JIMMY CLUB: UN NUEVO PERÍODO.

Jimmy Club presenta un fanzine fotográfico y vuelve a los escenarios con formación renovada en una noche de cartel compartido con Bubis Vayins en Distrito 7.

Luego de más de un año sin subirse al escenario, Jimmy Club vuelve a la música en vivo en una noche de cartel compartido con Bubis Vayins.  El concierto del D7 tiene una sensación especial debido a que, además de romper la quietud de quince meses sin tocar, será el primer concierto de una nueva formación luego de la incorporación del baterista Gabriel Rosignoli.
La ocasión también servirá de oportunidad para presentar un fanzine que recopila una selección de capturas analogicas que el fotógrafo Lucho Bargallo realizó en los cinco años de trabajo intimista junto Jimmy Club.
Mientras que las razones que convocan al viernes pueden enumerarse para destacarse en una gacetilla de agenda, se hace imprescindible mencionar que Bubis Vayins y Jimmy Club son dos de los grupos más atractivos para experimentar en vivo.  Su ausencia de los escenarios se hizo sentir fuerte, como una abstinencia de adrenalina y sensaciones irrepetibles que se hermanan con cada noche. Tanto Bubis Vayins como Jimmy Club sienten una aversión por la repetición: no hacen un show, explotan en sensaciones, buscando llegar un poco más allá. El viernes es tiempo de reencuentro, pero también de retomar una historia que se vio interrumpida por la pandemia.
De cara al concierto, Martín Miguez de Jimmy Club detalla con precisión el cierre del capítulo en la historia de la banda y cómo el fanzine fotográfico de Lucho Bargallo ayudó a recomponer los ánimos en tiempos alicaídos.

Bestiario mood, 2019.


Jimmy Club es una banda formada en 2015 e integrada por Lucio Sánchez en teclados, Efe en guitarra, Matías Bolzán en bajo y Gabriel Tano Rosignoli en batería, incorporado en 2020 luego de la partida de Serafín Treizième.  Míguez en guitarra y voz,  completa al grupo.
El quinteto cuenta con dos trabajos discográficos de larga duración: Aviones de Papel (2017) y Bestiario (2019). En ambos lanzamientos se destaca la psicodelia como hilo conductor entre sonoridades varias.
Tras la presentación oficial de Bestiario en el club de música Mono, a capacidad rebalsada, en octubre de 2019, Jimmy Club emprendió recitales en diferentes espacios de la ciudad, compartiendo escenario con bandas de diferentes camadas, estrechando un vínculo que daba cuentas que algo superador a lo estrictamente generacional se estaba formando.
Con un 2019 estimulante en términos de convocatoria, visibilidad en medios especializados y afianzar su estatus como vínculo intergeneracional en la escena rosarina, 2020 detuvo el impulso del grupo, obligando a sus integrantes a repensar otras formas de mantener la racha positiva.
A fines de mayo de 2020 publicaron  el disco Bestiario Remixes, siete canciones reversionadas en un beat electrónico y bailable por lxs artistas rosarinxs L’Aivan, Pastachuli, Fermín Sagarduy, Fede Baronio, Javi Utah, Vico Soul y Marcos Mosca.
2020, con sus inflexiones inesperadas, encontró a Jimmy Club con una nueva formación y reimaginando su futuro. A la par de nuevas canciones que fueron apareciendo, la banda se encontró flotando en una química creativa diferente: una nueva etapa había comenzado y llegaba libre de barreras para imaginar la música. La incorporación de Gabriel Tano Rosignoli, fue un factor determinante para abrazar un paso evolutivo que ya tiene algunas maquetas.
Con la nueva etapa, el trabajo realizado por el fotógrafo Lucho Bargallo destrabó un nuevo level: Sin quererlo, sus capturas ahora pertenecían a un capítulo cerrado en la historia del grupo.
El fanzine compila una selección de disparos que son testimonio fiel de la naturaleza evolutiva de Jimmy Club, haciendo de Bargallo un cazador de cercanía. Según el comentario del anuncio del fanzine en las redes, se trata de un material atraviesa “recitales, charlas de café y sesiones de estudio con su cámara como testigo”.
Desde las primeras fotos de prensa de unos adolescentes divertidos hasta instancias de quiebre, con la banda tomando vuelo en diferentes festivales o tocando ante algo más de 300 personas en la primavera de 2019, Bargallo fue armando el timeline definitivo del grupo. No extraña que ahora la banda utilice la obra de Bargallo para cerrar simbólicamente un primer periodo antes de salir al escenario para escribir las primeras líneas del que está por venir.
De acuerdo a la palabra de Miguez, el fanzine de Jimmy Club/Bargallo surgió frente a la necesidad de marcar el final de una etapa y el comienzo de otra. La segunda etapa de Jimmy Club arrancó en 2020, de manera silenciosa, justo en momentos en que el mundo se convulsionaba con la expansión sin fronteras del COVID-19. En el seno del grupo los cambios tomaban forma de manera irremediable con la salida del baterista Serafín Treizième.
“Creo que la salida de Serafín nos sirvió para hacerle frente a la realidad”, explica Miguez,  días antes del concierto en Distrito 7. “Después de tantos años tocando juntos, compartiendo ideas, emociones, frustraciones y muchísimas horas en estudios o salas de ensayo, se producen cambios en la dinámica de trabajo y en las relaciones de las personas que forman parte de un proyecto, que a veces pueden ser positivas, pero otras veces no tanto”, comparte.
“El año 2019 fue, probablemente, nuestro mejor año hasta el momento, pero lo que tuvo de fructífero también lo tuvo de agobiante”, señala Miguez, sin tapujos. “Desde los últimos meses de 2018 hasta noviembre o diciembre de ese año sostuvimos un ritmo de muchísimos ensayos, fechas, cenas, discusiones, reuniones creativas con otras personas, sesiones de estudio, sesiones de fotos. Tanto que quizás en algún momento llegamos a no querer vernos las caras por un tiempo”, agrega.
“No todo el mundo puede sostener ese ritmo, no todo el mundo tiene las mismas aspiraciones y Serafín decidió bajarse del proyecto por las repercusiones que este ritmo había tenido en nuestra relación”, afirma el guitarrista, compositor y vocalista.
“Creo que esto nos devolvió a la realidad, nos obligó a ponerle un freno a toda esta vorágine de eventos, sentarnos y charlar sobre lo que pasó con vistas hacia lo que viene. El vínculo entre los cuatro que quedamos se hizo mucho más fuerte al punto que se siente como si hubiéramos comenzado de cero”, apunta a propósito de los tiempos cambiantes.

