QUIZ RAPTILIANO #44: MAIA DEBOWICZ

Quiz >  Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala

Nació en 1985 en Buenos Aires. Es periodista, escritora y dibujante.
Colaboró en la revista Letras Libres (México), Inrockuptibles y El Amante. En la actualidad escribe e ilustra regularmente en el suplemento SOY, de Página 12, Infobae y La Agenda. Es autora del libro Cine en pijamas (Paidós, 2017) y ALF-Costumbres de otro planeta (Indie Libros, 2020). Sus historietas han sido publicadas en las antologías Historieta LGBTI (EMR, 2017) y en Pibas (Hotel de las ideas, 2019).
En 2020 fue seleccionada en el concurso de intercambio epistolar organizado por el Goethe-Institut y el Centro Cultural Recoleta y obtuvo una mención por el libro ilustrado La ventana de Flora en el concurso Todos los tiempos-Premio Estímulo a la Escritura, organizado por la Fundación Proa, la Fundación Bunge y Born y La Nación. Es miembro de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. Es columnista del programa Todo Pasa en Urbana Play 104.3 FM. Vive con once conejos.


¿Cuál es tu humor por las mañanas?

Me despierto siempre de buen humor porque recuerdo cada mañana que ya no tengo que ponerme el uniforme e ir a la escuela. Ser adulto (en ciertas circunstancias) es mucho más hermoso de lo que la gente cree.

¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?

Mi primer trabajo fue vender unas artesanías espantosas a los 18 años, en un puesto de la feria de Plaza Francia. Puro hippismo. No fue un trabajo muy feliz pero me sirvió para conocer otras historias y realidades. A comprender a otras personas que de otro modo no me hubiera cruzado.

¿Quién es tu héroe/heroína? ¿Por qué?

No tengo héroes ni heroínas, me niego a poner a alguien tan arriba porque no soporto el dolor de la decepción.

¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras dedicarte a escribir?

El descubrir que entiendo lo que siento y pienso solo cuando escribo. La escritura se me adelanta. Escribir para mí es armar un rompecabezas sin saber hasta el final la imagen que se arma.

¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?

Sí, a fines de 2019 tuve una situación grave de acoso y agresiones en Facebook e Instagram por una ilustración que hice en el Suplemento SOY, con guion de mi dupla La Diablo. Me hostigaron grupos nazis durante varios días, y recibí amenazas. Fue espantoso y terminó con una denuncia en el INADI.

¿Qué tipo de placer culposo disfrutás a escondidas?

No creo en el placer culposo porque no me privo de ver eso que se considera basura. Lo cuento con mucho orgullo: desde ver durante horas todos los infomerciales de Leiva Joyas o El tasador hasta buscar en YouTube capítulos de Cibersix.

¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?

Supongo que es importante pero yo trabajo de lunes a lunes así que no podría dar el ejemplo. No me quejo, amo mi trabajo y no puedo estar quieta o apagar la cabeza. Si es por mí no dormiría para tener más horas para escribir y dibujar.

¿Cuál es tu límite con el consumo irónico?

Tengo épocas. Trato de no abusar de ese tono porque a veces se lleva a lugares que no están buenos. Eso sí: el video del funeral de Bernardo Neustadt lo veo una vez por semana como si fuera ir a misa.

¿En algún momento sentiste paranoia sobre los algoritmos?

No, jamás. Por mí que me investiguen y me muestren sin parar fotos de conejos y vasos con forma de dinosaurios que quiero comprar.

¿Qué representa el deadline para vos? ¿Genera ansiedad, presión o es una necesidad para ordenarte mejor?

Sufro pero también agradezco tener deadlines porque me cuesta mucho ponerme límites a la hora de investigar  temas. Si no tengo una fecha podría seguir investigando años pensando que no es suficiente.

¿Cómo te llevás con tu huella digital y tus primeros trabajos? ¿Te ponés detallista y crítica con ese pasado o sos más relajada?

