ANABEL MARTIN: PALABRAS COMO FUEGOS ARTIFICIALES

Anabel Martin publicó Fiesta, un libro de poesías construido desde la intimidad.

 

Anabel Martin es profesora de yoga y de entrenamiento corporal. También es actriz y poeta, pero sobretodo es una trabajadora del cuerpo. Es inquieta y siempre está en movimiento. Pero no es trabajadora únicamente del cuerpo físico o material sino también de lo que habita dentro: palabras, arte y creación. Anabel dice ser dispersa en las expresiones del arte. Antes, se mortificaba por eso, por querer un día hacer un corto, otro un libro, otro un guión y otro actuar. Pero ahora, finalmente, no cree que eso esté mal. Porque en definitiva, es una trabajadora del cuerpo y de la palabra.
Ese cuerpo en movimiento está presente siempre en sus días, es por eso, que también está presente en su primer libro de poesía Fiesta. “Cuando me quedo quieta, generalmente, es porque quiero escribir. Y sino, no puedo estar quieta. El movimiento siempre está ahí. Desde chica, que hacía gimnasia. A los dos años me operaron y le dijeron a mi mamá que hiciera deporte. Ahí empecé con gimnasia deportiva y no paré. Después llegué a la danza contemporánea. O paro a leer o paro a escribir. O para dormir”, comparte.
Antes de publicar su primer libro, Anabel publicó poemas en revista Cortada (colectivo del que formó parte), en los fanzines de Triángulo de Amor Bizarro (ciclo de lecturas que co-produce) y en ediciones Danke. También dirigió el cortometraje Así como sos. La relación cuerpo y escritura la llevó a participar de diversos ciclos de lectura, hasta coproducir, junto a Santiago Beretta y Lucía Rodríguez, el ciclo Triángulo de Amor Bizarro, del cual tenían una gran cantidad de ideas para llevar adelante durante el año y como todo, la pandemia suspendió. Aunque Anabel es actriz, dice recordar esas primeras veces en que compartió su poesía con un público atento que la escuchaba, como una experiencia muy distinta de la actuación. Leer el texto propio y defenderlo, es otra cosa.

Anabel escribe desde la primaria. Cuando estaba en su pieza, escribía. Y desde chica el teatro apareció como un deseo en su vida: “En los papeles de carta, por ejemplo, escribía mi “yo” en el futuro, una especie de biografía. Cosas que pasaban en una vida futura. Escribía quién pensaba que iba a ser en distintas edades, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta. No era poesía. Además de escribir mis días en el diario íntimo. En esa especie de biografía decía que era reconocida. Pero no una escritora reconocida sino una directora de teatro famosa. Aunque no dirigí nunca teatro, escribí dramaturgia y siempre actué”, cuenta.
Martin aclara que lo que deseaba en esas biografías que escribía de sí mismas era reconocimiento, pero no fama. “La fama es una fantasía. He ido a Buenos Aires a buscar maestros, tanto poetas, como coreógrafos, como directores de teatro, porque ahí “atiende Dios” y algunas veces me fue bien y otras mal. Mal en el sentido de que hay un ambiente como de superioridad. Creo que cuando era más chica pensaba que en Buenos Aires estaba todo, y en realidad, creo que también se empezó a descentralizar. Los maestros y las maestras que hay en Rosario no tienen nada que envidiarle a los de Buenos Aires. Hay una descentralización del poder artístico”.

Fiesta

Fiesta se terminó de imprimir en junio de este año y en un contexto de pandemia, irrumpió en el escenario local con poder y deseo. La voz narrativa de Anabel es una voz fresca, joven, que se permite jugar con el concepto de fiesta, de reunión, y en definitiva, de los vínculos humanos.
El título se publicó en momentos en los que las reuniones y estar amontonados es imposible. Si bien al leerlo en este contexto hay nostalgia de los encuentros, también permite recordar esos momentos. En este sentido, sobre si cree que el libro tomó otro sentido, Martin considera que por supuesto dependerá de la lectura de cada persona, pero también, afirma que el trabajo habla de aquellas fiestas que no son tan fantásticas. “Hay muchos poemas familiares también, que tienen que ver con las reuniones y fiestas no son tan fantásticas. Como en el poema “Esquí”, en ese viaje con los padres, con las formas de ellos, y que no son siempre tan maravillosas. Yo sentí y tiene que ver con un proceso muy personal, que la fiesta era tomarme en serio hacer el libro. Igual, entiendo lo que planteás, porque le pasó a mi entorno, esa nostalgia de los encuentros, que cuando lo escribí claramente no pensé que no íbamos a poder reunirnos”. 

