Quiz Raptiliano 004: MIRIAM MAIDANA

Quiz >  Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala 

Miriam Maidana es psicoanalista. Trabaja en un hospital del Gran Buenos Aires y es docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires e investigadora (UBACyT). 

En la década del 90 fue productora artística del emblemático programa Heavy Rock & Pop. En ese programa llevó adelante la columna “Vida de ratas”. Más tarde, por algunos años, llevó adelante “Vida de ratas”, en el blog STAY FREE. Además fue colaboradora del suplemento No, en Página/12.
Actualmente publica en Revista Anfibia, Cosecha Roja y otros medios.


01 – ¿Cuál es tu humor por las mañanas? 

¡Mi humor por las mañanas sigue siendo pésimo! Al ser personal de salud estoy exceptuada del aislamiento social, así que en eso mi rutina no ha variado. Nadie puede hablarme la primera hora de  levantada: necesito tomar café y ducharme, ahí voy mejorando.

02 – ¿Quién es tu héroe /heroína? ¿Por qué? 

No tengo. Capaz me despiertan admiración mujeres que tienen 8 hijxs, o personas que eligen ser bomberos voluntarios. Pero en general no tengo.

03 – ¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras terminantemente dedicarte a lo tuyo? 

Cursando el secundario en dictadura, yo quería ser Licenciada en Historia. Pero para recibirme de tal tenía que acceder a un documento histórico inédito y sobre eso hacer la tesis, lo que en dictadura no era posible al estar el Archivo Histórico cerrado. Tuve una profesora divina de Psicología en quinto año y me decidí por esa carrera. Me recibí joven, pero me dediqué a full ya grande, y no me arrepiento: me salvé a mí misma de hacer toda mi vida lo mismo.

04 – ¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?

Terminé el secundario un 30 de noviembre, y el 04 de diciembre ya estaba trabajando en un Centro de Cómputos. No tuve vacaciones, y por más que había hecho un curso de programación en IBM cuando estaba en quinto del secundario, no había aprendido nada. Tampoco en mi primer trabajo, pero me salvó que ya estaba en la Universidad, que en 1983 pasaba de dictadura a democracia y ¡ardíamos! No creo que los trabajos que realizamos apenas terminado el secundario sirvan para nada: algo de plata, algo de independencia, pero no mucho más.

05 – ¿Qué te preocupa acerca del futuro inmediato?

Cómo le escribí a un amigo querido hace un día: “The future is unwritten”, ¡y nos encuentra con la lapicera sin tinta! Eso me preocupa del futuro: que no lo haya.

06 – ¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?

Varias veces me sentí abrumada por las redes sociales pero nunca como hasta hoy. En el hospital donde trabajo y en las redes que intgro evitamos -por salud mental- intercambiar morbo gratuito: fotos de camiones trasladando muertos, ancianos muriendo en soledad, cadáveres quemados en calles, empleados de cementerios cavando tumbas para tirar a los muertos por COVID-19. Es insano: no ayudan en lo más mínimo! Tampoco sigo hilos de teorías conspirativas de Nostradamus o de la Biblia, de “purificación de razas” y otras idioteces. Y no peleo ni me engancho en todo lo que hay que hacer para mantener la cordura en el encierro. Es totalmente subjetivo: hay personas que se calman con el yoga y la lista en la heladera, otras que descargan haciendo pan casero. Es caso por caso, uno por uno. En mi caso lo más abrumador fue la sobrecarga de capacitaciones, charlas, clases: mi humor empeoró completamente. Lo virtual no reemplazará jamás el contacto.

07 – ¿Qué tipo de placer culposo disfrutás a escondidas?

Escuchar Los Palmeras, ver películas románticas tipo Dirty Dancing, hacerme los peores peinados del mundo…

08 – ¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?

Sí: tengo trabajos exigentes así que disfruto mucho de no hacer nada el poco tiempo que dispongo para ello. Por eso odio estos tiempos: me quedé sin feriados, sin permiso para aburrirme o no producir. El tiempo es atemporal: ¡ni nuestro presidente sabe en qué día vive!

09 – ¿En algún momento sentiste paranoia sobre los algoritmos?

Renata Salecl, la filósofa eslovena, habla de que los algoritmos sirven para localizar la angustia con mayor precisión. Yo acordaba con esto, hasta la aparición de COVID-19: acá tendríamos que diferenciar angustia -ante algo que no conocemos y nos invade, como en los llamados “ataques de pánico” pero que Freud ya describió en el Siglo XIX como “ataques de angustia- del miedo. El miedo tiene un objeto: en estos momentos se llama COVID-19, El miedo, entonces, ubica algo a que temerle, cosa que en la paranoia no sería así. Igualmente la paranoia se asienta sobre otras bases, y las teorías conspirativas, religiosas,sobrenaturales, tienen un caldo de cultivo allí. No es mi caso.

