TONI TEMPLE: EL TROVADOR PUNK

Toni Temple nos adentra en sus canciones mientras graba nuevo material 

Toni espera una línea de colectivos de la ciudad pasada la medianoche. Después de muchos minutos de impaciencia y otros tantos cigarrillos fumados y aplastados contra el suelo, en alguna parada de zona sur finalmente llega el carromato íntegramente pintado de amarillo preparado para cruzar Rosario hasta zona Norte. Toni se sienta en uno de los asientos individuales y apoya su cabeza con la ventanilla cerrada. Está cagado de frío, empañando el vidrio, casi sin pensar en nada, no dándose cuenta de que cuando llegue a la casa de su pareja, antes de destapar la primera botella de muchas, tiene una canción escrita. Posiblemente ‘Centinelas Negros’, que te dispara directamente al invierno e inmediatamente se apagan las luces. No sé quién utilizó por primera vez el término ‘poeta maldito’ pero es lo primero que me viene a la mente cuando escucho a Toni. Tiene la amabilidad necesaria para que no te moleste lo que canta, y a la vez sensaciones de insatisfacción que te dejan turbado.

Sin duda la escenografía de Toni es la urbe. Hay humo, smog, edificios, gente que sale de trabajar y se emborracha, amores correspondidos pero sufridos. Ejercicio cotidiano de ir para adelante de todos modos, de convivir con la irresponsabilidad de cargar en las espaldas la pesadumbre habitual. Sin llegar a invadirte por completo el alma de sentimientos apocalípticos, los paisajes urbanos que describe Toni Temple en sus canciones, distan de estereotipos felices, y posiblemente nunca sean la banda sonora de una propaganda de jabón en polvo. Tony habla de paisajes urbanos. Centraliza en su persona lo que pasa alrededor, y más allá de la primera persona, describe las sensaciones de vacío que todos cargamos en la cotidianidad. Le gusta contar historias. Es un observador nato y logra convertir las palabras en imágenes, dotando la obra de un carácter cinéfilo, proyectando imágenes al escuchar. “Cuando empecé a grabar, y a querer mostrar lo que hacía como solista, mi primer proyecto era casi una banda sonora. Eran canciones grabadas con muy baja calidad, con las herramientas que tenía, y le quería dar un sentido a esa baja calidad. Aprovechar eso y generar un ambiente. Entonces me basé mucho en lo que es la idea de banda sonora en el cine”. Sus dos proyectos actuales son con su banda Plata Negra y un dúo electro trova/pop/punk junto a Ignacio Espumado llamado Las Uñas. Pongámosle minimalista también, que queda lindo y es verdad. Sin embargo, más allá de sus acompañantes, Toni es muy personal. Con poco tiene mucha escena. Alto, desgarbado, mirando hacia abajo. Con la guitarra acústica colgada a la mitad del torso, no necesita mirarte a los ojos para decirte algo. Te lo canta. Y en la musicalidad de ese mundo urbano, conviven diferentes universos del rock: tiene la carga emocional y podrida de punk rock y post punk inglés (“Escondido al lado tuyo”, 2011) la densidad del Noise, la vereda de los cantautores argentinos pioneros en el rock (“Tremendez”, 2015), la toxicidad de los poetas rockers argentos de los ochenta (“La casa vacía” , “Inocencia Fingida”, 2011), country rock americano (Sony Temperley, 2014).

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Todavía no cumplió los 30 años. Desde los ocho años guitarrea, y desde los 15 toca en vivo. Confiesa que escucha mucha música, pero que no es de investigar demasiado. Por lo general, según Toni, “difícilmente salga de las grandes bandas, muy famosas, que escucha todo el mundo”. Con eso le alcanza. Cada tanto llega un disco nuevo para su vida, y puede estar un año escuchando sólo ese material. Llamativo, porque cuando uno lo ve en vivo, parece tener una visión poco conservadora de la música. Según lo que esté componiendo, sus compañeros de banda le pasan música para que escuche, Eloy Quintana (bajo, Plata Negra) o Nacho Espumado (Las Uñas) recomiendan como referencia autores punk, o música brasileña. Ahí confluyen las creaciones de Toni: la intuición y la escuela. “La escuela mía son mis amigos; el Pollo, el baterista de Plata Negra, investiga mucho. Entonces voy a la casa de él y nos pasamos tardes enteras escuchando cosas mientras él me va contando la historia de las bandas, etc. Lo mismo me pasa con Eloy, o Pedro (Jozami, pianista Plata negra). Siempre me pasó eso. Compañeros de escuela me pasaban sus discos o se los robaba a mis hermanos mayores”. El ambiente familiar fue su primera academia. En su casa se escuchaba mucha música. De los seis hermanos, los dos que los anteceden escuchaban Sumo, Los Redondos y Pink Floyd. Precisamente, en un momento de la charla me invita a escuchar un vinilo que era de su hermana, es un compilado Bob Dylan, y pone “Like a Rolling Stone”. Cómo se siente estar perdido, ser un desconocido, casi como una piedra rodante.

