante, creo que lo importante son las relaciones establecidas entre las cosas y como las desestabilizás.

CM: Me gusta pensar cómo puede ser la rebeldía de las cosas. Cómo se pueden rebelar de esas funciones para las cuales se suponen que existen. Qué otras cosas pueden hacer, generar, qué otros sentidos pueden evocar. Y cómo esos nuevos sentidos pueden iluminar o generar preguntas en torno a una misma, en torno a la producción de nuestras propias subjetividades. La potencia de las cosas, más allá de la obviedad de para qué se supone que existen. No sé si es infinita la potencia de las cosas. Pero supongo que es amplia y que sólo es susceptible de ser puesta en evidencia a partir de la experimentación con ellas.

PSK: Puede llegar a ser infinita, creo que vivimos en el lenguaje que conocemos y eso solo nos permite llegar a ver hasta cierto punto.. No sé, se me ocurre el choclo como alimento divino, como algo extremadamente poderoso, a lo más vacío de cualquier cosa, incluso de nutrientes… creo que puede haber infinitos poderes en las cosas.

CM: Es real que esas funciones se inscriben en un momento y una cultura. Un objeto que hoy implica tal y tal cosa en otro momento y cultura implica otra.

PSK: Sí. Por eso también me encanta la idea de buscar mi relación con el limón-teta sacando el protagonismo del lenguaje & el pensamiento, buscarla en mi cuerpo. Te decía que me hace sentir un gesto afectivo tuyo hacia & con el limón… también me lo tatué en el culo, vos me lo tatuaste… y es algo que para mí es erótico, ponerle limón a mi culo porque mi culo es algo que se come, así como es erótica la imagen de una teta en mi culo y las dos se potencian. Pero después también está lo de la risa, siento un principio de risa cuando veo el limón-teta, algo humorístico difícil de explicar…

CM: Y sí. En el humor mismo hay un gesto de poner en un lugar diferente algo que iba en otro lado. Implica otra manera de habitar un espacio.

PSK: Claro, y a la vez pienso que cuando se desubica algo de formas humorísticas en una obra, se termina descolocando a todas las relaciones que involucran la obra en ese tiempo y espacio. Por ejemplo, lo que se espera de una artista, el lugar que se le asigna. Al mismo tiempo en que se desubican las relaciones con el limón y sus utilidades, abriendo un campo de relaciones que se revela en su infinitud desconocida, termina poniendo en tensión y abriendo también las relaciones que atraviesan lo que se llama arte. Hay algo de lo que se espera de una artista, atravesado por las instituciones y etc., que tropieza en ese gesto, y que potencia lo humorístico de la obra. Creo que el ejemplo más intenso de esto pensando en contexto y efectos podría ser el urinario de Duchamp.

CM: Sí, fue un gesto sumamente irónico, creo que fue pensado desde estos términos incluso. Es muy fuerte que una especie de chiste terminó cambiando la historia del arte.

Nos fui llevando a un callejón sin salida mientras tratábamos de entender o definir el humor. Quería decir que cuando una artista o poeta realiza un gesto humorístico que pone en tensión las relaciones que atraviesan el arte, en un sentido abdican de cierto lugar de autoridad, un lugar vertical de concebir la creación como alguien que detiene un saber, para ponerse en un lugar de quien juega, de quien comparte, más horizontalmente, un poder, y hay siempre algo de auto ridiculización en eso. Una auto ridiculización que es la fundación de un poder de transformar y transformarse.

 

Formas del nomadismo

Clara dormía en la casa de una señora a quien cuidaba mientras su baño se prendió fuego en la madrugada. Un vecino de un edificio enfrente vio el fuego por la ventana y llamó a los bomberos que lo pudieron contener rápidamente. Dice que siente llegar tarde a todo mientras oscila entre dos o tres trabajos que incluyen pintar juguetes y tatuar, y las clases del Di Tella que a veces duran cinco o seis horas. Cuenta que cada semana alguien debe mostrar su producción: describen formalmente un conjunto de obras, sin lugar a la interpretación de la artista que muestra. Después, entre todes intercambian comentarios, asociaciones, ideas, impresiones. Tiene compañeres de todos lados porque este año el programa -al ser una edición exclusivamente online- se enfocó en dar lugar a gente que no hubiera podido cursar presencialmente en Buenos Aires.

Hablamos de lo difícil que es tener varios trabajos y meter cráneo a estudiar, la importancia a la vez de concentrarse en algo para salirse de una misma, estar en otra cosa. Le conté cómo transitó el privilegio de entrar a mi primer trabajo estable después de años de conciliar varios trabajos informales, los estudios y los deseos para la escritura. La tranquilidad de saber que se va poder pagar el alquiler habilita poder depositar esa energía de preocupación en otro lado: “una parte tuya queda colgada de ese no saber si vas a poder pagar el alquiler, y saber que sí es como si te devolvieran una parte del cuerpo, y poder usarla para otra cosa, para vivir”.  Pensamos sobre como eso relega el arte a personas privilegiadas, y a la vez no. A la vez cómo esas imposibilidades o limitaciones pueden generar cosas interesantes, si se logra vivir realmente, no estar renegando constantemente en esas condiciones, sino viviéndolas genuinamente. Si se logra de alguna forma, por momentos, relajar en la falta. Algo difícil de imaginar en el contexto de una ciudad. Un lugar delicado de conversación del que hablamos reconociendo los privilegios de nuestras experiencias de trabajo informal y precarizado.