10 – A raíz de la pandemia, se trazaron un aluvión de interrogantes por todo el mundo. De repente, hay fuertes replanteos al sistema, nuestros hábitos de vida, la relación que mantenemos con el ecosistema, los privilegios de género, etcétera. Entre tanto, se repite, una y otra vez, que estamos ante “una oportunidad de histórica” de repensar al sistema, a la humanidad, y podríamos seguir. Mi pregunta es: ¿Te parece que somos capaces de pensarnos como actores de la historia cuando estamos sumidos en una vorágine cotidiana de dispersión y hábitos efímeros?

¡Es genial la pregunta! La semana pasada en el Hospital Materno Infantil donde trabajo, en una zona de alto riesgo y vulnerabilidad social, la mayor preocupación era la entrega de los bolsones de comida! Tuvimos cantidad de consultas en la vereda -porque al hospital no se puede ingresar, ya que tenemos pacientes en aislamiento esperando resultados y parturientas que no saben de fechas- que nos bajan a la tierra: la preocupación hoy es el día a día. Tendré comida, luz, internet, me depositarán el sueldo, lograré entrar en alguna ayuda social, cómo pago el alquiler? . Olvidemos por ahora y mucho tiempo las pretensiones: esta pandemia atravesó todas las clases. Por supuesto que hay algunas que tendrán algún resto, pero viven en países que pasaron de potencias a no parar de enterrar muertos (EEUU, por ejemplo). Es el fin de las certezas, y no quisimos esto, ni pudimos adelantarlo. Esto no es una “penitencia” de la tierra, como intentan hacernos creer: esto es el resultado del desprecio por la vida para sostener un modo de producción capitalista, un sistema. Y atacó a los poderosos: así que no, no hay pregunta. Tiembla el sistema, que no estaba preparado para que países ricos y poderosos se vean diezmados.

11 – Ante la situación de cuarentena y aislamiento se presenta casi un imperativo de productividad: debemos aprovechar el tiempo ciento por ciento, debemos ser productivos; pensamos el valor del tiempo como productividad. El ocio, la angustia, o simplemente estar, no parecen ser posibilidad.
¿Ya estamos casi condicionados por el sistema que pensamos en producir casi como un acto reflejo? ¿O, quizás, realmente se deba a que subyace un temor a lo que puede aparecer cuando estamos con nosotros mismos sin distracciones?

El imperativo de productividad se hizo trizas: ahí se nos ríen en la cara las tesis inconclusas, los libros no escritos ni leídos, incluso Netflix y sus mil series estrenadas de urgencia. Para producir tenemos que estar acotados: que sería de los investigadores sin nuestros famosos “plazos de entrega”? Siempre tenemos la pretensión de poder “algo más”, pero cuando nada nos limita…todo nos limita! Producir no es un acto reflejo, sino un mandato. Capitalismo puro, ni siquiera se relaciona con la subsistencia: sostenemos un sistema, por eso compramos congelados y no tenemos una huerta en el balcón. El otro día una amiga preguntaba en Facebook: “Podemos darnos el tiempo en estos momentos de angustiarnos?”. Fue muy buena su pregunta, en la primer semana de cuarentena donde fuimos bombardeados por cualidades de nuestros amigos y conocidos que hacían pastafloras y lasagnas caseras, limpiaban por horas, ordenaban bibliotecas habitualmente dispersas y hasta pintaban! En mí círculo, muchas somos abonadas a Paulina Cocina: no tenemos tiempo para hacer sus recetas, pero nos encanta. Jugamos, y luego compramos lentejas precocidas de lata. Es nuestro cotidiano clasemediero profesional: trabajamos mucho, nuestros hijxs van a doble escolaridad, no, no: geniales los ravioles caseros, pero…en qué momento? Pero el ocio se relaciona con carecer de tiempo libre, sino no funciona. Y no, no creo que el temor sea encontrarnos con nosotros mismos porque -salvo los que están solos, no tienen familia, ni ninguna obligación- la mayoría estamos sobrecargados de cuestiones de lo que no solemos ocuparnos cotidianamente: las tareas escolares, los familiares mayores en aislamiento, ayudar a vecinos, hacer colas de cuatro horas para comprar lo que podamos conseguir, la sobrecarga de capacitaciones de todo tipo. Yo me llevo muy bien conmigo misma, pero en estos tiempos casi no tengo tiempo de encontrarme. Me angustia más, insisto, enfrentar el futuro con una lapicera sin tinta…

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