POSTA SANITARIA CULTURAL: REIMAGINANDO LA CIUDAD

Con la música de Ayelén Beker, Evelina Sanzo y Simonel Piancatelli combinada con la poesía de Vir Negri, Rosario tuvo su segunda Posta Sanitaria Cultural.
Originalmente creada para visibilizar la emergencia del circuito cultural en tiempos de pandemia, la acción permite resignificar el espacio público de la ciudad planteando interrogantes para la nueva normalidad que está por venir.

Veinte días atrás se realizó la primera Posta Sanitaria Cultural en Rosario, una experiencia que nació de la mano de la activista Susy Shock y el colectivo La Vaca en la ciudad de Buenos Aires como respuesta a la crisis que atraviesa la escena cultural por la pandemia del COVID 19.
El formato permite disfrutar de música y poesía en vivo al aire libre, guardando una distancia segura entre artistas y audiencia sin haber un contacto directo. La acción se realizó en La Libre, biblioteca y librería que funciona en el marco del espacio cultural  Distrito 6 del partido Ciudad Futura. Ubicada en San Martín 1168, La Libre aparece en los primeros (o últimos) metros de una peatonal que en las últimas décadas fue apagando su actividad, quedando únicamente relegada al tránsito que generan los comercios. Por fuera de los horarios comerciales habituales y durante los fines de semana, no es exagerado destacar que la peatonal San Martín se enciende en gran parte por el Distrito 6, la Iglesia Universal del Reino de Dios (también conocida como Pare de Sufrir, que ocupa lo que supo ser el imponente cine Gran Rex), el Centro Cultural Fontanarrosa y el complejo cinematográfico Monumental. Con sus diferentes características, son espacios que imprimen algo de vitalidad a ese paseo cuando los locales apagan las luces y bajan sus persianas.
Entre encierro, distanciamiento y silencio las calles parecen haberse convertido en un terreno hostil y deshabitado, un espacio común que, lejos de ser repensado para la nueva ecuación cotidiana (esa que curiosamente llamamos nueva normalidad), queda a la deriva sin demasiado involucramiento de la ciudadanía. Pero mientras el formato de la Posta Cultural fue ideado para enfocar otra problemática,  su combinación de acción e intervención sobre el espacio público toma otra dimensión en ciudades como Rosario, donde cultura, hábitat, modelo de ciudad y especulación encuentran una tensión cada vez más palpable e imposible de ocultar.
Al ocurrir en un tradicional paseo peatonal de Rosario, la Posta Sanitaria Cultural parece resignificar nuestra relación con la calle: con la hegemonía del modelo agroexportador y su correspondiente boom de la construcción, hace tiempo que el espacio público está en juego en esta ciudad.
Hay un modelo de urbe que está erigiéndose desde hace quince años. Hablamos de una Rosario gentrificada donde reinan las constructoras con caja directa del monocultivo y fondos de dudoso proceder sobre los que nadie quiere preguntar. Las megatorres, los edificios de monoambientes vacíos, la especulación y demás ingredientes son parte esencial del modelo de ciudad que habitamos sin cuestionar demasiado. Sumidos en este proceso de naturalización del modelo: asimilamos que la calle le pertenece más a un bar cervecero de Pichincha que a lxs ciudadanxs. O que la banda sonora del macrocentro sean las demoliciones/construcciones de conejeras que sólo llegan para engrosar el redituable negocio de la especulación inmobiliaria.
Sin pretensiones ni estridencias, la cultura pone el dedo en la llaga permitiendo, por un lado, el disfrute del público, mientras que desde otra perspectiva, nos permite reflexionar sobre lo que nos rodea y vivimos cotidianamente.
En un año repleto de incertidumbre y miedos donde la cultura quedó relegada en todo sentido, no debería resultarnos raro que las primeras manifestaciones artísticas que buscan romper la burbuja de silencio hayan llegado de un puñado de agitadoras culturales curtidas en la disciplina de sobreponerse a todo: prejuicio, hostilidad, discriminación y, en algunos casos, violencia. En ese sentido, lo que alguna vez fue contracultura hoy llega como una posibilidad de reeducarnos, cuestionando todo lo establecido.
Las Postas son la forma más saludable para visibilizar la profunda crisis que atraviesan los sectores de la cultura y el espectáculo luego de casi ocho meses sin actividad. Además, estas acciones proponen un reencuentro con un público que también supo sufrir el distanciamiento y el silencio de los escenarios teniendo bien en claro que más allá de las impecables transmisiones en streaming, la música en vivo es un terreno atravesado por mil experiencias presenciales que lo tornan único e irrepetible.