PSK: Quisiera pensarlo desde un nomadismo, un nomadismo de la experiencia. Pervertir la lógica de la estabilidad como única posibilidad de vida. La inestabilidad territorial, afectiva, sexual, incluso financiera, sin nunca dejar de tener en cuenta mis privilegios, como un nomadismo en esas experiencias que es rico de otras experiencias. Obviamente hay un límite de inestabilidad soportable, es algo sobre lo que no se puede pensar sino con la interseccionalidad. Me refiero a un malandraje para transitar cambios y adversidades, moverse tratando de sostener el placer, una mirada humorística y seductora a la incertidumbre. Me cuesta, aun con todos mis privilegios, pero lo busco, hacer trampa a la idea de que una solo puede estar bien cuando hay estabilidad.
¿Cuando nos conocimos las dos habíamos vuelto no hacía mucho de pequeñas experiencias nómadas. ¿Cuánto tiempo habías estado?

CM: Re sí, un año.

PSK: Yo estuve cuatro meses que duraron años.

CM: ¿Por dónde estuviste?

PSK: Salí de Brasil, bajé por Uruguay, entré a Argentina, pasé por el norte: Bolivia, Perú, Chile, entré por Mendoza. Pasé por San Luis donde tengo familia que no conocía, Córdoba, y llegué a Rosario.

CM: En cuatro meses todo eso me parece una barbaridad.

PSK: Arranqué con una amiga, nos peleamos en Buenos Aires, y después seguí sola. Me crucé con unas amigas pero Cuzco fue donde me quedé sola y sin un peso. Y ahí me empezaron a pasar cosas, un loco me agarró en la calle en la madrugada, me metió la mano en todos lados, otra noche un hombre de escabio nos agarró a piñas a mi y a una compañera de trabajo. No me podía ir porque no tenía plata. Llegaba al hostel y me sentía re sola.

CM: ¿Qué onda Cusco? Yo no estuve ahí, pero escuché muchos relatos del horror..

PSK: Hay una tensión brutal de la colonización que sigue, que no es tan diferente de lo que pasa acá. No es al pedo que yo conseguí trabajo al toque. Blanca, hablo inglés, listo. Y es eso, el centro de Cusco super turístico. Los propietarios de casi todo son blancos, muchas cosas son de europeos, incluso. Seguí viaje ya toda cagada, me pasaron muchas cosas más, sobre todo en Valparaíso. Yo sentía que desde Cusco ya estaba medio en cualca, no registraba bien las cosas, dónde estaba, solo sabía que tenía que seguir. Con una tensión constante, en la nuca, que me ponía rara incluso cuando no pasaba nada. Pagué con un bolso de monedas que alguien me había dado un pasaje hasta la frontera con Chile para seguir a dedo desde ahí. O sea que desde ahí, tuve la violación en el cráneo por el resto del viaje.

CM: Yo nunca hice dedo sola, siempre estaba con alguien

PSK: Sí es que para mí no va, o sola, o sin guita. Una de las dos cosas está bien, pero las dos juntas no van.

CM: Claro, nosotros no teníamos nada de plata pero íbamos juntos. Creo que nos conocimos unos años después de que yo volví. Tomé un tren a Tucumán que me salió 36 pesos, en el 2015. 21 años tenía. Cuando me fui pensaba que quería viajar por un año. Y fue muy loco porque me deportaron de Ecuador en la fecha exacta en que se completó un año de viaje. Fue muy fuerte simbólicamente. Desde ahí empecé a pensar: ten cuidado con lo que deseas porque realmente se puede cumplir, incluso por fuerzas externas.

PSK: ¿Por qué te deportaron?

CM: La visa de turista se había terminado. Primero te meten en cana, no es como una prisión normal, en realidad es un hotel, pero del que no podés salir. Nunca hubiese podido pagar un hostel así, estaba realmente bueno. Estuve 20 días, incluyendo navidad y año nuevo. Conocí personas en situaciones muy diferentes a la mía. Vi un poco de la violencia ejercida contra ellas. Una de las chicas era de Haití y estaba tratando de llegar a Brasil para ver a su hijo que estaba por morir ahí. Y Ecuador la iba a mandar de vuelta a Haití, desde donde no iba a tener el dinero para viajar a Brasil, que era donde realmente necesitaba llegar. Había sobre todo gente de Venezuela, Cuba, Haití, que iba a Ecuador a juntar unos pesos, a tratar de salir de situaciones de pobreza. Sigo hablando con algunas. En el año nuevo pasó algo bastante emocionante para mí, una especie de asociación de cubanes en Ecuador, que se ayudan mutuamente comunicándose vía Facebook, cayeron a la prisión con comida para celebrar el año nuevo, fue increíble. El viaje en general fue una experiencia increíble, pero terminé muy agotada. No sé cómo me hubiese vuelto si no me hubieran deportado. Quedé un tiempo sin querer viajar después de todo eso.