En 2017, tiempo de Aviones de papel, opera prima del quinteto.


Entre momentos álgidos y goce creativo a puertas cerradas el ojo de Luciano Bargallo siempre estuvo presente. Lo mismo para el éxtasis del vivo, sin importar las dimensiones de la sala donde tome lugar la acción. Bargallo y sus cámaras fueron compañía omnisciente para Jimmy Club. El resultado se traduce en cientos de capturas archivadas, un cuerpo de obra algo demencial que, por supuesto, tuvo que afrontar una curaduría para encontrar forma física en el fanzine que el viernes estará disponible en la feria del concierto.
“Hablo de cuatro en una banda de cinco integrantes, pero la realidad es que en nuestra intimidad siempre éramos seis. Siempre estaba Lucho con su cámara, armándose un cigarrillo o juzgando entre risas alguno de nuestros delirios”, cuenta Miguez, también conocido como El Panda. “Siempre lo sentimos como uno más de nosotros”, añade.
“Pocas personas siguen en nuestro mundillo después de tantos años tocando para públicos tan diferentes”, observa Miguez sin obviar el hecho que el movimiento constante de la juventud llega aparejado con cambios que, a veces, aleja a las personas.

El fanzine fotográfico abarca un periodo extenso del camino de Jimmy Club. En ese sentido, el material marca un timeline preciso al mismo que funciona como un DeLorean que nos deposita años atrás, en una vieja normalidad en la que los integrantes del grupo eran personas diferentes, apenas unos adolescentes aventurándose hacía algo desconocido. Desde la primera foto hasta la última, existieron decenas de recitales, aprendizajes, lecciones ásperas, sellos, sorpresas y, fundamentalmente, muchísimo crecimiento.
El ejercicio del viaje no atañe únicamente al grupo: el complejo contexto que atravesamos interpela a quien esté recorriendo las páginas. ¿Qué fue de todo eso que experimentamos? ¿Quiénes éramos por entonces? ¿Qué habrá en pie cuando pasen las olas covidianas? Las preguntas son varias, perfectas para pronunciarse en voz alta. Claro que, en ocasiones, no siempre uno esté dispuesto a mirar hacia atrás y reflexionar. Con respecto al viaje al pasado, repasando su propia historia, Miguez apunta: “En un primer momento, queríamos incluir sólo fotos de la etapa Bestiario, porque a veces somos malos con Aviones de Papel. Pero encontramos algunas fotos de una sesión que hicimos por Alberdi, en una tarde primaveral del 2017, previo al lanzamiento y a la presentación del disco, que nos ablandaron un poco por dentro. Creo que esas fotos, sumadas al momento que estábamos viviendo por la salida de Serafín, nos transportaron a esos días de una manera muy sanadora. Lo bueno de esos años en los que todavía no sentíamos que teníamos que darle explicaciones a nadie, era la libertad con la que nos manejábamos. Nada importaba demasiado.  A veces se extraña la sensación que vivíamos en aquel momento: pensábamos que todo lo que hacíamos iba a cambiar al mundo; que cada uno de nuestros recitales era una experiencia distinta y única”. 