I

Ayelén Beker, Evelina Sanzo y Simonel Piancatelli estuvieron a cargo de la primera Posta Sanitaria Cultural en Rosario, el 16 de octubre pasado. Nacho Estepario acompañó con la lectura de poesía, todo desde la vidriera de La Libre, configurada como un escenario para que la gente disfrute desde la peatonal. Luego de la iniciativa de Susy Shock en CABA, la acción se replicó en ciudades como Neuquén y  Junín mientras que en Rosario hubo un esfuerzo conjunto de Sanzo y Beker, quienes inmediatamente comenzaron a buscar espacios para activar.
La inquietud de ambas amigas y compinches artísticas encontró un oído en el staff de La Libre, un lugar que se define como una trinchera para el encuentro y la sororidad.  Con toda la equipa encendida y tirando para el mismo, la acción se armó en menos de una semana. Sonido, gacetillas, iluminación, gestión y agite confluyeron en una primera Posta que convocó a unas 50 personas y varixs peatonxs que, ante la sorpresa inesperada, no dudaron en quedarse a disfrutar de algunos temas antes de proseguir con sus respectivos planes.
El primer encuentro sucedió con un revoltijo de emociones tanto para quienes estaban en el interior del espacio cultural como para quienes habitaban la vereda esa tarde. “Nosotras, acá, ya re lloramos” comentó Sanzo, frente al micrófono.
Si bien fue una foto atípica de la ciudad, el formato ofrecía una imagen algo estática: público parado y distanciado, algunas personas sentadas más cerca de la vidriera y las músicas tocando desde adentro. Sin embargo, por dentro todo tomaba un vertiginoso vuelco emocional del que nadie podía ausentarse. Es imprescindible destacar que durante esa primera acción la responsabilidad sanitaria correspondiente primó sobre el fuerte deseo de reunión, con el público tomando los recaudos necesarios y con las artistas recordando las prioridades necesarias por sobre todo.
Mientras caía el sol en la tarde del viernes, el trío Beker, Sanzo y Piancatelli tocó un set enfocado en el cancionero popular de varias décadas: cumbias, tango, pop y algo más. Entre las canciones prestadas Sanzo no dejó pasar la oportunidad de recordar a Gabo Ferro, un abrazo que se sintió fuerte entre varias de las personas presentes. Con la noche definitivamente estrenada, músicas y poeta se despidieron sabiendo que habían dado comienzo a algo diferente. El primer paso ya estaba dado.
“La idea de replicar las postas en Rosario surgió en clase de canto con Aye”, recuerda Evelina, apuntando el timeline hacia el principio de una aventura que ya cuenta con tres postas ocurridas en dos fechas.
“Era un día que estábamos re-tristes porque pandemia y cantamos unas canciones de Gilda a dúo y nos pusimos felices instantáneamente. Ahí le dije que había visto que Susy Shock estaba activando unas Postas Sanitarias Culturales en Buenos Aires y que se habían empezado a multiplicar por todo el país, que por qué no la hacíamos en Rosario. Aye también había pensado lo mismo, entonces le comenté que había un espacio a dos cuadras de casa, el distrito centro de Ciudad Futura, que tenía una vidriera a la peatonal. Hablamos con las chicas de La Libre y del D7, hicimos una reunión por Zoom, definimos una fecha , dividimos tareas y lo hicimos. No podíamos creer lo rápido que se acomodó todo para que eso sucediera. Los ensayos junto a Simo en percusión (Piancatelli), también, una inyección de energía que extrañábamos”.
El trío ensamblado para una ocasión tan especial como espontánea ensayó poco pero con intensidad. Por supuesto que los tiempos que corren demandan siempre algo más que lo meramente musical, por eso también se abocaron a hacer fotos para gacetilla y flyer de la fecha. “Absolutamente todo fue hecho con mucho amor y paciencia porque éramos muchxs trabajando y teníamos poco tiempo” destaca la siempre activa cantautora. “Lo armamos en una semana. No podíamos creerlo”, comenta sobre el primer capítulo de la aventura.