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– ¿Cómo llegó el primer instrumento a tu vida?

La guitarra que cayó en mis manos a los ocho años me la regaló mi hermana. Ella tocaba canciones de los Beatles, y yo iba y cantaba con ella. Sabía tocar un teclado que teníamos en casa, casi jugando. Y entonces a mi hermana se le ocurrió regalarme una guitarra. Y aprendí sólo, con la ayuda de ella que me resolvía cada duda que tenía con el instrumento. Algo que me gustó y que me va a acompañar siempre.

– Te llamas Antonio, te dicen Toni. ¿Por qué Temple?

Temple lo adopté porque siempre pensé que es una palabra que identifica a los músicos de mi familia. Mi nombre es Antonio, mi apellido Cobelli Espinosa. Los músicos tangueros de la rama Espinosa –incluso en cosas artísticas a veces uso el Espinosa sólo, porque es la rama artística de la familia- y el Temple, me lleva al tango. En lo personal, las historias que tengo en esa parte de la familia, es que eran tipos con un carácter que me parece, coincide con esa palabra, en el buen sentido.

– Justamente tus raíces no remiten directamente al rock, sin embargo, tus canciones suenan a rock. ¿Cómo llega eso a tu vida?

Es parte del mismo universo. Lo del rock tiene que ver con los discos que escuchaban mis hermanos. Era muy fana de los Beatles de niño. Tengo muchos dibujos que guardo de esa etapa de niñez, donde retrataba en papel y tinta las fotos del grupo que estaban en mi casa.

– ¿Por qué te parece que en tu vida conviven tantos estilos de música diferentes?

En mi vida siempre convivieron como una banda sonora los discos de Larralde, el tango, y los Beatles. Nunca fui de escuchar por mi cuenta folklore, pero estaba en el aire. Pero cuando me sale componer, sale rock. Porque el folklore las veces que lo quise tocar, no me sale, con el tango me pasa lo mismo. Pero el tango esta mas presente porque admiro mucho a los letristas. Son una gran influencia para mi Homero Expósito, Ferrer y Discépolo.

– Es posible relacionar lo que escuchaste, y que seas un compositor rosarino, con el estereotipo en que se cae siempre: La trova Rosarina. Sin embargo creo que no venís por ahí, hay muchas otras escuelas en Rosario.

No creo que La Trova rosarina sea mi escuela, por ejemplo, he ido a ver mucho a Los Vándalos, o las bandas de cercanos, de amigos. Una banda que me gustaba mucho eran Los Impedidos. También las bandas que integraban la biblioteca Ghiraldo, de ellos me nutrí mucho. Era la gente que me pasaba música; y muchas bandas punk también. De ahora me gustan Tensión, Pedro y Cómplices, Nacho y el Robot, muchas cosas. Apenas Toni dice eso recuerdo las únicas dos canciones que hacen en vivo y no son composiciones propias: “Milonga Triste”, de Sebastián Piana y Homero Manzi, y “De nada sirve”, de Moris. Ambas con una impronta que te hace temblar. Suenan en el ensayo de Plata Negra al que me invitan y el sacudón que genera la versión de Milonga es intenso. Y luego, casi sin respirar entre el conteo un, dos, tre, cuahh aparecen “Veneno”, “Sony temperley” y “Divididos por la joya” para transformar a Plata Negra en Los Ramones del Folk. Canciones cortas, precisas, pop y arrolladoras. Algo de eso están logrando en las grabaciones de cuatro canciones con Jorge Ojeda y Guillermo Palena en sus estudios InSitu. Entre toma y toma Guille le habla de cómo grababan los Beatles mientras Ojeda se preocupa porque la banda suene como tiene que sonar, con las reminiscencias al día, pero dejando en claro que lo que está ahí es Plata Negra. Entre paredes cubiertas con cintas, consolas de vieja escuela, y un amor por el trabajo que traspasa las barreras del tiempo, la banda sale de InSitu emocionada con el material que se viene. “Está quedando hermoso” me dice Toni. Prende un cigarro y mira el suelo otra vez. Pensando, seguramente, en su próxima canción.

TXT – JUAN CRUZ REVELLO
PH – RENZO LEONARD

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