TRAS LA ESTELA DE DON CORNELIO: POZOGUERRILLEROIRASCIBLE EN ROSARIO

Pozoguerrilleroirascible es la biografía coral de Don Cornelio escrita por el periodista Santiago Segura. El libro se presenta el viernes 15 de septiembre en Mal de Archivo (Urquiza 1613), a las 19 hs, con Diego Giordano y Mercedes Ianniello acompañando al autor. Pablo Comas, invitado especial, estará a cargo de las canciones en vivo.

“Si no estás preparado para todo, no estás preparado para nada”. La frase pertenece al escritor Paul Auster, aunque se aplica a las 440 páginas que componen PozoGuerrilleroIrascible, una construcción coral de la historia de Don Cornelio, una de las bandas más identitarias de aquel rock argentino que supo gestarse en el calor subterráneo para encenderse de popularidad desde las fauces de la bestia discográfica que intentó -en vano-metabolizarla.
El libro del periodista Santiago Segura llegó en 2022 -editado por Vademécum- logrando una revisión sobre vida y obra del grupo liderado por Palo Pandolfo, justo en medio de un periodo de renovación de la escena under, que tiene a las nuevas generaciones husmeando de discos y experiencias de un tiempo fundamental de nuestra historia musical: los 8o.
El viaje de Don Cornelio parte desde la inocencia hacia la creación de música sin igual. El trayecto, marcado por las fuerzas centrípetas, estalló en un arte genuino. La aventura no duró más de seis años, pero dejaría una obra irreducible que sería objeto de fascinación para los olfatos poéticos de varias generaciones.
Contando con la presencia de los integrantes esenciales de la banda (Palo Pandolfo, Claudio Fernández, Alejandro Varela y Federico Ghazarossian), además de casi todos los talentos que pasaron por sus distintas formaciones, la dimensión de la banda toma un espesor humano, apelando a una sinceridad sin estridencias.
Apostando por el detalle, Segura consigue un relato orgánico que evita la perspectiva necrológica que propició la muerte de Pandolfo en julio de 2021, presentando una historia que, además de sentirse viva, ostenta dosis considerables de complicidad afectiva, logros artísticos y estertores paranoides propios del hastío de una época que, socialmente, fue explotando de manera irremediable. 
PozoGuerrilleroIrascible acompaña cada estadio del grupo de Flores, desde su formación adolescente hasta el estallido masivo, con la rotación en FM novedosas y artículos en las revistas especializadas que marcaban tendencia y dictaban sentencia. Eventualmente, los éxitos radiales de Don Cornelio y La Zona darían paso a una revulsión en forma de obra capital: Patria o Muerte.
Con paciencia, las páginas del libro capturan la tensión constante que Palo Pandolfo sostuvo entre creación-industria-exposición, caminando entre balizas de sublimación metafísica y golpazos en la vida real. Si bien el foco se concentra en Don Cornelio, se reconocen actos reflejos y reacciones que Pandolfo sostuvo a través de toda su carrera, tanto en el plano solista como en esa otra maravilla musical que fue Los Visitantes. 
El título se desprende de «Tazas de té chino» y su estilización todopegadosinespacios se contagia del ejercicio poético que hace a la canción, un revoltijo de historia política argentina desde una cotidianidad de clase media relatada en clave de ejercicio découpé dadaísta. Esa virtud infecciosa que caracteriza a la brillantez imperecedera de la banda abunda por todo el libro. PozoGuerrilleroIrascible se lee con voracidad, saltando del arco principal hacia diversas subtramas que, paulatinamente, van trazando un tapiz impresionista de los ochenta, enriquecido por el lenguaje, hábitos, traumas, inocencias perdidas, desengaños y aciertos de decenas de personas. De esa manera, Segura logra una transversalidad que, rebasando a Don Cornelio, ofrece complementos sobre el Oktubre de Patricio Rey; el derrotero iniciático de Daniel Melero como desarrollador de talentos en brutos; la expansión de Rock & Pop como monopolio del rock; la improbable aventura de sostener un sello discográfico independiente en épocas de estudios elefantiásico; o Calamaro cimentando su fábrica de hits. Segura, sin calma, hasta presenta anexos sobre el descubrimiento casual de Pericos o episodios míticos como la primera visita de The Cure. 
PozoGuerrilleroIrascible se insinúa como algo más que un simple libro: parece un desprendimiento necesario que nos debíamos para seguir disfrutando de la banda; revisando una obra que, a la distancia, fue logrando una luz única forjada por belleza, violencia y catarsis. 

