COLECTIVO MUJERES MÚSICAS ROSARIO: EL CANTAR DE OTROS TIEMPOS

Fundado sobre un sentimiento de “ahora es cuando”, el Colectivo Mujeres Músicas Rosario surgió en abril de 2018 a la par de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Hermanadas en un presente de cambios, son la voz unificada que construye un escenario equitativo en una ciudad que es un hervidero artístico.

El Colectivo Mujeres Músicas Rosario es un grupo no partidario y autogestionado surgido en 2018 a la par del movimiento feminista que vibró por todo el país.
Fortalecido al ritmo de los toques en el ciclo de recitales titulado Martes Verdes “en apoyo a la Ley de Interrupción Voluntaria del embarazo”, el Colectivo busca la igualdad arriba y abajo del escenario articulando políticas que atraviesan al circuito musical rosarino en el ámbito municipal y el sector privado.
Organizado en comisiones de gestión y producción, asuntos legales, prensa y comunicación, formación y sonororidad (un espacio de encuentro y contención para sus integrantes), el Colectivo se caracteriza por un heterogeneidad generacional con voces que construyen desde la sororidad y el respeto.
Valei, Mercedes Ianniello, Irina Marcus y Majo Clutet, músicas de dos generaciones diferentes, dialogaron con Rapto mostrando un balance del primer año de trabajo, con reflexiones sobre el escenario cultural rosarino, construcciones heteropatriarcales y el intenso aprendizaje prodigado entre hermanas colegas.
Valei lleva adelante una carrera solista con el pop cancionero como horizonte. Mercedes Ianniello está acompañada por su banda, Los un millón, trabajando una nueva faceta de pop rock matizada por elementos del indie.
Irina Marcus es clarinetista de Chiquita Machado, una orquesta que combina con sabiduría diferentes ingredientes de la música popular argentina sin quedarse explícitamente en uno. Con Chiquita Machado sí hay algo seguro: en sus recitales nunca nadie se queda quietx.
Majo Clutet es una songwriter que llega desde el universo spinetteano y se atreve con decisión (y autoridad) al tango. Luego de liderar grupos de rock con tintes alternativos, actualmente está dedicada a su camino solista y prepara material que está por llegar.
Tanto Valei como Mercedes están abocadas a la música desde hace poco más de veinticinco años. Con sus canciones, Valei recorrió los escenarios de nuestra ciudad pero también supo girar por Argentina y España. Ianniello dedicó su vida en varias formas: canciones, discos, bares, escenarios y gestión de recitales y festivales. Ambas amigas comparten su pasión artística desde la adolescencia, siendo compañeras de lucha hoy como integrantes del Colectivo.
Irina (Viri o Virina para sus amistades) y Majo representan a una generación nacida en la década del 80. Están atravesadas por el cambio de paradigma que significó la revolución informativa de Internet. Crecidas inmersas en una música popular dominada por hombres, el quiebre cultural de la red, les proporcionó todo el material que su joven curiosidad les manifestaba. La otra parte de su educación llegó desde la educación pública, siendo ambas formadas en las aulas de la Universidad de Rosario. Hoy atraviesan otro cambio de paradigma, pero esta vez, son protagonistas y activistas desde el interior.

