BLIZTERS: “HAY QUE DEJAR MORIR PARA QUE NAZCA ALGO NUEVO”.

Blizters y Fantasmagoría se presentan este viernes 21 de abril en La Popular. Días antes de la fecha, el trío rosarino anunció que será su última aparición antes de entrar en una pausa indefinida que tiene sabor a final abierto.  Conversamos con Robinho Cassares sobre el futuro de la banda.

El calendario recitalero comenzó de forma cansina pero segura en un año signado por el eventismo que propone la agenda de un 2023 de campaña feroz. Por debajo de los anuncios rimbombantes, los eventos masivos de acceso gratuito y las calles cortadas disponibles únicamente disponibles para quienes tienen representación en el Concejo Municipal, la agenda late fuerte, resistiendo semana tras semana.
El viernes 21 de abril, La Popular (Santa Fe 2398) promete un encuentro de cultores de la música rock con Blizters y Fantasmagoría compartiendo escenario por primera vez. 
Para Fantasmagoría, la fecha significa tanto su regreso a Rosario como el día de estreno, puesto que ese día publican el single Lobo (con piel de cordero). Con novedades bajo el brazo, la vuelta a una ciudad que siempre supo cobijarlos promete reencuentro y renovación.
El tema fue grabado en Boston Rec por Chester Rezzano y mezclado en Casa Uno por Charlie Scelso y Gori. Producido por Gori, con foto de tapa perteneciente a Ari Bocco y el arte a Gori y Roy García, Lobo (con piel de cordero) es una canción que nace a partir de un riff de bajo. Describe las andanzas de un lobo inofensivo que se infiltra en algún rebaño para pasar un buen rato bajo otra identidad con la idea de actuar de otro sin ser descubierto. O aquellos que se camuflan para ser algo que no son, solo por el hecho de pertenecer.
Fantasmagoría está integrado por Gori en voz y guitarra (ex Fun People y Juanse, entre otros), Agustín “El Búho” Rocino en batería (ex baterista de Catupecu Machu, bajista de Cuentos Borgeanos, Maleboux, Los Días en Marte), Mariano Acosta en teclados y voces (quien editó varios discos bajo el seudónimo de Acostadetodo) y Charlie Scelso en bajo.
Los anfitriones y gestores de la noche son los Blizters, trío conformado por Pato Robinho Cassares en voz, Nahuel Reta en bajo y coros y Santiago Bravo en batería y coros. Para una banda que siempre está activando el 2023 empezó temprano tocando en Rosario y en otras latitudes. Sin embargo, de cara a la inminente fecha junto a Fantasmagoría, Blizters metió un plot twist inesperado al anunciar que el recital del viernes sería el último. La noticia se sintió con un volantazo sorpresivo luego de meses de actividad sostenida y un 2022 que selló sus quince años de trayectoria. La postal del festejo fue una maratón blizteriana sobre el escenario del Galpón 11, con la formación actual dándolo todo mientras integrantes de etapas pasadas subían para tocar canciones históricas.
Es Cassares quien ahora se adentra en las circunstancias que atañen al futuro incierto de la banda. El cantante, compositor y guitarrista reflexiona sobre los procesos que hacen al oficio musical independiente entre pasiones, responsabilidades, disfrutes y contrastes. Cassares comparte en tono reflexivo sin abandonar las decisiones que todavía marcan su andar artístico. Caminador incansable pero consciente de los sacrificios, Pato adquiere un tono realista sabiendo que un capítulo diferente está por comenzar. Paciente, aunque vehemente, mira para adelante. Después de todo, se trata del mismo tipo que escribió “Llegó la hora de tomar la distancia/por más que duela hacelo con elegancia”. Amén.
“A veces es necesario que algo muera para que nazca algo diferente”, comenta Cassares la tarde del domingo. “En este momento Blizters necesita descansar o morir o parar. Creo que es así”, agrega, pausado. “Si tiene que volver a nacer, que lo haga, que tome otra forma, que vuelva a estar. Por ahora las sensaciones son de un parate definitivo. Realmente, no sé si va a seguir la banda. Por eso también está anunciado como el último show. Es la primera vez que pasa algo así, de anunciar un último show, en tantos años de banda. Es una necesidad de descanso del proyecto para evaluar si la banda tiene que seguir o no. A veces es mejor no forzar las cosas, que sucedan de manera natural”. 