-Si bien el libro se enfoca en Don Cornelio, pronto se torna en una criatura difícil de domar porque resulta siendo una detallada crónica oral de una época compleja, que pone la lupa en lo contracultural, la construcción independiente dentro de una industria de pocos.
¿Podrías precisar el momento exacto en que tomaste consciencia que el libro era algo más que Don Cornelio?  

Creo que desde que empecé tenía esa idea. En realidad, la propia historia del grupo lo pedía: antes de llegar al disco, los Cornelio ya tenían la venia de los Redondos y Melero; luego grabaron su debut con Calamaro como productor en tándem con Mario Breuer; al poco tiempo fueron acto soporte de Fito Páez y de Iggy Pop. Esos son unos pocos ejemplos de cómo, en muy poco tiempo, Don Cornelio se conectó con mucha gente, de la industria y no tanto (en especial a partir de Patria o muerte hay una especie de lado B de la historia que también es muy interesante). Resultaba imposible ignorar todo lo que pasaba alrededor, y en particular ese movimiento pendular del grupo ente la industria y el under: una de las grandes tensiones de la historia. A la vez eran pibes muy inmersos, cada uno a su manera, en lo que llamamos cultura rock. Por lo demás, lo afectivo siempre está en juego en este tipo de proyectos, en especial cuando sos joven e ingresás en este universo: tu primera banda la armás con amigos; ya si sos un músico profesional es probable que no. Entonces, desde el vamos, todos esos elementos tenían que estar. El subtítulo del libro es “Don Cornelio y La Zona, una historia de los 80”. El juego ahí es que la de Don Cornelio es una historia más de las miles que hubo en esa década crucial por tantos motivos, en particular para el rock; y, por otro lado, ese “una historia de los 80” refiere (y espero que se entienda que no es pedantería) a esto que señalás: que el libro no es solo Don Cornelio, sino ellos y todo lo que les pasaba de cerca. 

-La construcción oral del libro parece estar siempre abriendo nuevas subtramas: el testimonio de alguien inmediatamente linkea a otro dato o hecho.
Hablamos de un trabajo periodístico de investigación yendo detrás de hechos, curiosidades, guiños y más. En la lectura uno agradece semejante laburo. Al mismo tiempo, pensaba ¡ES UN MONTÓN!
¿Cuándo y cómo fuiste editando? ¿Qué priorizaste? 

El laburo total tomó unos cuatro años y medio. Aparecieron nombres (y por ende testimonios) nuevos casi hasta último momento. Por el propio carácter del libro, esas apariciones influían directamente en la edición: había que agregar y quitar ante cada novedad. Supongo que siempre termina el día que entregás (aunque te diría que la investigación no terminó: sigue apareciendo material de archivo, siguen apareciendo personas con alguna historia para contar). La prioridad fue tratar de reflejar de la manera más acabada posible la historia de un grupo que tuvo un paso muy fugaz dentro de la historia del rock argentino, pero con un peso muy grande. Como su existencia se dio en años en los que yo era una criatura, tuve que hacer un rescate de momentos y lugares que no vivencié como adulto. Intenté que la investigación periodística fuera al detalle para complementar lo que contaban los protagonistas y que todo fuera lo más fidedigno posible. Las notas al pie a veces llegan a ese punto que señalás: es un montón. Sí, ¿y? Don Cornelio era un montón, hicieron un quilombo bárbaro en un lustro de carrera y nadie jamás había profundizado demasiado. La historia lo exigía y entiendo que puede ser abrumador. A la hora de editar, si bien hay situaciones recurrentes o que por momentos pueden parecer repetitivas (me pareció bien machacar sobre algunos aspectos), busqué que los testimonios fueran certeros y que cada uno mantuviera su espíritu, su voz, más allá de que siempre se interviene en mayor o menor medida para acomodar la oralidad. En ese sentido, creo que quedó un libro honesto y visceral. Y en lo no dicho también hay información, espero que alguien se haya dado cuenta.


