MUÑECAS: SENSACIONES QUE DICEN MÁS

Con su pop de impronta británica Muñecas busca conquistar los oídos de una generación argentina permeable a nuevas experiencias.
En su primer disco, proponen once canciones que se dejan llevar por lo climático y tienen, según sus propias palabras, “algo de viaje emocional”.
Anhelando el momento en que los estribillos de sus canciones le pertenezcan al público, los rosarinos apuestan fuerte a un trabajo en vivo que los conecte con su tiempo y lugar. 

I

Muñecas es un cuarteto rosarino que desde hace seis años construye su camino mediante canciones de pop elegante y enérgico. Recientemente, el grupo publicó Muñecas, a través del sello Geiser, obteniendo un alcance nacional para su música.
Con la mente puesta en la edición física de su disco, fechas en Córdoba, La Plata, Rosario y Capital Federal, la banda cierra el año con mucho por hacer. Mientras tanto, la vida real sigue su camino y los tiempos se acortan entre familias, noviazgos, pañales y trabajos formales.
En un rato libre, con los fríos de agosto aflojando por un rato, Fabricio Zero Feuli (voz, guitarra y composición) y Marcos Kito Ribak (guitarra principal) fuman en la ruidosa avenida Pellegrini. Zero es un tipo de postura calma que, entre cigarrillos, desata su verborragia. Ribak, puro magnetismo sobre el escenario, es histriónico y carismático, pero silencioso, atento a todo aquello que se dice ante el grabador.
La base rítmica, conformada por el bajista Manu Camarasa y el baterista Daniel Menegozzi, está concentrada en la logística de lo que está por venir. 2018 es un año ajetreado para el grupo. Algo siempre se está gestando, por eso, las tareas se reparten y se trabaja cada detalle. Con un CD llegando a las disquerías y sus canciones acumulando reproducciones en los servicios de streaming, el trabajo de prensa prosigue, buscando llegar siempre un poco más lejos.

Muñecas forma parte de Geiser Discos desde principios de año, razón por la cual el grupo instauró una dinámica de trabajo entre dos ciudades, Buenos Aires y Rosario, generando fechas en venues como La Tangente, Vorterix Rosario, Ladran Sancho y Galpón de la Música. El paso por el clásico espacio rosarino del río Paraná fue en ocasión del Festival Dorado, parada de Geiser en la provincia de Santa Fe, junto a otros artistas de su escudería como Leo García, Diosque y Francisca y Les Exploradores, entre otros.
Con un pie acá y otro allá, el cuarteto parece integrar una camada que apuesta al estallido federal mediante el centralismo porteño sin tener que dejar atrás su ciudad natal.
Hoy en día son muy pocas las bandas de Capital que se te vienen a la cabeza. Casi nada. Pienso en Usted Señalemelo o Él Mató, Mendoza y La Plata, respectivamente. Puede que siga habiendo un centro en Buenos Aires, pero son bandas siempre de afuera. Hay una agenda que se marca en Buenos Aires, pero si mirás bien los protagonistas no son porteños”, apunta el guitarrista sobre el movimiento de nuevos nombres en el panorama argentino.
Atento a Ribak, Zero fuma en silencio. Padre primerizo desde hace algunos meses, en la actualidad el cantante divide los tiempos entre una vida familiar y musical en Rosario mientras estudia sonido y toca en Buenos Aires. Entre idas y venidas, frustraciones y aprendizajes, el frontman de Muñecas traza una perspectiva entre las ciudades por las que se mueve con el objetivo de lograr un espacio propio para su música: En Capital hay una ignorancia completa con lo que pasa en el interior. A veces, las bandas capitalinas vienen pensando que los vamos a recibir como si fueran las mega bandas. No todos son así, ojo. Yendo estrictamente a lo musical, ellos están más desesperados que nosotros en cuanto a lo que se debe hacer o lo que se cree que hay que hacer. Hay mucha gente en Capital y en el conurbano, y se los nota más desorientados por saber para dónde tienen que ir para captar a toda esa gente. Nosotros también estamos buscando siempre hacía donde ir, hacía donde cambiar. Pensamos en términos de evolución, también nos interesa ver qué pasa con eso. Siempre apuntando a lo que nos gusta a nosotros, no vamos a hacer un disco de trap, no es lo nuestro. En Buenos Aires, todo eso que nosotros buscamos, pasa el triple y con desesperación. El capitalino sabe que está donde tiene que estar, pero ve que no pasa nada y entra en confusión porque le suma desesperación. La desorientación musical es mayor. Yo he visto cosas mucho más horribles allá que las que veo acá. Hay una necesidad de buscar el lugar de privilegio todo el tiempo. En Rosario todo eso está más difuso. Nosotros podemos tener Farolitos, dentro de un circuito rock barrial que mueve mucha gente, y al estar en otro circuito parecían invisibles. Allá es más visible todo eso y se empieza a mezclar. Es la necesidad de la gente de andar buscando algo nuevo. Nosotros tenemos, a veces, esa boludez del orgullo rosarino que nos cierra, pero me cuesta más encontrar cosas horribles acá que en Buenos Aires. Allá encontramos cosas muy buenas y alucinantes, pero también cosas horribles. La necesidad de pertenecer genera una ensalada bárbara. Allá uno llega con tremenda expectativa y no es tanto lo que se encuentra. Acá no estamos mal, el tema es que no estamos en la Capital”.
Finalmente, luego de encender otro cigarrillo, reflexiona: “En Buenos Aires es donde se empieza a movilizar la guita. Capaz que al estar tan cerca de la plata y no verla, se empiezan a desesperar”.

