Desde Santiago de Chile, el trío Estoy Bien cruza la cordillera con la estela de Apoyo Emocional, un disco que explora la angustia contemporánea sin solemnidad ni fórmulas rígidas. Con guitarras punzantes, gritos honestos y melodías que no temen a la dulzura, el grupo debuta en suelo argentino este septiembre. En su universo, el post-hardcore se mezcla con el pop punk, el math rock y los ecos de la MTV dosmilera, pero lo que importa es otra cosa: transformar la fragilidad emocional en una forma de resistencia. No se trata de nostalgia sino de supervivencia: cada canción funciona como una válvula de escape frente al vacío.
La banda se presentará el 13 de septiembre en el Club Cultural Matienzo, en una fecha organizada por Sad Pop Club. Hay expectativa, nervios y entusiasmo: detrás del ruido hay ternura, y detrás de la distorsión, una apuesta por la sinceridad de hacer música sin reglas.
Entrevista exclusiva.
Formados en Santiago de Chile en 2019, Estoy Bien es un trío integrado por Benjamín De la Fuente (Benje) en voz y guitarra, Matías Sandoval (Mati) en bajo y coros, y Alberto Pino (Pino) en batería. Su propuesta musical se mueve entre el emo, el pop-punk y el post-hardcore, con una estética que remite a los sonidos alternativos de los años 2000 y letras que abordan con honestidad temas como la ansiedad, la nostalgia y la inseguridad emocional. Desde su primer EP Lo que intentamos hacer, la banda comenzó a consolidarse dentro de la escena indie santiaguina, ganando seguidores por la intensidad y la entrega de sus presentaciones en vivo.
Sus shows se caracterizan por la potencia de su formación en trío, una energía visceral que se traduce en saltos, coros y catarsis compartida con el público. La fórmula “mosh + coro” es parte del ritual que los fans repiten en cada fecha, pero más allá del volumen o la distorsión, lo que define a Estoy Bien es su vínculo emocional con quienes los escuchan. Cada canción nace de un impulso autobiográfico, de experiencias concretas y personales que se proyectan hacia otros con una crudeza sincera y una autenticidad que se siente en cada estrofa.
En 2023 lanzaron su esperado álbum debut, Apoyo Emocional, producido junto a Carlos Doerr. El disco fue recibido con entusiasmo por la escena independiente y creció de manera orgánica, expandiéndose por Latinoamérica gracias al boca a boca. Ahora, con gran expectativa, Estoy Bien anunció su primera presentación en Argentina: será el 12 de septiembre en Club Cultural Matienzo, en Buenos Aires, en una fecha organizada por Sad Pop Club.
“Estamos muy muy emocionados de poder tocar en Argentina”, explica Benje desde Chile, en conexión con RAPTO.
“Para nosotros siempre es una alegría cuando llegan propuestas así. Nos hace mucha ilusión salir del país a tocar nuestra música, es algo que aún nos cuesta un poco dimensionar”, agrega.
“Saber que hay personas escuchándonos, o hay emoción desde allá también, y además que todo el apoyo que hemos recibido de Shis (Fuun, Sunlid) y de los chiquis de Sad Club. Todo va por sorpresa igual, es como ver que hay gente tan metida en el medio, metida en la música, tan apasionada por la música, y tan dispuesta a brindarnos como un espacio amigable, de confianza para ir a presentarnos, es de verdad un sueño”, comparte.
“Qué mejor que ir entre amigos. Nosotros, con Estoy Bien somos muy amigos, entonces poder darnos ese paseo finalmente va a ser realmente un sueño, estamos muy emocionados. Nunca hemos ido a Argentina, de hecho yo nunca he ido a Buenos Aires en toda mi vida, entonces estoy muy muy emocionado así personalmente, pero sé que los chicos también”.
Con Apoyo emocional, la banda entrega una propuesta honesta, intensa y técnicamente impecable que expone con crudeza el desencanto momentáneo por la vida. Podríamos hablar de una post-adolescencia extendida, o de la angustiosa entrada en la adultez dentro de un mundo cooptado por el capitalismo tardío, que parece avanzar sin freno hacia ninguna parte. El disco se presenta como un diario sonoro de emociones rotas, en donde cada canción funciona como una válvula de escape frente a la presión de existir.
Las canciones son crudas y agresivas, pero contrastan con la vulnerabilidad emocional de las letras. Buena parte del disco orbita en torno a un estado de fragilidad que no se oculta, sino que se vuelve motor expresivo. La resistencia emocional se impone como una forma de sobrevivencia: para no caer en el abismo, para no quedarse en la apatía digital, para no morir de amor, para lidiar con las expectativas ajenas o simplemente para sobreponerse a la rutina aplastante de la vida diaria.