– En 2020 la banda modificó su formación con la incorporación de Tano Rosignoli, un colega que ustedes siempre admiraron.
¿Cómo fue el proceso de integración creativa del grupo? 

Fue muy natural. De una u otra forma ya nos conocíamos. Él había formado parte de Camello y en el último tiempo estaba tocando en Depto de Islas, dos bandas con las que compartimos cierta búsqueda. Nos cautivaba su toque y cuando decidimos que íbamos a buscar un nuevo baterista, nunca se dijo en voz alta, pero todos sabíamos que él era la persona ideal. No llegamos al punto de decir “o el Tano o nos separamos” pero un poco se sentía como eso.
Uno de los recuerdos más gratos que tengo con él, antes de que se sumara a la banda, fue cuando estábamos por grabar las baterías de Bestiario, a finales del verano del 2019. Una jornada nocturna en la que dejamos la batería microfoneada pensando en grabar a la mañana siguiente. Esa tarde/noche en el estudio, el Tano estuvo asistiendo a Diego y a Serafín como drum doctor mientras dejaban todo a punto. Es bastante curioso que dos años después, estemos tocando con él.

– 2019 fue un año muy intenso tanto para Jimmy Club. Presentaron un disco nuevo, tocaron mucho en distintos escenarios, compartieron festivales y encabezaron fechas propias. Luego vino 2020 con las sorpresas y todo se paró.
¿Cómo manejaron la frustración del aislamiento luego de estar tan activos? ¿Pudieron volcar la catarsis del encierro en algo creativo?

Creo que cada uno de nosotros la canalizó de manera diferente. Lucio armó su propio proyecto junto a Juan Duque, a.k.a Chiljud, en el que sé que volcó muchas de sus frustraciones. El Efe y Tano siguieron adelante tocando con otros proyectos, lo mismo Mati. Yo tengo bastante trabajado un nuevo álbum de Imaginario, más cercano a Música de Cañerías que a Medusas en el Jardín, con un montón de colaboraciones de artistas locales, que encaré muchísimo más desde el rol de productor y compositor que como artista. Me gustó la idea de escribirle canciones a distintas personalidades de la ciudad, que vengan y las grabemos en mi estudio. No sé cuándo lo voy a publicar, porque todavía no lo terminé de grabar, pero aspiro a que salga este año.
En lo que respecta a Jimmy Club, la banda nunca dejó de tocar. Únicamente dejamos de ensayar en los momentos de cuarentena estricta y cuando todo se retrajo, allá por el pico de casos de septiembre. Siempre seguimos adelante, adaptándonos al Tano y él a nosotros. La última incorporación que había tenido la banda fue la entrada del Efe, a finales de 2015, luego de un tiempo en el que fuimos un cuarteto. Los primeros ensayos fueron un mundo nuevo porque después de tanto tiempo de tocar de una manera, hay ciertas cosas que no se dicen. Que se dan por sentadas. Nos dimos cuenta de la cantidad de arreglos y variaciones que están internalizados en nuestro toque pero que hay que explicarle al que se incorpora. Aunque debo decir que fue muy divertido volver a jugar con nuestras canciones.
Me resulta increíble pensar que ya pasó casi un año desde que entró a la banda y que todavía no hayamos tocado en vivo con él.

Durante el proceso de grabación de Bestiario, 2018.


Bestiario recibió críticas muy positivas en su momento. ¿Cómo sienten al disco a 20 meses de su salida?