La vibrante química entre Sanzo & Beker se evidencia en todo momento. Las canciones las encuentran en forma, claro, sin embargo, los silencios también son elocuentes, mostrando guiños, risas y un deseo de compartir. En vivo se divierten y se potencian, jugando con complicidad, riendo desde la espontaneidad además de permitirse emocionarse cuando el momento lo amerita.
Los buenos frutos entre ambas músicas pueden encontrarse en redes, donde varios videos casuales las encuentran haciendo canciones, relajadas y riendo en burbujas con forma de canciones. “Aye empezó a tomar clases de canto conmigo hace un tiempo y pegamos muy buena onda desde el primer momento”, comenta Eve sobre la gran relación entre ambas artistas. “Fue admiración mutua a primera vista”, agrega.

Evelina Sanzo está consagrada a la música desde hace años. Con dos álbumes publicados (Curandera, 2014 y Tabú, 2018) y un tendal de conciertos propios además de participaciones en festivales y escenarios compartidos con artistas de todo el país, Sanzo dedica cada uno de sus días a la música. Siempre inquieta, nunca quieta, el pasado mes de julio, cuando la incertidumbre de la cuarentena y la danza de fases estaba a pleno por las provincias argentinas, publicó el EP Magnético integrado por dos composiciones nuevas y dos reversiones de material previamente editado.
Artista de oficio, Sanzo nunca está desprevenida arriba de un escenario. Conociendo el tejido popular como una cancionera de ley, Evelina cautiva con canciones propias mientras que dispone de un repertorio popular que maneja con autoridad y una poderosa sensibilidad que le permite imprimir una identidad propia a cualquier pieza ajena.
Sanzo es música, docente y agitadora. Además podríamos agregar “activadora”, debido a su apuesta total a generar vínculos y movidas varias. En lo que ahora conocemos como vieja normalidad, Eve siempre andaba activando alguna y preparando su siguiente movimiento.
Más allá de las luces, los flashes y los aplausos de las fechas propias, conciertos masivos al aire libre o apariciones junto a figuras como Fito Paéz, Sanzo es una trabajadora. La música es tanto pasión como oficio y en 2020, como el resto de lxs trabajadorxs de la cultura y el espectáculo, Evelina estuvo alejada de los escenarios y del público. Tantos meses de silencio funcionaron como una prueba de temple (lo mismo puede decirse para el resto de la comunidad artística). Durante esas largas semanas de confinamiento, junto a la dura realidad de no poder salir a trabajar aparecieron decenas de interrogantes come cabeza que la instaron a reflexionar sobre absolutamente todo.

En un año de intensidad contrastante donde la cabeza trabajó al 300% y el cuerpo se mantuvo en una quietud controlada, el ansiado reencuentro con la gente llegó y terminó siendo una experiencia en sí misma. “En la primera Posta, ya en la prueba de sonido, pasamos el repertorio completo. Teníamos muchas ganas de tocar y apenas empezamos a sonar, recuerdo, ya estábamos todxs re emocionadxs como diciendo: Está sucediendo”, recuerda dos semanas después de esa tarde que difícilmente podrá olvidar.
“La gente pasaba y miraba, no entendía nada. Tiramos el flyer la noche anterior al evento porque no queríamos que se juntara tanta gente. Fue muy raro tocar detrás del vidrio, pero muy hermoso salir a saludar y que nos aplaudieran a medida que íbamos saliendo. Fue muy hermoso. La gente muy feliz de volver a disfrutar de una actividad cultural en vivo después de tantos meses de puro streaming. Mucha gente muy agradecida. Al otro día me lloré todo, porque luego de tantos meses de incertidumbre, encontrar una manera de volver a tocar en vivo cuando me había estado replanteando, básicamente, mi oficio, mi forma de ganarme la vida. ¿Cómo sigue esto? ¿Cuándo vamos a volver a tocar en vivo? ¿De qué voy a vivir? Fue muy muy movilizador, sumado a los nervios de armar el sonido, que se escuchara bien, que no faltara ningún cable, que no cayera la GUM a sacarnos, eran muchas cosas a tener en cuenta pero por suerte salió todo bien”. 

– ¿Te parece que más allá del contexto pandémico el circuito musical rosarino viene padeciendo problemas estructurales que vienen de mucho tiempo atrás?