I

Hoy el colectivo tiene alrededor de quinientas integrantes. Son mujeres que provienen de sonidos musicales bien diversos: cumbia, folklore, reggae, jazz, tango, pop, rock, chamamé, siendo también varias las que hacen música fusión, experimental o imposible de clasificar en una etiqueta o estilo. “Esa heterogeneidad está buenísima”, apunta Ianniello.
El debate nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito del 2018 fue catalizador de marchas, encuentros, reclamos y asambleas por toda la geografía argentina. Mendoza, Córdoba, Capital Federal, Rosario, se cuentan entre las ciudades en las que se conformaron colectivos de mujeres músicas. Otra movida que se multiplicó por nuestro país y varias ciudades de latinoamérica, es la del colectivo Feminoise, conformado por mujeres y disidencias de sonidos experimentales.
En La Docta, las músicas publicaron un libro en PDF contando sus experiencias. En Mendoza la organización se activó de manera tan efectiva, que durante el verano estuvieron invitando a compañeras de otros colectivos para compartir experiencias y canciones.
Mientras que la iniciativa partió de CABA y rápidamente prendió en otras ciudades, allí las músicas parecen estar aglutinadas según su estilo musical.
En Rosario el número de integrantes del Colectivo sigue creciendo. Cada llamado a nueva asamblea acerca a más compañeras curiosas, deseando compartir vivencias, queriendo sumarse full time o colaborando según la disponibilidad que cada agenda permita. Rosario es un hervidero, coinciden Marcus, Ianniello y Valei frente a sus respectivas tazas de café. En Rosario son muchas. Muchas y organizadas.
Entre tanta versatilidad estética, cada asamblea del Colectivo deja una postal impostergable: una cantidad de instrumentos que generalmente terminan formando una montaña mientras la reunión tiene lugar. Una vez terminado el encuentro, cada instrumento parte junto a su dueña. Algunas integrantes se van para el ensayo de una misma banda o proyecto. Varias músicas son compañeras de bandas desde hace años y ahora son compañeras en el Colectivo. Otras, como Valei y Ianniello, son hermanas de la vida, compartiendo movidas, ruta y escenarios en Rosario y Capital Federal por más de veinte años.
Entre asambleas, toques, ciclos y militancia, muchos proyectos musicales van apareciendo de manera tímida a partir de amistades que se van fortaleciendo.
Así, gracias a los ciclos regulares que el Colectivo puso en marcha, varias músicas tuvieron su debut en público. Otras, pudieron volver a compartir sus canciones en un ámbito de hermandad y respeto.
Desde adentro del Colectivo se da una retroalimentación natural entre generaciones: las más jovencitas aprenden de la experiencia y herramientas de las más veteranas, mientras que estas van adquiriendo conocimientos y una data única que las más chicas irradian.
Según Marcus que, además de ser música, es Licenciada en Letras, maestra y correctora, “todas estamos laburando desde la autogestión. Nadie tiene productora que la maneje”.
Asimismo, la clarinetista de Chiquita Machado agrega que “desde las comisión de Gestión y Producción siempre estamos tratando que la compañera que recién llega no se tenga que comer todos los garrones que nos tuvimos que comer nosotras cuando recién empezábamos. Ir a bares y terminar pagando por tocar, pedir un cachet mínimo, viáticos, algo para comer, sonido básico que muchas veces no está. Acompañamos a la compañera. Una cuando recién comienza no sabe qué necesita para que una banda suena, lo vamos aprendiendo sobre la marcha. Está bueno acompañarnos”.
En ese camino dinámico de intercambio de energías y experiencias se manejan elementos del espectro musical en cuanto a gestión como también aspectos técnicos referidos a sonido o masterización. Preparación de proyectos, crowdfunding o difusión y prensa son otros aspectos que forman parte del aprendizaje.
Elevando la apuesta más allá de lo estrictamente musical, el impulso de la sororidad alcanza la actividad arriba y abajo del escenario. Por eso el siguiente paso es unir a las compañeras que habitan el ámbito técnico: operación de sonido, stage, iluminación, escenografía, fotografía y más.
Ianniello se entusiasma al referirse sobre esa iniciativa que está en ciernes desde la última asamblea y que además se sintió fuerte cuando músicas y técnicas convergieron en la jornada musical que acompañó al pasado 8M: “Justo estamos afianzando ese vínculo. Conocimos a unas operadoras que son parte de la cooperativa Cronopios. Ellas operaron el concierto del 8M. Ahora estamos sumándolas al Colectivo porque siempre hacemos hincapié en sumar mujeres que sean músicas o que se sientan parte de la actividad musical. Sería genial visibilizar técnicas y todas las trabajadoras que estén relacionadas. Hay chicas que laburan en luces, stages, sonidistas. Son pocas y hemos conversado sobre lo jodido que es conseguir trabajo. Muchas aman su profesión, pero tienen que dedicarse a otra cosa”.