II

El primer larga duración de Muñecas se mete en una propuesta clásica de pop que desde el minuto cero arranca electrizado por “Un robot”, agitada introducción a unos treinta y nueve minutos de climas que nunca se aquietan del todo.
En las guitarreras “Cowboy (superstar)” y la mencionada canción de apertura,  la nocturnidad es el eje conductor. Los climas más vertiginosos se van llevando por la sucesión de personajes borroneados por luces bolicheras y rigideces varias. Entre estrellados de rock, poses de wannabe, romances de conveniencia, el ecosistema mutante que pinta Muñecas vibra con guitarras ideales para sacudirse.
Capturar el colorido del ridículo, divertirse en la fantasía nocturna, tanto en rol de protagonista o de observador, es, por momentos, el plan maestro. “Hay un proceso liberador durante la noche. Me divierte lo ridículo que se puede volver todo”, explica el cantante y guitarrista.El juego ridículo que se acepta en la noche dice mucho de cada persona y de todos”, agrega Ribak.
El disco se terminó condensando en una cuestión temática. La fantasía nocturna siempre me divirtió porque siempre fui noctámbulo y me gusta lo que pasa, más allá que a veces sea protagonista o espectador. Siempre lo tomé muy poco en serio. En Cowboy”, busco  hacer hincapié en ese rídículo. Ando con sombrero en la noche, soy una estrella del rock. Soy tan popular, pero soy el rockstar de la manada, no el rockstar de verdad, el que suena en la radio, soy el del montón”, detalla Zero, incrédulo de la pasarela nocturna.
Cuando la velocidad se reduce, aparece lo mejor del grupo. Las atmósferas de “Al aterrizar”, “Acto de fe”, “Tanto glamour” y “Alma divina” son las que expresan la idea de canción pop con influjos de psicodelia que la banda busca dominar. Corridos de la narrativa nocturna, privilegiando sensibilidad ante fantasías o juegos, las cuatro canciones suenan más genuinas, más personales, más propias. El camino de esas pistas augura un prometedor campo a explotar en el futuro próximo para la banda.
Estallando en volumen y distorsión atrás de una letra desesperada y narcótica, “Acto de fe”, es un ataque íntimo que muestra a un Zero rendido en horas que nunca terminan de resetearse para dar paso a un nuevo día. Según su autor, la canción es “bien introspectiva, una crisis personal. Hay una connotación funesta, sin dudas, pero en sí es una crisis de los treinta. Cuando llegaron los treinta , me di cuenta que todo sigue igual. No sé si soy algo, no sé si soy lo que quería ser”.