PSK: Pensaba sobre eso… un nomadismo literal, geográfico, por la experiencia que tuve, ya no me interesa más. Pienso en un semi nomadismo, me encantaría vivir de nuevo la experiencia de extrañeza con un idioma, hablar raro, un sentirse ridícula todo el tiempo, que te corrijan, y ver algo lindo en eso también. Pero a la vez es demasiado todo al mismo tiempo, la movilidad sumada a lo económico, lo afectivo, todas las necesidades de una todo el tiempo en jaque.

CM: Yo estaba muy feliz, nunca me sentí más libre que cuando empecé a viajar. Me fui con plata para sobrevivir un mes y viajé durante un año, sabía que si dependiera de la plata no iría a ningún lado. Claramente construimos necesidades. En esa experiencia las necesidades son otras, es el día a día, incluso eso es algo que me gustaría recuperar: dejar de pensar en pos del futuro, si la vida finalmente es esto, no hay otra cosa, es el momento presente y ya. Es como si todo el tiempo estuviéramos proyectando y viviendo en pos de una cosa mejor en el futuro, eso es realmente agotador.

PSK: Eso es lo que tiene el nomadismo, vivir un ahora total. Pero creo que hay otras formas de vivir el nomadismo, ¿no? Incluso que en el arte & en las formas de existir que no corresponden con los roles que se nos imponen, como cosas inseparables & que se habilitan una a la otra, creo que el nomadismo sigue estando, aunque no esté el movimiento geográfico.

CM: Podría seguir estando, no siento que esté en mi vida. Termino entrando en una vorágine de estrés, anclada a responsabilidades y cosas que hay que hacer.

PSK: Pero, ¿hay fugas de eso?

CM: Creo que sí, que la experiencia del arte es una fuga a eso.

PSK: Creo que en alguna medida todo el mundo tiene formas de fuga de sus propios vínculos con lo material y lo geográfico…En un sentido creo que esas experiencias de nomadismo siguen sucediendo en nosotras, se van transformando en otras formas de nomadismo. A mí el viaje me transformó brutalmente, de una forma dura pero que agradezco mucho. Como una experiencia radical de apertura a formas de existencia que no quedan quietas, que no se estancan.

CM: Cuando volví, tuve la experiencia del viaje un poco reprimida, me quise desligar un montón, como si hubiese querido estabilizar mi vida de nuevo. Antes de irme estudiaba psicología y militaba, el viaje fue una forma de cortar con eso. Me permitió desconectarme por completo de esa vida que estaba viviendo. Una vida que qué se yo boluda, salí del pueblo, vine a Rosario a estudiar psicología andá a saber por qué, qué va a saber una a los 18 años eligiendo lo que supone quiere hacer el resto de la vida. Irme fue desconectar de todo eso. Y cuando volví mi única certeza era que quería estudiar arte. Me quería instalar en Rosario para estudiar arte.

PSK: ¿Tuviste un momento en que se te surgió esa certeza?

CM: No sé si hubo un momento. Pero estaba mirando esa certeza, sabía claramente qué quería hacer. De hecho cuando lo empecé a hacer, en el primer año de la facultad estuve muy feliz, re en esa, quería mucho hacer eso. Después se fue desgastando, pero sigue siendo lo que me interesa y me permite vivir ciertas cosas que disfruto.

PSK: Es como llegar a un cierto punto cero viajar de esa forma, desvincularse de todo, salir de todo eso y sentir ese ¿y ahora qué? Me acuerdo que en la escuela yo no tenía idea de lo que quería hacer, consideré cosas que hoy no tienen nada que ver conmigo. Buscaba los patrones de lo que significaba tener poder en la escuela y a la vez sentía mucha incomodidad en eso. Hasta que mi mamá trajo a casa reproducciones de fotos de exiliados de una muestra de Sebastião Salgado en que trabajó, y así empecé a querer estudiar fotografía, y de eso pasé al periodismo, pero no tenía idea. Después de periodista pasé a trabajar con producción cultural, y ahí me di cuenta de que todavía quería estudiar pero no sabía qué. Me mandé al viaje con esa incógnita. Y tuve un momento en la Isla del Sol, en Bolivia, un lugar realmente poderoso, en que me quedé dormida leyendo a una poeta, Ana Cristina Cesar, pensando sobre sus poemas, y me desperté con la certeza de que esto era lo que quería estudiar. Fue un momento epifánico. Pero creo que hay algo de eso, de irse de todo lo que una piensa que esperan de una, de todas las relaciones que en algún sentido nos atan a ciertas cosas, como un limón que se vuelve teta. Te vas del lugar ese, en que tenés relaciones establecidas que te asignan funciones.

CM: Es muy fuerte, es un ejercicio total de desprendimiento. Finalmente nada te ata -aparte de vos misma encarnando ciertos mandatos- a los lugares en donde estabas. Ahora he sentido de nuevo ganas de irme, y siento una imposibilidad, pero ¿qué hace que una no pueda irse?

 

Paola Santi KremerRenzo Leonard Ph

 

 

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