En octubre de 2022 Blizters celebró quince años de vida en una noche especial en Galpón de la Música. Gay Gay Guys y Troika estuvieron compartiendo la ocasión, festejando mucho más que aventuras compartidas: había un sentido de comunión entre artistas.  Con tres bandas independientes en el cartel, además de decenas de músicos y músicas entre el público presente, había una certeza irrefutable flotando en el aire: cada año de permanencia equivale a cantidades incalculables de entrega, construcción y fuerza vital. 
Tocando una canción detrás de otra, Blizters logró un repaso certero de toda su carrera, revisitando épocas pasadas, desempolvando joyas, tocando himno, pero también estrechando vínculos con los compañeros de una vida. Hermanos de armas; compinches de ruta; cómplices en el aguante: cada músico que pasó por el escenario fue fundamental para que Blizters sea una presencia transversal en el circuito rosarino.
A medida que las canciones pasaban, distintas épocas pasaban por la cabeza del oyente. Más que memoria afectiva, la catarata de música fue un torbellino de emociones que interpelaba a los presentes. ¿Qué persona eras vos cuando Blizters tocó tal canción en un festival? ¿Quién estaba a tu lado cuando Blizters debutó tal tema en Café de la Flor? ¿Cuánto quedó de aquella alegría que te embargaba con el riff de aquella guitarra? ¿Cuándo fue que entendiste que tu disco favorito de Blizters había cambiado? ¿Comprendiste que habías crecido junto a la banda?
Con tanto sucediendo arriba y abajo del escenario, Cassares fue el único que se mantuvo fijo durante toda la noche. Como capitán del barco soportó el viaje emocional de dos horas en su mejor forma, demostrando estar a la altura -emocional y física- de las circunstancias. 
“Yo empecé a celebrar los quince años mucho antes de que sucediera, cuando pensaba formación por formación”, recuerda el cantante sobre las instancias previas a la gran noche. “Qué hermoso tener a mis amigos tocando juntos otra vez, al menos por una noche, esas canciones que tocamos un montón de tiempo. Ya de antemano fui disfrutando en mi mente. Después, en los ensayos, pude vivenciar esas sensaciones. Levantaba la cabeza y encontraba a Seba Montes o Rodrigo Lagar. La energía se sentía como siempre. Parecía que la banda seguía tocando toda la vida.  Fue alucinante”.
“Mucha gratitud por lo que pasó. Fue mucho amor y soltura”, señala sobre el concierto. “Todo fue positivo. La noche del show había una cosita de esas que te agarran en la pancita antes de tocar. Fue una jornada re larga, armando todo para tocar, estar todo juntos, tener la lista. Se hizo un show enorme que resultó súper ameno. Creo que terminó siendo un alto recital. Quedamos felices”. 

Son días extraños para Cassares y sus compañeros de Blizters. El futuro está abierto. No es la primera vez que la banda atraviesa una nebulosa. El tiempo demostró que tienen un espíritu fuerte. La resistencia, no obstante, nunca fue caprichosa. Siempre estuvo fundamentada en espíritu y mente. Pato es prudente. No hay respuestas cerradas. Tampoco puntos finales.
Hay una referencia que cae, inevitable, a propósito del final abierto para Blizters. En Strange Days, segundo álbum de The Doors, Morrison cantaba que la música es un amigo hasta el final. Aproximarse a Cassares significa entender que la música está presente a cada segundo de su vida.  “Ahora estoy con un tema de Weezer sonando dentro de la cabeza”, comenta. No hay pausa. Tampoco posibilidad de resetear. Entenderlo como hacedor de canciones es comprender que el tipo sigue buscando, siempre. Revisar su producción, tanto en Blizters como solista, es confirmar que la música sigue hasta el final.
El próximo capítulo de la banda está por escribirse. El futuro evita teñirse de negro, prefiriendo por el blanco de una página que está esperando. Mientras tanto, Cassares sigue con la cajita musical interna encendida, sin chances que la cuerda se acabe: “la música está todos los días conmigo. Nunca está en un segundo plano. Cuando pasan cosas así, tampoco queda relegada. Tanto con Blizters como con Robinho no cambia de plano. A veces, cuando la corriente está buena vamos todos juntos para el mismo lado. Eso genera que todo sea más grato de hacer, una vivencia mucho más amena. Las ganas de seguir haciendo surgen de ahí. Cuando eso no ocurre, es mejor tomar algo de distancia, mirar los proyectos desde otro lado. Encontrar una nueva canción sigue siendo EL momento. El punto más alto de disfrute es el momento de la composición. Se trata de un estadio de sublimación muy grande.  Cuando estoy con la guitarra y encuentro cómo enlazar un acorde con otro, que eso genere una estructura pequeña, para luego enlazarlo con otra estructura que ya tenía, formando algo mayor, encontrando una melodía…ese proceso me sigue fascinando. Se trata de crear algo irrepetible. Las notas son doce. Puede que salga parecida a otra, pero sigue siendo algo único, diferente. La música nunca queda relegada”. 

 Texto  Lucas Canalda
Fotos Flor Carrera

 

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