Ni hablar. Totalmente. Lxs artistas que se repiten en ciertas programaciones, los espacios que cierran -El Olimpo y La chamuyera, sólo por nombrar algunos- lugares históricos que nos sirvieron de contención y donde se incubaron de manera independiente muchxs artistas y proyectos. Que hoy no existan más me parece muy injusto, es como si nos hubieran quitado una parte de nuestra historia. Nuestra generación no va a tener un “Cairo” donde podamos decir “acá tocábamos o nos reuníamos cuando éramos más jóvenes”. Eso no quita que no haya espacios muy valiosos como la Orquesta Escuela de Tango o la Escuela de Rock, de las que soy egresada. También siento que como colectivo de músicxs aún no estamos lo suficientemente organizadxs como para reclamar nuestros derechos, y así nos siguen precarizando y el Estado nos paga los shows con un delay vergonzoso. Un sindicato que no nos representa. La falta de profesionalización de lxs mismxs músicxs que desconocen sus derechos (intelectuales y laborales) como trabajadores de la cultura. Muchxs colegas que no viven necesariamente de la música y tienen otros trabajos, entonces entiendo la falta de información, a veces. Sadaic es un tema aparte. Los productores que te piden el 50% de tus derechos de autor para telonear a un artista internacional. Lxs colegas que acceden sin chistar a esos arreglos, perjudicando al resto, porque eso es algo muy común pero no deja de ser ilegal. Todo eso me da mucha bronca y creo que esta pandemia deja al descubierto la precarización a la que estamos sometidxs y las desigualdades que existen en nuestro sector. Lxs artistas más reconocidxs o lxs que tienen una multinacional atrás, quizás están más tranquilxs porque viven de sus derechos de autor. El resto estamos haciendo magia para sobrevivir.

II

La segunda Posta Sanitaria Cultural rosarina se realizó el viernes 30 de octubre, ya clausurando el décimo mes y entrando en el trayecto final del año pandémico. Para esta ocasión la organización dobló la apuesta, utilizando la estrategia de la sorpresa e indagando concretamente en el concepto de Posta: mientras que el nuevo concierto de Beker, Sanzo y Piancatelli se anunció mediante redes, gacetillas y notas en portales y periódicos, la noche del jueves Remedio Casero Discos comunicó el concierto acústico de sus artistas Torneo de Verano y Hombre de Color en Hevalê, restaurante vegetariano y vegano gestionado por lxs trabajadores.
La acción tomó lugar gracias a una gestión conjunta de D7, sello y Hevalê, un espacio que siempre supo albergar este tipo de actividades. De esa manera se activó una nueva posta apenas a cinco cuadras, posibilitando que el público interesado pueda concurrir a ambas actividades que dieron arranque con 50 minutos de diferencia.
Para Remedio Casero el encuentro funcionó como un aliciente luego de un 2020 bien planeado que se vio descartado con la irrupción del coronavirus. De hecho, Hevalê y el sello habían planificado Como en casa, un ciclo quincenal con música en vivo y DJs invitadxs que únicamente pudo concretar una fecha antes de la cuarentena.
Anticipando los cuidados de distanciamiento, barbijos y otros recaudos imprescindibles para la realización de la actividad, la Posta en Hevalê convocó al público alrededor de las 18. Los comunicados emitidos por el sello y lxs artistas involucrados fueron claros: puntualidad, respeto y distanciamiento. Jota A.K.A. Hombre de Color puso las palabras justas al anunciar el reci en sus redes: “Las cosas ya no son como eran antes. Nada de cuelgue, vamos a tocar en horarios justos, seamos puntuales así nos podemos encontrar más seguido”.  El énfasis del músico dejaba en claro algo de lo que todavía no se toma demasiada conciencia: la transición hacia la nueva normalidad requiere que revisemos, repensemos y articulemos nuestros hábitos.
Bien entrada la tarde, mientras el público indie iba llegando a Hevalê, en La Libre se iban ultimando los detalles necesarios, trabajando adentro y afuera del local.  Durante la prueba de sonido de Beker y Sanzo, Piancatelli chequeaba volúmenes dentro del local y luego corría a la vereda de la peatonal, escuchando cómo salía afuera. A la par, Virginia Negri customizaba con fibrones una caja de cartón que serviría como gorra. De manera relajada, toda la crew estaba enfocada mientras el reloj marchaba. Si bien la cita puntual era a las 19, la gente empezó a llegar media hora antes, deseosa de aprovechar los últimos estragos del sol, pero también con ansiedad de encuentro, goce y, otra vez, volver a sentir la entrega de la música en vivo.
Entre las novedades más alentadoras del extraño 2020, la vuelta de Virginia Negri merece destacarse. Por un tiempo instalada en Entre Ríos, más precisamente en la localidad de Federal, la segunda Posta Cultural marcó su regreso a las lecturas públicas luego de un extenso periodo de silencio en nuestra ciudad. La lectura de Negri llegó como una sorpresa inesperada y celebrada por buena parte del circuito de poesía rosarino, el mismo al que la autora supo marcar a fuego con su impronta. Algunas semanas atrás editorial Danke editó Tres puentes, seguido de Poesía doméstica mientras Iván Rosado reeditó Desnudo total y escándalo. No hay dudas, entre lecturas, palabras y libros, Negri está de regreso para encontrarse con muchas de las vibraciones que ayudó a generar años atrás.