El Colectivo tomó forma luego de recibir una invitación por parte de artistas de Capital Federal para adherir al proyecto de Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Tras ese acercamiento los movimientos se sucedieron con rapidez, bajo el sentimiento y la certeza de un ¡es ahora!
Desde la primera convocatoria, comenzaron a organizarse en asambleas, con comisiones de prensa, gestión y producción, entre otras, y a través de una comunidad virtual en Facebook que ya reúne a casi quinientas músicas de distintos géneros y generaciones.
En la primera asamblea, como un encuentro iniciático de todo lo que habría de venir, se trazaron algunos ejes temáticos para abordar y debatir en sintonía pública: la falta de mujeres en los escenarios y la poca visibilización de su trabajo tanto en el circuito privado como estatal.
Con unos pocos meses de existencia, el Colectivo demostró su capacidad de organización y la visibilización de diversas problemáticas. No pasó mucho hasta que tuvieron su primer logro: se consiguió la paridad de género en el Concurso Pre-Primavera que se realiza en la ciudad todos los años anticipándose a los eventos artísticos que se enmarcan en los festejos del 21 de septiembre.
Asimismo, el nivel de organización y certera comunión del Colectivo se demostró con la creación del ciclo Martes verdes, conciertos en apoyo a la campaña por el aborto legal, que se sostuvieron todo el año en el céntrico bar Oui.
En el verano de 2019, las Mujeres Músicas de Rosario fueron parte de las celebraciones del Día del músico nacional en el Centro Cultural Atlas. Allí coparon el escenario arrojando una poderosa postal (sonora) del cambio irrefrenable que vivimos.
El reciente Encuentro Metropolitano de Tango incluyó una subsección titulada “Las nuevas compositoras de tango rosarinas” en las que se presentaron ocho artistas: Evelina Sanzo, Eugenia Garralda Lazarte, Joselina Casadei, Gisela Stival, Dani Lesté, Mercedes Borrel, Majo Clutet y Ayelén Prado.
De las asambleas nació el desafío de ser protagonistas de su tiempo; ser agentes de cambio de su ciudad; hacer sonar sus voces -sus canciones- en el lugar que la vio nacer y en las calles que las nutrieron.
De acuerdo a Ianniello, son tiempos fructíferos para el Colectivo, logrando algunos objetivos y marchando con determinación hacia el resto de una agenda que siempre se va ampliando y redefiniendo. Lo destacable es que cada uno de los logros y avances fue alcanzado bajo tratamiento común haciendo valer la multiplicidad de voces que caracteriza a cada asamblea y a la heterogeneidad propio del Colectivo.
Siempre nos vamos repreguntando cosas. Todo creció muy rápido y nos puso en acción muy rápido. Antes de hacernos preguntas cruciales, fuimos a la acción y terminamos retándonos entre nosotras. Paremos, bajemos un cambio”, confía la cantautora. “No es sencillo. Todo esto demanda velocidad”, agrega.
Marcus señala que la horizontalidad en un grupo tan grande puede resultar agotadora, pero es parte del aprendizaje. “Todavía no cumplimos un año e hicimos mucho”, finaliza.
Mientras se presentan proyectos en el Concejo, las asambleas del Colectivo discuten otras problemáticas y se decide sobre los pasos a seguir.
Tenemos una urgencia por reclamos puntuales que llevamos a cabo. Nuestra agenda es claramente feminista, pero no se queda ahí”, remarca la clarinetista.
“Tratamos aspectos de la actividad musical de manera global. En la última asamblea planteamos entablar un diálogo con el estado municipal sobre el trato que se les da a los músicos locales en eventos municipales. La diferencia con el artista de afuera, el tiempo que se demoran en pagarnos, que los contratos se firmen después de haber tocado y no antes. La idea es unirnos con otras agrupaciones para llevar adelante esos planteos que por ahora no han avanzado”, adelanta Marcus sobre la agenda que está por venir en un año eleccionario plagado de actos masivos, festivales y conciertos por toda la ciudad.