 – ¿Cómo considerás la relación de Palo con el éxito y la exposición a través de su carrera? Es un músico del under, pero con una sensibilidad en la cultura popular. Además de «Ella vendrá», con Los Visitantes logró clásicos que hoy son parte del cancionero popular. 

En su carrera persistió esa tensión entre estar dentro de la industria o ser un artista más indie, para usar palabras de ahora. Es algo que lo hace único como artista, haber estado siempre en ese linde y mandar todo al carajo una y otra vez. Cada vez que se habla de Palo, sea en Cornelio, Visitantes o solista, se menciona el autoboicot. Y aunque podría decirse que hay algo de eso, también creo que se trató de autoconservación. Era un tipo muy sensible, y la industria te chupa y te pasteuriza, salvo que seas un artista de verdad. A él nunca se lo pudo morfar, Palo siempre fue un animal indomable. Incluso cuando había momentos de su carrera en los que parecía buscar un centro, la cosa terminaba por desbocarse. Se veía en sus shows: arrancaba tímido, como contenido, y al final estaba desparramándose por el suelo, a los gritos. Un artista de verdad, consciente de cómo se manejaba todo. Creo que cuando sentía la amenaza de ser un producto, se bajaba. Por supuesto que tuvo hits, y podría haber tenido más todavía, porque tiene un repertorio bellísimo. Hasta Patria o muerte, que no tuvo hits, podría haber tenido un par. Y Siervo, el disco que tenía grabado y salió luego de su muerte, no se puede creer. Es demasiado crudo y hermoso. 

-El archivo de Claudio Fernández parece ser un tesoro en sí mismo. Es extraño que nunca haya hecho algo con toda esa  data, una muestra o un libro. ¿Tuviste acceso a ese material? 

El archivo de Claudio es un tesoro, no parece. Es. Y Claudio es un tesoro en sí mismo, no sé si él lo sabe. Por suerte, entre todos estos locos había un coleccionista que fue guardando todo. Aportó su archivo para unos cuantos libros y para la reciente muestra que se hizo en el Museo Histórico Nacional sobre el rock argentino de los 80. Pero lo mejor de todo es que se está haciendo un documental de Don Cornelio con la parte audiovisual de ese archivo, unos cuantos videos de shows y situaciones de sala de ensayo. Y por supuesto que pude ver y escuchar algunas cosas. Es un material impresionante, emotivo, poderoso. Es Don Cornelio en acción, imagínate: una banda de rock totalmente en una, rompiéndola. La gente que estuvo ahí va a volverse loca (y no es para menos). Cada visita a la casa de Claudio es una aventura: siempre aparecen las carpetas, los casetes con ensayos, las revistas, las pinturas. Él está orgulloso de lo que hicieron y, gracias a su laburo de conservación, puede mostrarlo. No solo tuve acceso, sino que también me regaló más de un flyer y una acuarela que pintó Palo. Lo escribo y me emociono. Son papeles, pero para los entusiastas como nosotros son bastante más que papeles. Y sé lo que significa ese material para él: es su vida, ni más ni menos.

– ¿Por qué envejeció tan bien Patria o Muerte?

A veces hay respuestas elementales: porque es un discazo. Porque es un disco de rock fresco y salvaje. Una respuesta posible: porque no tiene ningún vicio de producción de época, cosa que a lo largo del tiempo puede marcar (un poco) para mal a una buena obra, en particular en la música. Se me ocurren como ejemplo los discos de jazz-rock de fines de los 70 o principios de los 80; incluso buena parte de la obra de grupos contemporáneos a Don Cornelio: siempre hay algún tecladito fiero o alguna programación pedorra, aunque hoy haya un retro-ochentismo que vindica esos sonidos. Desde Serú hasta Virus, digamos, grupos con un repertorio notable, pero con algunos detalles que escuchás (al menos me pasa a mí) y hoy suenan medio demodé. Eso no sucede en los discos de Don Cornelio, tienen una vitalidad que atraviesa toda época. Escuchás Sticky Fingers, Raw Power o los primeros discos de los Pixies (enumero cosas que en apariencia tienen poco que ver entre sí, pero tal vez comparten una esencia) y la sensación es la misma: todo es salvaje y está bien puesto. No tengo que decirlo yo, ¡es evidente! Lo insólito es que siga siendo un disco bastante poco escuchado, todavía es una joya a descubrir. Tiene un aire repelente y resentido que me fascina, esa es otra respuesta posible. Envejeció bien pero es difícil de penetrar. Cuando entraste en su euforia derrotista, lo amás.

