MUTU ESTRENA SU SESIÓN BRODA – EXCLUSIVO RAPTO

Con canciones inéditas y banda completa, Mutu toma el control del nuevo episodio de BRODA que se estrena el domingo a las 22hs en su canal de YouTube.

La misión de BRODA está clara desde el principio: ser un satélite que haga foco sobre las diferentes microescenas de la ciudad en sus expresiones emergentes. En una manera sutil, la curaduría permite tomar perspectiva de las diversas realidades que se habitan en la Rosario de problemáticas sociales. Sin recurrir a la bajada de línea obvia, la música habla por sí sola, diciendo mucho más que un grito desmesurado o los titulares amarillistas de otros medios.
Por el cúmulo de artistas que pasaron por BRODA hay ejemplos de sensibilidades que supieron desarrollar un testimonio de épocas o vivencias difíciles. Lo mencionamos el año pasado, cuando Joako22 tuvo su episodio. El rapero escribió su «Me olvido», una postal urgente en tiempos de Macrismo explícito, mientras la música urbana se esparcía a base de skere y egocentrismo. Puede apuntarse también la lucidez de Fermín Sagarduy que meses antes de los incendios que arrasaron con el litoral vaticinó todo con un gran consejo: “Respira mientras te queden árboles con vida” . La artista que llega a la sesión del próximo domingo también fue capaz de hacer música a partir de momentos de dolor, pintando una pátina de los tiempos veloces e impiadosos que abundan en la urbe. Nos referimos a cientos de rincones incómodos de la cotidianidad de una Rosario que cohabita con el talento, el disfrute y la ebullición musical, pero también con la violencia y la incertidumbre del azar que se ensaña especialmente con la juventud de las barriadas.
Mutu es la protagonista de la próxima sesión BRODA que se estrena este domingo en su canal de YouTube. Su bio en Spotify la presenta de la siguiente manera: Cami Mutuan (Mutu), es una artista de la ciudad de Rosario, Argentina. Pertenece al grupo de Rap/Trap Vatos Lokos y este año se lanza a la escena con su primer single Tizi.  Mutu trabaja bajo el sello de Milo Records, con quien graba y produce sus temas.
Indagando en la artista, podríamos decir que con 18 años y desde la República de la Sexta, Camila Mutuan AKA Mutu destila una energía armónica donde cadencia, palabra y movimiento se enlazan en una expresión que se aparta del curso principal del movimiento más complaciente de nuestra ciudad. Con una identidad que se equilibra entre potencia, frontalidad y sensibilidad, darle play a sus canciones en YouTube es darle pista a un viaje con curvas peligrosas que pueden noquear a los oídos que se crean cómodos en un hip hop genérico. Trampa de cuidado, Mutu tira el zarpazo de manera inesperada (y atrapante) entre sonoridades de R&B y rap producidas de manera orgánica e instrumentación de pulso sanguíneo.

Con el inminente estreno de su sesión, Mutu anticipa un BRODA picante que derrama rimas y actitud. La coloración del episodio, de hecho, toma tintes cálidos que van subiendo el calor a medida que los minutos transcurren.La palabra clave es química; piezas que se potencian, que llevan el material un poco más allá; cinco músicas que entran en calor en la banda integrada por China Roldan en teclados, Ana Lola en batería ,Valen Solé en guitarra y Maite Belén con el bajo.
“Fue épica la sesión. Todo el grupo es hermoso”, cuenta Mutuan. “Hicimos un material re lindo. De hecho, pegamos la mejor por lo que probablemente sigamos tocando. Hubo una devolución muy piola respecto al resultado. Quedamos contentxs todxs. El despliegue de producción y cada detalle fue super atento. Me sentí muy cómoda” , agrega. “Estoy re ansiosa por verlo completo. Ansías de que sea ya” , cierra.
Respecto a la sesión grabada, explica que “preparé tres canciones que todavía no salieron. Los debuté en BRODA, podríamos decir. Re feliz de mostrarlos”. Además, la música y bailarina, destaca que “nunca los había escuchado en instrumentos a esos temas, todavía. Por eso tengo ganas de compartirlos, que la gente los vea. Luego de la sesión, tengo ganas de sacar esas canciones”.