Musicalmente, el trío se mueve con naturalidad entre géneros diversos y conectados entre sí como el pop punk, el emo-pop, el post-hardcore, el midwest emo y el power pop. Generalmente las canciones son explosivas, pero también saben ser sutiles, jugando con las estructuras al intercalar momentos de intensidad y calmas breves que parecen anticipar la próxima tormenta.
La producción es otro punto fuerte del álbum: los temas están magníficamente grabados, con un volumen balanceado y una claridad instrumental que permite apreciar cada arreglo con nitidez. Hay una sensación de urgencia emocional contenida en cada compás, pero también una precisión quirúrgica en la ejecución, lo que demuestra un trabajo minucioso tanto por parte de la banda como de quien está detrás de la consola, el productor Carlos Doerr.
En Apoyo emocional, el emo se tiñe de melodía y virtuosismo, con una musicalidad cercana al math rock o al hardcore melódico más sofisticado, reducida a su mínima expresión efectiva. La banda evita definirse a través de las fórmulas ajenas: rompe el ritmo con giros rítmicos abruptos, paisajes psicodélicos o momentos de introspección inesperada. Todo esto presentado con una producción que conoce bien sus elementos y elige sabiamente cómo utilizarlos.
Si bien el disco comienza con algunas pistas más convencionales, a medida que avanza va ganando confianza y frescura, encendiendo canciones memorables que entrelazan distintos géneros sin pudor. Nada en Apoyo emocional suena completamente coherente, y eso es parte de su encanto: la banda se aleja de cualquier solemnidad purista para entregarse a un enfoque híbrido, caprichoso y consciente, que apuesta por una sensibilidad propia. Se nota la presencia de un productor atento, pero también la libertad con la que el grupo juega con sus propias reglas.
En el contexto de la escena independiente latinoamericana, Estoy Bien no solo aporta un disco sólido, sino una declaración estética y emocional. La banda se posiciona entre una generación que no teme exponer su malestar, pero que también encuentra en la música una forma de reconfigurarlo, procesarlo y convertirlo en energía transformadora. Hay algo profundamente humano en la manera en que estas canciones subliman el dolor, como si fueran una conversación urgente con uno mismo a las tres de la mañana.
Apoyo emocional no viene a inventar nada, pero sí a recordarnos que el emo sigue siendo un vehículo válido para decir cosas que otros géneros no se atreven a tocar con tanta franqueza. La propuesta de Estoy Bien tiene una sinceridad que se agradece: no pretende salvar a nadie, pero ofrece un lugar donde sentirse acompañado.
-Me da mucha curiosidad la banda en vivo. Siento que la entrega física es muy fuerte, especialmente en lo vocal.
¿Cómo manejan el desgaste tanto físico como emocional que proponen sus recitales?
La banda en vivo, efectivamente, es bastante intensa la entrega. Nosotros siempre hemos tenido eso como base. Somos muy fan de bandas que lo dan todo de alguna forma en el escenario. Sin importar la audiencia, sin importar qué escenario es, si es algo grande o algo pequeño.
Nos gusta transmitir un poco esa energía no solo a nivel lírico, sonoro, sino que también quizás en la forma en que tocamos. Nos gusta tocar fuerte, por ejemplo, tener los amplis bien fuertes. Pino, que es nuestro batero, toca bastante fuerte. Y a mí me encanta eso, la verdad.
En un principio, quizás cuando recién empezamos a tocar, era algo bastante demandante físicamente, como yo tampoco nunca he recibido formación profesional como vocalista. Creo que fui adaptando mi técnica, escuchando un poco mi cuerpo, y me daba cuenta que si tomaba agua fría o una cerveza quizás, o algo helado, cantaba peor, no sé, claramente dejé de fumar, por ejemplo. Fumar era algo que hacía a veces antes de los shows por nerviosismo. Así que de alguna forma el pulir esa performance en vivo también me ha ayudado a mí a estar mucho más sano y mucho más en contacto con mi cuerpo, con todo eso. Y lo mismo para los chicos: creo que efectivamente son intensos los shows en vivo, y de alguna forma creo que fuimos aprendiendo a conocer nuestros cuerpos y todo eso para poder hacerlo y poder rendir finalmente como corresponde.
-Cuando se habla de Estoy bien aparecen referencias de post hardcore norteamericano. Sin embargo, encuentro algo valioso al querer seguir sus caprichos estilísticos. Hay algo con la tímbrica y con la producción: se animan a meter coros y voces en segundo plano, logrando otras capas, también incluyen saxofón como agregado. Además eligieron hacer un disco limpio, ideal para sonar bien en cualquier contexto, fuera la radio o Spotify.
¿Cómo piensan su música en ese sentido? ¿Sienten respeto por el género estricto o prefieren hacer la suya, sin miramientos a las reglas?