– El fallecimiento de Palo sucedió en pleno proceso de elaboración del libro. ¿De qué forma afectó ese proceso?

Imaginate. Como el culo, hermano, cómo va a afectar. Todavía lo pienso y no puedo creer que Palo no está acá. Habíamos hablado dos días antes, estaba respondiéndome consultas por WhatsApp porque el libro ya estaba en un 80 % o más, y en esa revisión me puse a mensajearlos a todos para despejar algunas dudas. Estaba la posibilidad de juntarnos -se estaba abriendo un poco el asunto pandemia- y quedó todo ahí. Además de lo personal, afectó en varios sentidos: todos los testimonios estaban en presente, por ejemplo. Decidí no editarlos a los que fueron antes de que muriera (la gran mayoría). Pero todo el final del libro cambió: amplié los capítulos posteriores a la separación del grupo, que eran justo los que estaba trabajando; agregué una declaración de Palo hablando de acontecimientos previos a Don Cornelio como apertura del libro… y bueno, es incalculable pensar en todo lo que afectó. La alegría de haber podido contar esta historia nunca será completa, porque Palo no pudo ver el proyecto terminado. Entre otras cosas, esto era un homenaje en vida para una banda de artistas divinos y se convirtió en un homenaje post-mortem. Merecían un reencuentro y nunca sabré si se hubiera dado. Eso me hacía gran ilusión, y terminó siendo en el Centro Cultural Kirchner para saludar al compañero caído. 

Santiago Segura nació en San Miguel, provincia de Buenos Aires, en 1986. Su camino en el periodismo se siente como una militancia y una apuesta por la cultura independiente. Actualmente colabora con medios como LaAgenda e Indie Hoy. Previamente, pasó por las filas de Soy Rock, Rock Salta, Silencio y ArteZeta. 
Durante años llevó adelante el blog La Música es del Aire, donde publicó reseñas y entrevistas de artistas del circuito subterráneo y no tanto, apostando por visibilizar voces valiosas del mapeo musical argentino. Desde La Música es del Aire, además, generó relevamientos sobre el rock argentino con la participación de artistas de toda la geografía nacional, además de periodistas especializados y otros actores involucrados en la movida. Finalmente, por algún tiempo, Seguro llevó la experiencia del blog hacia la radiofonía, redoblando la apuesta, diseminando cultura emergente federal por la frecuencia modulada. 
El primer contacto personal con Palo llegó mediante los relevamientos que impulsó Segura desde su blog. Con el paso de los años aquel encuentro probaría tener influjos premonitorios de lo que habría de venir entre Segura, Pandolfo y el resto de la troupe: entre las encuestas sobre discos del rock argentino promovidas por La Música es del Aire, varios títulos de Don Cornelio y Los Visitantes se ubicaron entre los 50 más votados. Esas encuestas, una acción subterránea con intenciones de repensar el canon de rock nacional, generaron un ruido que llegó a los oídos del mismo Palo. Desde entonces el vínculo se mantuvo. El tiempo acercaría a las partes involucradas en ese devenir tangible que ahora es el libro.
PozoGuerrilleroIrascible llegó para coronar un primer ciclo vital para un profesional dedicado que, entre los vaivenes cotidianos de una Argentina inestable, planea su próximo movimiento. Mientras tanto, el libro sigue adelante, generando interés por el trabajo realizado, invirtiendo la típica ecuación: ahora es Segura quien se encuentra respondiendo frente al grabador, el micrófono o la cámara.  

 -Nosotros somos la última generación que creció leyendo artículos relevantes sobre cultura rock firmados por periodistas especializados en medios de comunicación masivos: diarios, suplementos, revistas dominicales, etc. Lo mismo para radio o TV abierta o de cable.
Además, existían publicaciones especializadas, de las que quedan pocas. Ese periodismo fue empujado hacia otro lado, especialmente a la Internet y a los libros. 
Los libros sobre música, en los últimos años, probaron ser trinchera de resistencia, debate y construcción para esa cultura. ¿Cómo fuiste viviendo en primera persona ese proceso?  