III

En septiembre del año pasado, el colectivo X Más Mujeres Músicas en Vivo, en compañía de varias senadoras nacionales, presentó en el Congreso el proyecto de ley que establece que el 30 por ciento de las agrupaciones que actúen en festivales nacionales deberá tener entre sus integrantes artistas mujeres. A raíz de esta iniciativa, se fueron generando otros proyectos similares en diferentes provincias de nuestro país.
En Rosario, Mujeres Músicas tomó esas ideas y comenzó a elaborar un proyecto de paridad de género en escenarios públicos y privados de la ciudad.
Evelina Sanzo, Giselle Ribeiro, Ayelen Prado y Majo Clutet fueron la vanguardia para empezar a desarrollar un proyecto que iba a demandar esfuerzos, constancia y un trabajo unificado entre Colectivo y actores de la cultura estatal y del sector privado.
Majo Clutet es una mujer con mucha energía. Además de ser música su CV arroja resultados de dos carreras universitarias: Comunicación social y Derecho.
“Música, Comunicación y Abogacía. Pasar por esas carreras me abrió mucho la cabeza y si bien en su momento no sabía cómo iba a congeniar mis tres personalidades, encontré en el feminismo un movimiento para ser todo lo que soy y potenciarnos entre compañeras”, explica días más tarde de presentar el proyecto de equidad de género en eventos musicales en el Concejo Municipal de Rosario.
Plena de herramientas, Clutet es una de las compañeras que encabezó el equipo del Colectivo que se abocó a desarrollar el proyecto.
La tarde de la distinción en el Concejo, además de hacer gala de un desparpajo contagioso, recorrió trayectos del proyecto y supo hacer hincapié en lo vital de la construcción colectiva y del diálogo fluido entre lxs actores responsables de la cultura rosarina.

– ¿En qué consiste el proyecto de paridad que presentaron la semana pasada? 

El proyecto de equidad de género en eventos musicales que presentamos tiene por objeto fomentar el acceso de las artistas mujeres a los eventos de música en vivo, públicos y/o privados dentro de la ciudad de Rosario que para su desarrollo convoquen a un mínimo de tres (3) artistas y/o agrupaciones musicales en una o más jornadas. Cabe destacar que la paridad que proponemos no es cuantitativa; es decir, no se computa sobre el total de artistas en el escenario sino sobre los proyectos. Y en tal sentido, distinguimos entre proyectos solistas, bandas lideradas por mujeres y bandas mixtas. La equidad se cumpliría en tanto se respete la existencia de proyectos de músicas mujeres independientemente de la conformación de su grupo. Una característica especial de este proyecto es que no es punitivo, no busca la pena a través de una multa para quien no se adhiere a la equidad en su programación, sino que busca fomentar a lxs productorxs a que programen mujeres a través de exenciones impositivas y el otorgamiento de un sello de certificación en equidad de género. Somos realistas como trabajadoras de la actividad musical de las dificultades que conlleva organizar un ciclo o festival. Salvo grandes productoras, casi todxs lxs gestores culturales trabajan en forma independiente y no nos parecía prudente poner más trabas en la rueda de la autogestión. Queremos que Rosario crezca en su oferta cultural no sólo pública, sino también privada. Que haya más propuestas, que la gente también se cope más en consumir cultura local, pero sobretodo que se escuchen las voces de las músicas rosarinas que somos muchas y que por diferentes motivos hemos estado relegadas de la escena.

– ¿Qué tipo de detalles tuvieron que relevar?

Para fundamentar el proyecto, se contabilizaron -durante los años 2016, 2017 y 2018- 23 festivales (públicos y privados) del que participaron un total de 353 propuestas musicales: 281 estaban lideradas por varones y sólo 72 propuestas eran integradas por alguna mujer. Sólo el 16% correspondían a proyectos liderados por mujeres y el 3.9% a proyectos mixtos. La cifra es aún más alarmante si consideramos la cantidad de hombres y mujeres arriba del escenario: 1.327 varones y 278 mujeres, es decir, sólo el 17,3% son mujeres.  