Para las 19, cuando Sanzo estaba por comenzar, la gente ya estaba ubicada frente al local de La Libre. Trazando un semicírculo lejano, el público se apoderó del espacio, haciendo suyo ese pequeño tramo de la peatonal, dejando dos corredores para el paso libre.
La convocatoria se incrementó y las cuarenta personas del primer viernes, para el segundo se transformaron en poco más del doble. En la heterogeneidad del público podía encontrarse fans de cada artista, algunxs recién llegadxs de Hevalê, una barra de fundamentalistas de Vir Negri y un deseo general de celebrar el encuentro. Cuando la música comenzó y el equipo de sonido empezó a vibrar, la gente se ubicó definitivamente. También lo hicieron varixs transeúntes sorprendidxs por la propuesta. Las canciones, claro, lxs invitaron a quedarse.
A unos 15 metros de la librería, en lo que parece un gimnasio de alta gama ubicado en un segundo piso, todo el movimiento se detuvo y lxs cuerpxs se pegaron a las paredes transparentes siguiendo con atención lo que está pasando abajo. Por la ausencia de tapabocas en sus rostros pudo leerse sorpresa. Allí nadie se movió durante la primera media hora de recital; todo el ejercicio quedó relegado ante la entrega musical y poética que transcurría abajo. Sobre calle Mendoza, desde los balcones de los pisos superiores, más personas se asomaban, pendientes de lo que acontece abajo. La ciudad se abría por un rato, dejando entrar a sus hogares una magia saludable generada por una equipa de agitadoras culturas que solo quieren regalar un simple encuentro.
Cuando la Posta iba llegando a los 40 minutos, la gente no paraba de venir, razón por la cual, entre canciones, las músicas recordaron los recaudos sanitarios necesarios. Con una respuesta demasiado tímida por parte del público, Mafer Weber, iluminadora y parte del staff de D7 y D6, pedía a viva voz que respete el distanciamiento. Ahora sí, el público entró en razón y el semicírculo se expandió aún más. Las músicas, por su parte, desde el micrófono invitaban a la gente a adelantarse un poquito, apuntando los espacios libres.
Tanto Sanzo como Beker se lucieron con sus respectivos sets para luego ensamblarse en una batería de éxitos del cancionero popular. Sonaban temas de Gilda, Britney, Farrés y mucho más.
Con palmas y algunos pasos de baile la gente fue perdiendo la timidez y lentamente se soltó. No pasó mucho hasta que las parejas se formaron y se desató un controlado pero espontáneo baile delante de la vidriera. Alrededor del semicírculo del público, las persianas enrollables de los comercios se convirtieron en algo más que mera parafernalia de seguridad: ahora eran bicicleteros improvisados.
Mientras la cumbia seguía in crescendo con hits como “La de la paloma”, el baile fue sumando participantes que rompían con la estática de largos meses de encierro y cuerpxs apabullados por el aburrimiento. Los movimientos volvían como una inercia irrefrenable captada en años de noches transpiradas que habrían de imaginar una pandemia nacida en Wuham.
Con dos bises reclamados con aplausos, las músicas entregaron las últimas canciones y se despidieron bajo una lluvia de amor y agradecimiento. Minutos después, con el público todavía en la peatonal, las artistas salieron a la calle a respirar aire fresco y la gente otra vez les dispensó una ovación. Entonces sí, la gente emprendió la retirada.
Ese momento me quedó grabado. El doble aplauso”, señaló Sanzo después del recital. “Sentimos mucho apoyo, en la gorra, en los mensajes agradeciendo, felicitándonos. Y otra vez cuando terminó el show, salir, pasar la vidriera y los aplausos, como cuando termina una obra de teatro, porque desde adentro no escuchábamos los aplausos. No me olvido más ese aplauso”. 