Este punto me parece interesante, creo que nunca lo habíamos hablado. Se hace mucha referencia a nuestra música con ciertos géneros. Se trata de conectar desde los medios con esa etiqueta, y si bien a nosotros, claro, hay bandas que nos encantan, bueno, claramente Fugazi cambió la historia para siempre y bebemos de ahí, o, no sé, bandas como At the Drive-in, bandas más modernas, quizás como Slow Mass, o más clásicas como Sunny Day Real Estate, son parte de lo que hacemos. Creo que nunca tuvimos una necesidad de responderle a una escena del post-hardcore o responderle a la escena del hardcore, o a la escena del indie, o del rock alternativo. Pero siento que tiene que ver un poco con que nuestro proyecto no nació con ninguna pretensión desde el punto de vista estilístico, simplemente llegamos a tocar. Entonces, cada uno venía un poco con una ensalada de influencias, y claro, está el aire del post-hardcore, pero creo que, no sé, así como está el post-hardcore presente quizás en algunas canciones, también está el pop-punk, creo que eso es lo que más nos conecta, somos fanatiquísimos de Green Day, de Blink, no sé, y quizás bandas del pop-punk mucho más cercanas al hardcore, como Saves the Day. También nos encanta Weezer, por ejemplo. Entonces, bandas muy melódicas, muy del pop, muy del hook popero, como este rollo quizás medio MTV. Siento que un poco eran la columna vertebral de lo que nos gustaba, y bandas quizás más modernas como Pup, que nos dejaban de tener este filo post-hardcore y muy punky, de alguna forma, pero con melodías muy bien trabajadas, el tema de las voces. Queríamos hacer eso un poco, tener filo, tener un poco la agresividad en la presentación, pero que en el fondo sean canciones dulces y recordables de alguna forma, sin dejar de ser melancólicas o ser de lleno emo o tristes.
También nos gusta la música quizás más experimental o vemos, quizás, nuestro espacio de música como un espacio para experimentar. Entonces, siempre nos parecía entretenido quizás lo que hace Ovlov, incluyendo saxos o lo que hace Tera Melos, a veces incluyendo saxos. Un disco de post-hardcore, o de indie rock pesado no tiene obligación de quedarse en el molde de lo que te espera de esos géneros.
Hay una canción que se llama «Las Ciudades», que yo diría que es el tema más emo del disco, es una canción muy personal para mí realmente y claro, tenía esta melodía, dijimos ¿qué puede hacer esta melodía aquí instrumento? dijimos ah, tenemos una amiga, Jajo, una saxofonista increíble y dijimos vale, dale, dale, hasta esta melodía sobre acá, la escribimos juntos y nada, como no perder esa sed o esas ganas de experimentar, de probar cosas, probar cosas que a veces no funcionan y otras que muchas veces sí funcionan. Siento que la banda es un espacio para experimentar y al mismo tiempo nos gusta mucho eso de poder presentar algo quizás en un paquete muy pop a veces o muy en ese rollo radial, pero que pueda tener filo, que pueda tener efectos quizás no tan convencionales o al mismo tiempo lo contrario, sino que como tener una canción quizás más cercana al post-hardcore coro y que tenga una dulzura, que tenga un hook como si fuese un tema de Weezer o no sé, como una balada de estadio de Green Day.
Siento que más allá de un respeto por un género, creo que a nivel musical no lo tenemos, como no tenemos una necesidad de responderle a un género, a un paradigma musical realmente. Sí respetamos mucho las escenas y el rollo comunitario que se puede tener en una escena, por ejemplo, acá como se mueve la escena del hardcore, es muy importante, es importante que hayan escenas del underground y como desde la contracultura finalmente nace la cultura, nace la vanguardia. Entonces eso es muy importante para nosotros y como ahí claramente es lo respetable, como se mueven aquí los chiquis del hardcore, por cómo se mueven allá en Argentina, la gente del indie también, y todos los cruces entre medio que hay. El nivel comunitario es lo que hay que respetar y hay que mantener esa tradición de comunidad, pero creo que a nivel musical las reglas están hechas para hacer rotas, me encanta cuando hay una banda hardcore que se pone a tocar Britpop o una banda indie que decide no sé, destruir sus vocales con distorsión, como que me encanta y creo que no se encanta en ese tipo de proyectos que fusionan cosas sin importar de dónde vienen o a dónde quieren llegar.
-¿Cómo fue trabajar con el productor Carlos Doerr? Parece que ambas partes se encontraron para algo superador.