– ¿Cuál fue la data qué te sorprendió mientras preparaban el proyecto?

Si bien pensábamos que los números de la participación de mujeres en los escenarios eran bajos, la verdad nos sorprendió que en algunas programaciones directamente no había mujeres. El número es realmente bajo teniendo en cuenta la cantidad de mujeres músicas que hay en la ciudad. Tan solo contando nuestro grupo ampliado del Colectivo Mujeres Músicas Rosario, hay registradas unas 560 músicas. El Registro del Concurso “Te doy una canción” de cantantes mujeres de la Municipalidad tiene más de 400. Entonces, la problemática no es que no hay mujeres músicas, la problemática es que no se las programen. Aun así, nos sigue sorprendiendo que algunos varones continúan repitiendo que no hay mujeres músicas en general o en tal o cual género. O peor aún que no hay suficientes mujeres con talento, tal como señaló el productor del Cosquín Rock. Sigue sorprendiendo que el patriarcado continúe repitiendo sus opiniones sin argumentaciones válidas, pero nosotras queremos demostrar lo contrario con fundamentos que son producto de un trabajo.

– Durante la distinción en el Concejo mencionaste que mientras preparaban el proyecto cayeron en cuenta que “el cupo ya fue, vamos por la equidad”. ¿Cómo y cuándo reflexionaron sobre eso?

Nosotras partimos trabajando en un proyecto que contemple un cupo de 30% en los eventos musicales. Queríamos la paridad pero creíamos que no nos darían importancia, que nadie aprobaría algo así. Entonces dijimos: vamos por el cupo y luego planteamos la paridad. Pero cuando nos reunimos con Carolina Mozzi –actual directora del Instituto Municipal de la Mujer- fue ella misma quien nos planteó que en Rosario hablar de cupo es obsoleto, que las políticas públicas de género se piensan en clave de equidad. Para nosotras fue una revelación muy importante. En realidad, antes habíamos planteado la paridad en la conformación de los concursos de la Secretaría de Cultura así que nos parecía que sí, que podíamos hacer lo mismo con los escenarios.

IV

Por estos días otoñales se cumple un año del primer encuentro del Colectivo. Un año de trabajo, esfuerzos, discusiones y música, mucha música.
La mayoría de las integrantes del Colectivo que estuvieron desde el principio coinciden en que la hermandad fue inmediata. Desde ese trabajo pleno de sororidad, por principio respetuoso de la otra, todo se fortaleció, de ahí se llega a un año de progreso y decisión.
Hubo un momento preciso que las hermanó dejando en claro que la construcción también funciona como sanación. Ese punto de encuentro llegó cuando todas las músicas presentes compartieron historias personales. Años de aprendizajes y vivencias desde la intimidad de las canciones hasta las experiencias de grabar discos y protagonizar conciertos. En escala pequeña, en saltos masivos, cada experiencia fue compartida y escuchada entre las recién encontradas hermanas.
Empezaron a surgir un montón de otras cuestiones que tenían mucho que ver específicamente con nuestra actividad sindical, lo artístico, lo musical. Ahí empezamos a mostrarnos, a dejarnos salir. A conocernos. Tomamos consciencia que éramos muchas desparramadas en muchos ámbitos pero que éramos cientos”, recuerda Marcus.
Valei, también presente en la primera asamblea recuerda que la impactó la enorme cantidad de compositoras que había esa tarde y todas las que hay por la ciudad. “ Antes parecía que no existían las compositoras. Es tiempo de revisar absolutamente todo”, remarca.