III

A unas cuadras de allí, luego del recital acústico de Hombre de Color y Torneo de Verano, el público se quedó disfrutando del patio abierto de Hevalê.
Con unas cincuenta personas presentes (además de unas cuantas que se atrasaron. ¿Aprenderá el indie rosarino de sus propios errores alguna vez?) la Posta de la calle Juan Manuel de Rosas fue un batacazo, marcando el regreso para una movida que, a pesar de su gran producción, viene muy golpeada en los últimos años.
Hevalê es una cooperativa que funciona gracias al esfuerzo de cada unx de sus miembros desde hace unos cuatro años. Antes conocido como Sattva, el restaurante se transformó en una  cooperativa cuando vio peligrar los puestos de trabajo. Desde entonces, además de deliciosas comidas,  el espacio alberga propuestas culturales en escala intimista: recitales acústicos, ferias y durante la cuarentena fueron una de las sedes del Festival del Club del D7.
Somos super amantes de Susy Shock y veníamos al tanto de las postas, sobre todo porque no hay grandes ideas para facilitar el trabajo cultural desde el Estado, lo cual a esta altura es llamativo”, comentó Pablo Lucas, integrante de la cooperativa, a propósito de la participación de Hevalê como Posta Sanitaria Cultural.
Lucas, otrora músico del combo Lxs que Perdonan, pilar del inactivo pero glorioso sello JÚBILO e integrante del colectivo NÚCLEO, viene militando la escena subterránea rosarina desde hace años. Discreto detrás de sus gafas, siempre tiene una palabra justa para analizar al circuito independiente, conociendo la letra chica de la gestión cultural por los años de construcción en JÚBILO.
“Sensaciones tuvimos muchas”, comentó sobre el pequeño regreso de la música en vivo. “Fue un encuentro necesario. Hace mucho que no nos veíamos las caras entre quienes hacemos cultura en la ciudad, y en ese sentido la Posta fue como un abrazo. Ojalá sirva además para demostrar que con un poco de voluntad se puede tener un protocolo seguro que repiense el espectáculo en vivo, que las personas necesitamos estos encuentros distanciados y lxs trabajadorxs de la cultura necesitan laburar”.

– ¿Cómo ves el presente del circuito cultural independiente? ¿Te parece que con la pandemia aparecieron problemáticas nuevas o el COVID no hizo más que resaltar los padecimientos de los últimos años?

Creo que la pandemia dejó algo bien claro: la cultura independiente no está en la agenda estatal. Nunca existieron políticas públicas que sepan interpretar el ritmo y las necesidades de la cultura independiente de una manera que la incentive y la profesionalice. En la ciudad hay muchísimo talento joven en todas las disciplinas, sin embargo, pretender trabajar de la cultura es una idea lejana. Creo que el circuito previo a la cuarentena se encontraba en un momento excelente, con decenas de bandas nuevas, con tres generaciones de músicxs en diálogo artístico, con organizaciones horizontales como el MUG o NÚCLEO que suman cabezas para direccionar políticas al sector. Había una sensación de que se estaba pateando con todos los estereotipos rancios de lo que es ser artistx. Creo que hay algo hermoso y es que el piso se elevó muchísimo. Hay muchas cosas que el circuito cultural independiente ya no se banca, ahora resta ver hasta donde se puede correr ese techo.

IV

En el preciso momento en que se cierran estas líneas se preparan más Postas. Se trata de darle continuidad a los primeros esfuerzos a la par de nuevas sorpresas. Evelina comparte algunos detalles que elegimos no contar para conservar la magia.
Toda la equipa está enfocada en activar más, mucho más. La idea es replicarlas por toda la ciudad hasta que se activen los protocolos que permitan el regreso de la actividad, al menos al aire libre.
La idea, claro, va más allá de lo aparente. Si la primera Posta permitió el reencuentro entre artistas y público mientras nos hacía repensar nuestra relación con el espacio público, las acciones que están por venir prometen tomar a la ciudad en toda su extensión y profundidad. ¿Podremos reinventarnos mientras transitamos la normalidad post-COVID 19? Habrá que descubrir la respuesta.

Lucas Canalda & Flor Carrera

 

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