El trabajo en conjunto con Carlos, puedo decir que fue realmente muy, muy cómodo trabajar con él. Es una persona increíble con quien hemos cultivado ahora ya una amistad, a raíz de la producción del disco, y de verdad que como músico llegar a trabajar con un productor con tan buena disposición, tan tanta como libertad, nos entregó mucha libertad al momento de querer crear capas. Dijimos, ya para un tema, grabemos una guitarra desafinada y un piano antiguo, ok, démosle, veamos cómo anda. Como que no quiso escatimar en tiempo de estudio para grabar esas locuras. Nos dio mucha libertad creativa como para seguir experimentando sobre las canciones que ya estaban armadas. Carlos brilla. Su trabajo creo que brilla por la dedicación que tiene como hacia la alta fidelidad en la producción, es una persona que sabe mucho de audio. De verdad era un placer estar ahí en el estudio viendo como esculpía los tonos, desde la batería, cómo equalizaba y dejaba comprimida la caja. Los bounces que sacamos del día de la grabación ya sonaban al disco, y eso es total mérito de Carlos y de su increíble habilidad que tiene como nivel sonoro y experiencia.
Creo que algo muy lindo que salió de ese trabajo fue que Carlos no necesariamente tenía un interés por el post harcore o el post punk. Creo que no son géneros que él acostumbra a producir. Ni siquiera es fan de ese tipo de género, pero eso le permitió tomar una distancia justa…como que fue la distancia creativa necesaria para que el disco fuese lo que tenía que ser. Fue importante elegir una dirección propia, dejando de lado referencias de nuestra escucha. Por ejemplo, no sé, Floral Green de Title Fight, que nos fascina. No. Quisimos producir música de la forma más hifi posible y eso resultó gracias a la distancia que Carlos tenía con el género. Eso fue resultó liberador. Cuando uno elige trabajar con gente afuera de tu área de confort es crecimiento puro. Entonces creo que Carlos nos sacó de nuestra comodidad y nosotros hicimos lo mismo con él. Es la mejor manera de trabajar. Sacó lo mejor de las canciones. Admiro mucho a Carlos.
-¿Qué sucede cuando un proyecto que nació sin un plan concreto, de repente, gana visibilidad y se van a tocar por todo su país y más allá? ¿Tuvieron que acomodar sus vidas alrededor de la demanda laboral de la banda?
Es una locura ver cómo evoluciona la banda y cómo todo esto partió con nosotros tres en una sala de ensayo, como juntándose a tocar, porque era quizás la única cosa que nos hacía sentir un poco mejor. Estábamos pasando por momentos muy oscuros de nuestras vidas, cada uno en lo personal, y nos hemos aprendido a acompañar y finalmente, la banda nos ha hecho mucho más amigos de lo que éramos antes.
Básicamente la banda se transformó en un trabajo part-time, no sé, para mí sigue siendo como loquísimo que una vez al mes tengamos una fecha y tenemos un equipo técnico trabajando junto a nosotros. Encima son amigos queridos, y poder ir a trabajar mostrando nuestra música junto a nuestros mejores amigos, no me queda nada más que agradecer. Siento que ya el hecho de tocar con mis amigos es suficiente, sea donde sea. Que ahora, en este momento de mi vida, pueda ser incluso una entrada económica que no teníamos antes, es algo increíble. Es una locura pensar en eso y me siento eternamente agradecido por lo que hemos logrado. Son años de trabajo como músicos. Digo esto teniendo muy en cuenta que estamos en Latinoamérica y acá lograr formalizar ese nivel de constancia para una banda es algo raro sin apoyo de mega sellos ni cosas así. De verdad que estamos eternamente agradecidos.
Estamos en ese proceso de tener que acomodar un poco nuestras vidas alrededor de la banda, nos ha pasado un poco. En particular Pino y Mati tienen trabajos de oficina que han ido variando a lo largo de estos años y algunos trabajos son mucho más permisivos con el tema de tomarse algún día libre o pedir algún día de vacaciones para poder ir a tocar, no sé, un martes, un miércoles, un viernes. Entonces hay un poco que poner en la balanza todas esas cosas y quizás para los chicos, para Mati y Pino, ha sido un poco más complicado. Se les presenta quizás más ese espacio como de cuestionamiento: ¿tengo que ir a trabajar o vamos a trabajar también, pero con la banda? En lo personal sigo con una vida freelanceada al ciento por ciento, entonces me puedo acomodar.
Sin duda estamos en ese proceso de reacomodar nuestras vidas. Vamos teniendo que poner en contraste nuestras vidas como profesionales de trabajo de semana y la banda, y es algo bastante difícil de hacer. Recién ahora estamos en este proceso. Nunca nos hubiésemos imaginado que una banda que nació para la sala de ensayo, iba a llegar a tocar fuera del país. Entonces, de verdad que estamos muy muy emocionados por esta vista a Argentina que se viene en septiembre. De verdad que tenemos muchísimas ganas de ir, creemos que va a ser increíble. O eso esperamos.
Por Lucas Canalda
Fotografías prensa Estoy Bien