Muñecas se plasma luego de una búsqueda considerable. La primera tarea en la lista de quehaceres fue encontrar al productor perfecto. La tarea no fue sencilla, pero cuando dieron con la persona ideal, la labor derivó en un proceso de decantación y aprendizaje que finalmente formaría un vínculo inoxidable entre productor y banda.
Nosotros pensamos en muchos productores. Pero fuimos descartando a medida que fuimos hablando con ellos”, explica Ribak, entre el ruido vehicular de Pellegrini. “Finalmente, hablamos con dos: Manza y Tuta”.
Mariano Manza Esaín lideró la banda Menos que Cero durante la década del noventa. Luego de tres discos que consagraron al grupo como antihéroes predilectos del circuito subterráneo porteño, Esaín daría vida a dos proyectos también celebrados, siempre en la condición artistas de culto: Valle de Muñecas y el trío Flopa-Manza-Minimal (junto a Flopa Lestani y Ariel Minimal). A la par, Esaín encaró la producción de colegas de su misma generación y de diversas bandas independientes. Entre ellos se cuentan Mataplantas, Acorazado Potemkin o los songwriters Pablo Krantz y Coiffeur.
Tuta Torres nació en Rafaela hace casi cuatro décadas, pero desde los dieciocho años vive en Capital Federal completamente enfocado en la industria musical. A cargo de las cuatro cuerdas, integró Los Látigos hasta que la historia los reclamó y grabó dos discos con Emmanuel Horvilleur durante su primera vuelta solista. Entre sus colaboraciones más especiales, se cuenta ser el bajista y socio musical del inefable Carca, con quien compartió aventuras en el underground y en festivales de gran escala. La hermandad con el Príncipe Oscuro prosigue hasta la actualidad. Desde allí llegaría la oportunidad de sumarse a Babasónicos como bajista mientras su socio y amigo Carcacha se concentraba en ser un instrumento polifuncional dentro del grupo de Lanús. Entre giras y más giras, Torres desarrolló un CV como productor al contar con experiencias en los compilados Geiser y participando en proyectos de Banda de Turistas, Una Fábrica, Los animales azules, Callate Mark, Placer, y sus conciudadanos de Los Usuarios.
Feuli apunta que Esaín es uno de los músicos que más admira, por eso encontrarse con él fue un momento importante. Sin embargo, a la hora de plantear los caminos a seguir, algunas diferencias prevalecieron dejando la colaboración como una materia pendiente. “Manza es un productor que me gusta mucho, pero no coincidimos en la forma de plantear el trabajo. El planteaba, me da la impresión, que nos ajustemos al máximo para ya ir a grabar. Nosotros teníamos mucho, tantos demos como ideas, necesitábamos alguien que nos ordene todo eso. Me gustaría trabajar con Manza en algún momento, me encanta, pero buscábamos otra cosa”.
Con la certeza que el futuro volvería a juntarlos con Esaín, Muñecas continuó buscando a la persona ideal. Fue allí cuando la palabra de un amigo y colega encendió una posibilidad para la banda: “Estuvimos a la deriva hasta que hablé con Gabo Bocchio de Los Usuarios. Ellos estaban trabajando con Tuta. Yo no tenía ni idea quién era Tuta, pero luego encontré que había producido el disco de Una Fábrica, que me había re gustado. Cuando hablamos con Tuta no mantuvimos una conversación musical. Me preguntó qué era lo que teníamos, que se lo mande.

Ribak: Hizo mucho hincapié en las letras. Nos pedía letras y demos. Teníamos melodías, pero cero letras. No decía nada la canción, solamente era música. Tuta nos pedía las letras como para verle el lado de la canción, para que acompañe. Al pedirnos esas cosas ya nos encaminó, al menos para preguntarnos hacia dónde caminamos.