Me deprime un poco si lo pienso así. ¡Espero que no seamos la última! Hay una sensación generalizada de que nadie lee o a nadie le importa o interesa pensar la música, pero creo que sigue habiendo lugares, tanto en los medios tradicionales como en sitios especializados. En la presentación porteña del libro vino un pibe a pedirme que le firme el libro y me dijo que era el primer libro de rock que leía. Me flasheó eso, uno siempre cree que no lo lee nadie; y un poco también que los sub-30 ya no escuchan rock. Hay que buscarle la vuelta, en mi caso sigo consumiendo todo tipo de medios para estar al tanto de lo que sucede. No sé si los libros son trinchera de resistencia, es más: te diría que no. Son parte de algo lógico, y es que lo que llamamos cultura rock ya es una entelequia añosa. Los Stones, alguna vez representantes de la juventud, hoy están en la tercera edad (los tres que sobreviven). Son padres y abuelos. Si hablamos de una música/movimiento/cultura que ya tiene unos 60 años, es imposible que no suceda lo que está pasando. El rock ya es un folclore mundial, fue y es parte de la historia cultural desde que aparecieron los Beatles hasta hoy. Es interesante porque igual, incluso desde ese lugar de dinosaurio, sigue marcando agenda. Y aunque no creo que los libros sean trinchera de resistencia, sí puede que sirvan para el debate, o de mínima para la construcción o reconstrucción de una cultura y de lo que sucede con ella en el presente. Fijate que cuando Charly dice “muerte al autotune”, los pibitos del trap no salen a matarlo: al contrario. Dillom lo versiona (y no va al material obvio), Duki dice que es un referente. El rock como cultura alternativa, o que ofrece ciertas aventuras que otras músicas no, todavía marca un norte. Y ahí los libros pueden servir para repensar, sí. Pero el punto estará en que sigan apareciendo artistas que muevan algo la aguja o que sepan que en esa ¿contracultura? tienen un camino. Si solo quedan los libros, cagamos: primero tienen que estar los discos. Y un público que los escuche. 

– Venís agitando desde hace años en varios formatos: blog, radios, revistas, ahora en libro. Siempre buscaste mostrar algo diferente: lo emergente, lo federal, lo independiente, lo poco comercial. ¿Qué motivación hay detrás de todo ese esfuerzo y compromiso? 

No me hago cargo de todo eso que decís, pero te lo agradezco. Hago lo que puedo y no vivo (exclusivamente) de esto. La motivación es indagar en lo que esta cultura (perdón por insistir tanto sobre el término, parezco el Indio Solari) sigue ofreciendo como una alternativa excitante para vivir o, en el contexto espantoso en el que estamos, al menos sobrevivir y disfrutar de algo. El poder del arte es único, eso moviliza. Y con el tiempo vas conociendo personas que admirás, lugares que no conocerías, universos fascinantes (mucho pelotudo también, por supuesto). Por eso se elige seguir en la búsqueda. Hay gente que vive sin tener ninguna gran pasión, y a uno todo esto lo saca un poco de la vida ordinaria. La vida no puede ser solo pagar cuentas y laburar. 
Tampoco sé si las cosas me interesan por independientes, emergentes o poco comerciales: todos queremos que nos vaya bien. Sí creo que hay un gran universo por fuera de lo que la industria, al menos en Argentina, propone. No creo que Pels, Jimmy Club, Carmen Sánchez Viamonte; o Shaman, Botis y Florencia Ruiz, por nombrar algunos artistas que están haciendo cosas interesantes en el presente (algunos de ellos hace décadas) sean artistas valiosos por ser poco comerciales o independientes (ninguna de esas dos condiciones es un valor per se). Me interesan por lo que aportan a un mundo mezquino, por lo que dicen, por lo que hacen sonar y resonar, porque hacen melodías hermosas, porque son gente sensible y delirante o lo que sea. Lo mismo que me movió a hacer el libro de Don Cornelio: algo parecido al fervor, y las ganas de que el mundo entero escuche eso. 

Texto de Lucas Canalda 

 

 

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