(…) “Esa raya de sangre en la nieve marca el camino

de los duelos que hice por un solo amor

a cráneo cerrado con diez puntos

ahora que sos tranquilo sería bueno que dejes

de llamarme: ¡qué nena más linda!”

Fragmento de “Esquí”

 

En Fiesta también habita una voz poética de una infancia, en realidad, de una adulta que recuerda destellos de la infancia, o de una joven que le habla a su “yo” del futuro y de una narradora que sabe, de manera preciosa, describir una situación en plena maternidad: “Dormís con la cabeza entre los codos sobre la mesa de la cocina, en tus cachetes veo una urgencia blanca”.
Además, encontramos un mundo en el que las mujeres se hacen poderosas juntas, en esa red que se teje a través de las amistades. Hay imperfección, hay llantos, hay sinceridad. Mientras, también, se encuentra una búsqueda del amor compañero con el que transitar los días.
Y todo eso cobra sentido sabiendo cómo fue el proceso de escritura de este libro justamente, a través de una red de amigas. “Primero surgió como carpetas y carpetas en la computadora. Escribo poesía desde los 21 años y ahora tengo 40. Me crucé con mi amiga Natalia y me llevó hacia la poesía. Me acuerdo que me prestó un libro de Marosa (di Giorgio) y otro de Arturo Carreras. Yo hasta ese entonces solo escribía cuentos y obras de teatro. Natalia -Nato- escribía poesía con su pareja de ese momento y vivíamos las dos juntas. Ella armaba movidas de lectura de poesía. Y ahora, hoy en día, no puedo escribir otra cosa que no sea poesía. Incluso, en el taller de Agustín González, que es mi amigo y mi maestro, intento volver al cuento pero lo sufro, me quedo en la condensación. Después, le mandaba los poemas a Anju (Manaker), mi amiga y editora del libro, y hacíamos correcciones, surgió como algo espontáneo. Nuestras conversaciones, por mail y por Facebook, eran largas e interminables. Era una mirada de alguien por fuera, pero no pensábamos en hacer un libro. Después conocí a Fabri Simeoni, que hacía el ciclo, y creo que me ayudó a poner el cuerpo a la poesía que escribía. Y empecé a leer en ciclos, pero la verdad que sufría mucho, me ponía muy nerviosa, más allá de que soy actriz, pero hacerse cargo de lo que una escribe, es otra cosa. Ahí estás vos sola con lo que escribís. Por eso empecé a memorizar mis poesías para poder sacarme el papel de encima. Pero en ningún momento, en todo ese tiempo, pensaba en publicar”, cuenta.

Fue después de leer Irse (2018 Iván Rosado) de Daiana Henderson que se dio cuenta que tenía ganas de publicar lo que venía escribiendo hacía años. “Fue algo directo. Ahí fue que nos reunimos con Anju y empezamos a pensar en armarlo. Y después se sumaron Nato y Kiki, otras amigas, como grupo editorial. Antes de publicar mi libro, editamos Civil de Sebastián Sanchez en 2018.
Una potencia creadora tiñe tanto al libro como a este grupo de amigas que decidieron crear una editorial autogestiva para publicarse. Por supuesto que la apuesta es grande, pero como transmite la poesía de Anabel, hay siempre una mirada amorosa en esa intimidad que se comparte con amigas.
“Nos conocemos mucho, tenemos mucha intimidad, es verdad que a veces da terror trabajar con personas con las que se tiene tanta intimidad, pero puede salir mal. Pero siempre el trabajo entre nosotras fluyó sin problemas, no hay egos, la verdad. Fue un proceso gratificante, nunca dejamos de disfrutar. O sea laburamos pero acompañadas del goce. Lo que pasó con Fiesta, además, es que la mitad del libro fue escrito durante el armado, empujados por las chicas. Surgieron poemas en el mismo proceso. La idea es publicar en algún momento el libro de Natalia. Pero, como me pasó a mí, que escribí mucho del material en el proceso del armado, es decir que la poesía también surgió acompañada, Nato quisiera armar su libro también de esa manera. Es una forma que disfrutamos mucho. Con las chicas siempre hablamos de tener un sello, teníamos las capacidades de autoeditarnos, entonces, hagámoslo nosotras”.
Anabel no pierde nunca la sonrisa cuando habla. Más allá de los formatos, le interesa trabajar con la palabra y con los modos de decir, ya sea en un guión, una obra de teatro o en con la poesía. Para ella, lo importante es estar con las palabras. 

Por  Pau Turina & Flor Carrera Ph

 

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