Zero: Estuvo bueno que me hizo cambiar la manera de pensar el laburo. Particularmente, siempre fui muy musical. Iba por la música, la melodía, algún que otro tema venía desde la letra. Después armaba rompecabezas, a lo beatnik, sin insultar la vocación de su movimiento. Era medio cadáver exquisito lo mío. A partir de allí iba buscando un hilo. La letra nunca había sido lo primero en mi cabeza, siempre era algo que llegaba después, para acompañar a la música. Eso me resultó muy positivo. Nos dijimos que si vamos a laburar con un productor vamos cambiar la manera de elaborar. A partir de allí mandé los demos siempre con letra. Inclusive, ahí mismo empezaron a aparecer cosas interesantes desde lo musical. “Acto de fe”, lo que es estribillo, en realidad era un puente, era una parte C. Fue Tuta que nos dijo que eso era un estribillo. El tipo nos apuntó eso desde antes que empezar a laburar formalmente, ni nos cobraba todavía. Se involucró cuando todavía no había aceptado formalmente.

Ribak: En un sentido, nos hizo encontrar lo que nosotros no podíamos encontrar. O, capaz que estaba ahí mismo, pero no podíamos verlo. Fue redescubrirnos, cambiar el enfoque sobre nuestro propio interior. Además, fue muy predispuesto a venirse para Rosario. Se involucró con el grupo.

Zero: Durante el proceso de grabación del disco, Tuta dijo algo que me quedó marcado: Lo más importante es lo que vos decís, lo que pasa por detrás el resto de la gente se lo pierde. Si lo que vos decís no atrae, se pierde el resto. Toda mi vida escuché música en inglés. A partir de trabajar en nuestro propio disco empecé a prestarle atención a la música que se hace acá y en todo el mundo hispanoparlante. Fue un momento de click.

Ribak: Fue muy gracioso el primer día en que vino a Rosario y se metió en los ensayos. Nos subía los volúmenes, nos alteraba lo seteado. No entendíamos nada. De repente era pensar, “O es muy pro o es un loco total”. Fue una cuestión más energética que otra cosa, fue lindo encontrarse así.

III

Cuando en 2012 Muñecas Rusas apareció en el circuito musical rosarino el grupo demostraba una versatilidad melódica de amplio espectro que complicaba una descripción rápida. El cuarteto parecía haber aprendido lecciones del estruendo melódico de Radiohead a las que aplicaba hiper controladas dosis de psicodelia pop de finales de los 60 en canciones de factura directa que remitian a un pop argentino más continental.
Sobre el escenario, aún algo verdes y sin necesariamente tener un concepto definido, hacían gala de soltura, histrionismo y un goce contagioso que contrastaba con las propuestas del roster del sello Fluorescente, label que por entonces los albergaba.
Aún bajo el nombre de Muñecas Rusas, en 2014 publican el EP titulado Árboles, integrado por cinco canciones que otra vez confirmaban un camino diferente dentro del mapeo generacional rosarino. “Marejada”, “Brillante” y “Caprichosa” irradian un HIFI ideal  para rotar y ganar posiciones en cualquier FM de pop/rock dispuesta a prestar atención.
En su desarrollo, cada decisión significativa o gesto íntimo que el grupo tomaba confirmaba que tenía bien claros sus objetivos de obviar todo cerco estético que los restringiera. Tocamos bastante dentro de la movida indie, pero luego nos alejamos de ahí”, explica Zero sobre los comienzos de la banda. “”Renegamos bastante de ese término, se volvió una pose indefinida. No sé sabe qué carajo es el indie”, comenta, incrédulo de las etiquetas.Te hablan de Strokes como banda indie, cuando tiene atrás una super discográfica”.  Asintiendo y sonriendo, Ribak parece reafirmar con su mirada cada palabra que su compañero dispara. Finalmente, agrega, “Strokes es Mindie, Mainstream Indie. ¡Es genial! Nos reímos semanas enteras de eso”.
A través de sus diferentes formaciones y etapas, Muñecas probó que la química del concierto era su mejor faceta y la herramienta ideal para llegar a su objetivo de hacerse un nombre dentro del circuito de música joven. Distantes de la naiveté con la que algunas bandas pop prefieren abordar las canciones, corridos de la introspección del indie rock made in La Plata, el cuarteto toma un camino de excitación sobre el escenario, buscando hacer un show completo, sin fisuras en lo musical y con la parafernalia sensorial necesaria. Con un Ribak electrizado sobre el tablado, tocando, saltando y conectando, la banda encuentra su mejor forma cuando el público acompaña cada canción.
“Nosotros nos enfocamos en la cuestión más pura de la música popular, la conexión con el público”, puntualiza Zero sobre la impronta del grupo. Sin perder un segundo, retoma: “Desde chiquito admiro lo que moviliza desde la palabra. ¿Para qué voy a tocar si no le llega a nadie? Francisca y Les Exploradores me parece que tiene todo lo que debe ser un show. La teatralidad del rock que se perdió. Cuando subís al escenario ya no sos más vos. Cuando hacés teatro, al escenario subís con la máscara. La máscara es tu personaje, tiene una postura, tiene una gesticulación, de esa manera se comunica. En el escenario musical tiene que suceder lo mismo. Sobre el escenario no sos más vos. Sos el artista, el representante de una banda”.
“En ese sentido, me ayudó mucho Lucio (Piccoli), antiguo guitarrista de Muñecas. Cuando empezamos con el grupo, Lucio era más del tipo guitarrista clásico, mientras que tanto Manu como yo éramos más pendejos en eso. Cuando lo veíamos saltando por el escenario nos decíamos “Se piensa que estamos en los 90″. Después aprendimos que eso funcionaba arriba del escenario”, admite.
En la movida se ha perdido eso. De hecho, creo que es una de las razones por la cual los músicos de mi generación han entrado en una crisis. Hoy hay muchas bandas copadas que no parecen interesarle a la gente, eso puede ser porque se perdió un poco el contacto con el público. Otras bandas han acaparado esa atención. Bandas que por ahí no nos gustan pero que interpelan a la gente. Ganaron lo que nosotros perdimos”.