En la intimidad de esa tarde, además, las compañeras se confiaron unas a otras experiencias de maltratos sufridos a lo largo de sus respectivas carreras. Algunas con historias pasadas y superadas, otras todavía padeciendo situaciones difíciles en recitales o en la convivencia cotidiana al ser parte de bandas.
Acosos, violencia verbal y física; un mansplaining que se repite hasta el hartazgo, en clave técnico (“Te voy a explicar cómo funciona esa viola”) y conceptual (“La onda de ustedes tiene que ser así”).
Esa conducta repetitiva que supo (sabe) perpetuar al machismo en el ambiente musical, encontró un punto de inflexión en los últimos años, ante el parate que significó el grito de las músicas de todo el país.
Se trata de micro y macro machismos arriba y abajo del escenario, pero también en salas de ensayo, estudios de grabación o en el ámbito académico.
La primera reunión fue realmente una catarsis para muchas de nosotras.”, precisa Ianello, que inmediatamente añade, “te impactan las similitudes en lo que vivimos, tengas cincuenta o veinte años”.
Son historias que con diferentes versiones se van repitiendo. Desde violencia muy explícita, de pensar que nuestro trabajo no vale hasta pavadas, como que nos digan la manera de microfonear nuestros instrumentos. Yo toco un instrumento de viento, que no viene del palo del rock; sonidistas de rock me dicen cómo lo tengo que microfonear cuando hace años que estoy tocando”, cuenta Marcus, con un sentido hastío.
Integré varias bandas hasta que empecé a animarme a tocar sola. A partir de ahí, experimenté una libertad muy grande, de no depender de compañeros para tocar y de no tener que lidiar con situaciones indeseadas”, expone Clutet.

– Los medios de comunicación son una pata fundamental del sistema que se busca cambiar. Entre discursos que atrasan por ignorancia o condescendencia, se repiten los lugares comunes de “cómo es tocar en una banda de chicas” o “no hay tantas mujeres haciendo discos”.  Esas construcciones que pasan como casuales tienen que dejarse atrás, cuanto antes. ¿Cuál fue su experiencia con los medios durante este año?

Valei: en los medios monopólicos no hay espacio. Los medios alternativos hacen que existamos. Son quienes se interesan en nuestra actividad. Han salido notas en La Capital o Canal 5 pero, en realidad, son los medios más chicos quienes están.  Cuando presentamos el Colectivo de manera pública uno de los periodistas preguntó qué covers de hombres hacíamos. No entendíamos si quiso ser gracioso o realmente lo preguntó en serio. Una sabe que hay gente que nos va a escuchar y otra que no va a cambiar.

Irina: es otra forma de producir bienes culturales. Es otra forma de hacer periodismo. Nuestra forma de trabajar no tiene lugar en su forma de trabajar, son medios absolutamente conservadores. Abrís La Capital y tenés historietas de hace cuarenta años. Me encanta Mafalda, pero ya está. No hay lugar para nuevos ilustradores allí, tampoco. Igual para las músicas y los músicos.

Mercedes: sabemos que hoy estamos en agenda. Hoy te dan una mano y te difunden porque queda bien estar comprometido con la causa feminista. Vaya a saber mañana con qué están.

– Parte de la construcción de un nuevo paradigma es revisar el legado y catálogo de artistas invisibilizadas por mucho tiempo. Descubrir y releer ese legado y saber hermanarlo con los cantos y formas actuales es un ejercicio cotidiano que se viene dando en libros, notas, podcasts.

Valei: somos una enorme cantidad de compositoras. Hoy, una nueva letra, mujeres que dicen otras cosas.

Majo: como no crecí escuchando referentes mujeres, la música me llegó a través de músicos varones por el rock que más sonaba. Si bien siempre compuse, fue de más grande que me animé a mostrar mis temas. Me costó muchísimo. Recién el año pasado pude ir al mostrador de SADAIC y decir “soy compositora, vengo a registrar mis canciones”. Creo que la falta de confianza en nosotras mismas -que tenemos muchas mujeres músicas- es una consecuencia de los estereotipos de género.

Mercedes: estamos revisitando nuestras propias canciones. A veces resignificándolas, a veces sintiendo que ya no es momento de cantar algunas cosas. Me está pasando eso. El colectivo tiene menos de un año y yo más veintipico haciendo música, sin embargo, es tan intenso lo que se vive, que uno está en replanteo de todo. Hoy necesito cantar sobre todo lo que nos está pasando como mujeres.

 

Lucas Canalda – Texto
Flor Carrera – Fotografía

Ed – Agostina Avaro

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