Creo que siempre trabajamos con la premisa de discutir nuestro trabajo anterior, sin detenernos a pensar en las críticas o en la repercusión que haya alcanzado. A lo largo de todos estos meses tuve momentos de encuentro y desencuentro con Bestiario, pero al día de hoy me sigue resultando difícil ponerme en la piel de sus personajes porque el mundo en el que vivíamos ya no existe. Siempre que uno hace un disco, tiene la fantasía de que ese disco va a cambiar al mundo, que alguien va a escuchar tu verdad y va a hacer algo con ella. Quizás hayamos cambiado el mundo de algunas personas, pero no hay dudas de que el mundo al que le discutíamos en Bestiario no hizo más que profundizar sus aspectos más mezquinos y crueles.
El año pasado vimos desfilar por todos los medios de comunicación a personajes muy oscuros, usando palabras como “libertad” o “derechos” para decirle a la gente que salga a contagiar a los demás, con el único fin de desestabilizar a un gobierno que no les gusta. Un gobierno elegido por la voluntad popular, que a fines de marzo del año pasado contaba con un consenso casi unánime a la hora de decretar la cuarentena obligatoria.
No leí a mucha gente hablar de lo catastrófico que fue el año pasado, pero sí a mucha gente tratando de tirar la posta como si fuera la única verdad digna de ser escuchada. Parece que nunca es buen momento para situarse en el lugar de otro, para cortar con ese narcisismo enfermizo de las redes sociales, para poner a los demás por encima de uno. Todo el mundo está enamorado de su propio personaje, de su propia construcción digital. Y con el aislamiento, este síndrome de Dorian Gray y esta fantasía que cada uno elaboró en su cabeza alrededor de sí mismo, terminó generando que perdamos la capacidad de elaborar fantasías colectivas.
La vida sin fantasías colectivas es una vida en soledad, alejada de la representación en el otro, del encontrar la felicidad en compartir momentos. Creo que uno de los peores aspectos de la pandemia fue esto, el hecho de que creamos que no necesitamos de los demás para ser felices. Y que entendamos al otro siempre como un enemigo, con esa lógica salvaje de “era yo o él”.
A este tipo de fenómenos, ya los discutí en Bestiario. Y aún así, sólo se profundizaron. Por eso digo que miro en retrospectiva y siento que a nivel discursivo Bestiario es cosa del pasado. Necesito encontrar una nueva forma de denunciar la barbarie en la que vivimos.

– Desde hace 15 meses que estás dedicado a la producción musical de artistas de diversas sonoridades. Gran parte de la pandemia y sus etapas la pasaste ocupado en Jimmy Club y como productor: ¿Es posible separarte de tu rol de productor cuando estás en el contexto del grupo? ¿La cabeza y oído del productor puede quedar de lado y ser uno más?

No. Trabajo todos los días con la idea de superarme, tanto en mis trabajos como en los trabajos en los que asumo el rol de ser el parámetro objetivo (que es netamente subjetivo). Siento que la música, como todo arte, tiene una etapa de expresividad y otra etapa de búsqueda estética. Todas las canciones surgen de un momento de fragilidad emocional, pero con la fragilidad emocional y con la sensibilidad no alcanza. Hace falta situarse en el lugar del espectador de la obra, escuchar esta canción como si no fuera tuya y ver qué le falta. Qué le sobra. Qué está queriendo decir. Qué me pide.
A veces es un proceso muy tedioso, que puede ser peligroso porque las canciones te pueden llevar por caminos empantanados, en los que no estabas del todo seguro de querer transitar. Otras veces es sencillo y terminaste una canción en diez minutos. Este último, a pesar de que aliviaría muchas de mis inquietudes, no suele ser mi caso.

– ¿Qué tipo de material están desarrollando en la actualidad? ¿Luego del proceso conceptual de Bestiario se sentirían más sueltos indagando en la dinámica de sencillos?

Estamos trabajando en un disco nuevo con la única premisa de hacer el mejor disco que podamos sabiendo que tenemos todo a nuestro favor. Tenemos un estudio a nuestra disposición, estamos trabajando con un nuevo productor, con un nuevo sello y con nuevas sonoridades que quizás descoloquen a la gente que espera otro Bestiario u otro Aviones de Papel.
Estoy demasiado inmerso en el proceso creativo como para decirte a qué va a sonar. Hoy propuse un nombre para el álbum por el grupo de la banda, que quizás mute a lo largo de todo el proceso de grabación, o quizás sea el definitivo. Sólo sé que va a ser otro disco trabajado de manera conceptual, cuya composición se encuentra en el último tramo y cuya preproducción está a punto de comenzar. Esperamos que puedan escucharlo antes de la primavera, que ya parece ser el momento del año en el que Jimmy Club edite su trabajo.
A su vez, creo que nuestro recorrido también implica acercarnos cada vez más a la canción, abordada desde una óptica distinta, más sensorial. Hace algunos años empecé a entender a las canciones como fantasías, un pequeño universo que se genera alrededor de una melodía y que es capaz de llevarte de viaje por donde vos quieras ir. A veces esas fantasías están llenas de júbilo, otras no tanto. Creo que nuestro próximo disco va a tener una esencia más esperanzadora que Bestiario, quizás motivada por el sentimiento de haber tocado fondo que vivimos durante todos estos meses.
Es probable que presentemos algunas canciones antes de su lanzamiento, pero estamos trabajando con la idea de salir a tocar el material nuevo una vez publicado. No hay que olvidar que justo en el momento en el que Bestiario iba a comenzar su “gira”, nos cayó una pandemia del cielo. Muchísimas canciones tuvieron una única presentación en vivo. Queremos darle un pequeño cierre al disco antes de despedirlo.

Por Lucas Canalda
Fotografías de Luciano Lucho Bargallo

 

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