– El que conecta con el público de manera inmediata sos vos, Marcos. Tu soltura en los recitales es la que engancha a la gente. Lo hacés funcionar en un espacio pequeño como en un teatro.

Ribak: Cuando me subo al escenario me desato de todo. Sucede que me gusta conectar con el público, me gusta hacerlos parte del show de Muñecas. Todas esas reacciones que tengo sobre el escenario son parte de una conversación que uno tiene. La gente te arenga y vos das más. Cuando ves que están tranquilos, tratás de levantarlos.  Funciona de esa manera. Es una conversación muy linda la que se da. Es conexión. La gente también te marca ese disfrute que encuentra entre nosotros sobre el escenario, la energía. Eso se transmite, sin dudas. La energía del estudio también consigue sus frutos sobre el escenario. No anticipar qué voy a hacer en ese momento, simplemente me suelto, lo disfruto.

Zero: El vivo no es lo mismo que el disco. En el vivo la cuestión energética es muy importante. El contagio se va dando entre nosotros y también con lo que pasa abajo. Todo se va potenciando. Uno lo ve moverse a Marcos y se nota cuando abajo comienza a entregarse a esa conversación. Se potencia todo. Empiezan a aparecer cosas nuevas. Siempre son shows distintos. Obvio que incluye equivocaciones. A veces uno se pasa de rosca y se olvida lo que tiene qué hacer.

Ribak: Eso es aparte.

Zero: Siendo fanático de Radiohead, cuando fui al Club Ciudad de Buenos Aires, recién habían sacado In Rainbows, estaba en un estado de éxtasis sin igual. Me pareció que había sido impresionante, que Yorke era hipnótico. Cuando más tarde escuchamos los audios de esa noche, descubrimos que estaba lleno de pifies, de cagadas, entraban a destiempo y demás, pero eso forma parte del vivo, del rock. Lo que pasa en un recital no es solamente la música, es algo metafísico. Es la suma de energías acompañada de la música. Si vamos a tocar igual que el disco, hacemos playback. Creciendo, me gustan los Oasis, si bien eran unas momias, también estaba bueno verlo a Liam con las manos atrás, cantando sin moverse, a lo sumo agitando la pandereta cada tanto, cada banda tiene su postura. Hay algo auténtico también ahí. Cada banda tiene lo suyo. No puedo hacer yo lo que hace Kito. De intentar hacer eso le quitaría lo auténtico al grupo.

Ribak: Es espontaneidad, también. No hay cálculo sobre el escenario.

Lucas Canalda – Texto
Flor Carrera – Fotografía

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