Algunas notas me gustan mucho aunque hoy no escribiría lo mismo, otras no tanto pero al mismo tiempo me dan un poco de ternura. Se que lo que soy hoy en mi trabajo es por todo eso que hice antes, así que le tengo cariño y respeto a ese pasado. Y a veces leo alguna nota vieja y me sorprendo de lo que escribía como si fuera una lectora ajena. Esa sensación es indescriptible.

Siendo adolescente, creciste leyendo El Amante. Años más tarde te encontraste en esa revista haciendo tus primeros pasos como periodista.
¿De qué forma te marcó esa experiencia?

Me marcó muchísimo, fue mi primer trabajo en gráfica como crítica. En El Amante di mis primeros pasos con mucha libertad a la hora de pensar y escribir, era un juego permanente. Eso fue clave para encontrar mi estilo como crítica de cine. Me divertía mucho y mi editor, Javier Porta Fouz, siempre me incentivaba cuando proponía ideas locas o caprichosas. Es muy importante tener a alguien que te de manija, sobre todo cuando empezás.

¿Cuándo fuiste consciente que como profesión no tenías que elegir entre escribir o dibujar, y que además de dedicarte a ambas, podías potenciarte desde ambas actividades?

Fue algo buscado, pero no sabía si lo iba a conseguir. Yo vengo de la plástica/artes visuales, luego me metí en la crítica/escritura/periodismo y finalmente pude fusionar ambas cosas. La primera persona que me permitió mezclar los lenguajes fue mi querida editora del Suplemento SOY, de Página 12, Liliana Viola. También le debo mucho a Tamara Tenenbaum y Pablo Perantuono, quien cuando me editaban los textos más personales en La Agenda Revista me propusieron que yo ilustre mis crónicas (además de las de otros). Ponerle imagen a lo que escribo es un sentimiento de completitud muy difícil de explicar, pero también me fascina ponerle imagen a textos ajenos.

Al volver sobre ALF a partir de tu libro me sorprende la observación clasista del programa. Especialmente durante un periodo de EEUU donde Reagan había devuelto a las clases y conservadoras todo el esplendor discursivo y moral.
¿Esos detalles son un contrabando ideológico por parte del equipo creativo?

Sí, es un retrato de época que excede al equipo creativo pero obviamente sale de las cabezas de Paul Fusco y Tom Patchett. Algo que obviamente pude comprender reviendo la serie de adulta.

Otra revelación de revisionar el programa es darnos cuenta que ALF pudiendo regresar a su planeta, prefiere a los Tanner. Eso es relevante en un contexto reaganista de base cristiana. Como que se corre del biologismo. Está muy adelantado a programas de los 90 y 2000 que iban a reflejar esa tendencia sociocultural de “la familia se conforma y se elige”.
¿Cómo es llegar a esos descubrimientos de adulta? ¿Cómo se siente esa coherencia de encontrarte que tu programa favorito de niña tenía tanda data?

Creo que empecé a entender por qué me gustaba tanto, por qué me había atravesado de manera tan profunda. En el fondo sabía por qué ALF era un refugio para mí, y el libro es también una forma de agradecerle que me haya protegido en una época muy triste y difícil de la infancia. Costumbres de otro planeta es una carta de amor en forma de libro.

En los últimos 15 años el revisionismo de la cultura pop produjo cientos de libros, documentales, series, podcasts y notas. El tono de esa producción, muchas veces, tiende a ser academicista y cerebral. En tus libros encontraste un tono justo entre análisis, reflexión y una calidez intrínseca a experiencias que te formaron.
¿Ese tono cómo lo fuiste encontrando?

Lo más difícil al hacer un libro es encontrarle el tono. Tanto Cine en pijamas como en Costumbres de otro planeta son ensayos donde la historia personal se entrecruza con el tema del libro. Me gusta el periodismo al igual que la literatura, por eso intento borrar ese límite. Es el tipo de relato que me da placer leer, así que cuando escribo siempre pienso en que me guste a mí como lectora. El resto es un misterio.

 

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