Mutu se fue encontrando sobre el escenario gracias a la danza. Tanto disciplina como juego expresivo, su formación integral proveyó herramientas que van más allá de lo exterior: para la rapera subirse al escenario es querer disfrutar cada minuto, un éxtasis intenso que mientras vibra por dentro va contagiando con los demás. Compartir las canciones para conectar con el público es parte fundamental de Mutu en vivo. Lograr un vínculo duradero y real que sobreviva más allá de lo pasatista de las redes es casi una misión para seguir adelante: no hay comparación con transmitir desde el vivo. Puede ser un escenario formal, el clásico tablado, como también una tarima improvisada o más direccionada a la funcionalidad de un festi o concurso, o simplemente en el piso, en el cemento más raso, donde lo único que importa es que las zapatillas sean cómodas para la descarga directa de rimas, cadencias y movimiento de un cuerpo que incorpora al micrófono como una herramienta más.
Para Camila la danza es casi indivisible de su persona. Baila desde los cuatro años, cuando empezó sus clases en la Escuela Municipal. Desde entonces esa formación es parte de su crecimiento tanto artístico como personal, con aprendizajes que se demuestran en varios frentes.
Con once años de carrera en la danza  clásica (y  otros estilos) las lecciones son parte de un presente con escenarios que se multiplican.  Bailando Mutu aprendió que sobre el tablado hay que transmitir, saber actuar, entregarse sin temor alguno a lo que está por suceder.
“Apenas me subí a un escenario a cantar frente al público a mostrar mis propios temas no tuve pánico alguno”, cuenta algunos días antes del estreno de BRODA. Si bien generacionalmente Mutu es una nativa  digital que creció con Internet como una extensión de su curiosidad, el ritual de la música en vivo es parte fundamental.  De esa forma, las experiencias de diversas generaciones confluyen en la música en directo, por eso la movida en directo sigue siendo primordial. “Eso es lo que más me gusta de los shows, poder interactuar con el público. Creo que la gente lo nota.  Me encanta conectar” declara, dejando en claro las prioridades.
Algún tiempo atrás, pensó en dedicarse por completo a la danza. Era su espacio natural. Quizás, hoy en día todavía se identifique más con esa disciplina que con la música. En ese sentido, la danza es algo que está presente desde su primera niñez, mientras que la música va ganando lugar a paso decidido desde la adolescencia. Sin embargo, las expresiones se complementan bien. “El miedo a cantar mis canciones me lo saqué temprano”, cuenta. “Cuando iba a la secundaria, cantaba en los actos, ahí me saqué mucho el temor a subirme al escenario. Me ayudó bastante”.
En 2019 Camilia terminó la carrera de bailarina profesional y estuvo a punto de arrancar el profesorado. Como bailarina la cosa pintaba muy bien. Había un goce que iba acompañado con oportunidades laborales prometedoras. “Audicioné tanto en Rosario y Buenos Aires y quedé en varios lugares”, cuenta. “El tema es que era mucho horario, mucho desgaste físico. Además, te arruina mucho psicológicamente la danza clásica, hay demasiados estereotipos. No es tan fácil ser bailarina como muestran. Te deja muchos mambos en la cabeza. Creo que eso, finalmente, me terminó alejando del ambiente profesional. Quería seguir enseñando porque no me quería alejar de la danza. Me encanta bailar, allí puedo expresarme al ciento por ciento”.


Mutu empezó a escribir rimas unos cinco años atrás. La adolescente tenía algunas letras guardadas, pero no se animaba a compartirlas, mucho menos a grabarse. En el fondo pensaba que era en vano porque no tenía ninguna intención de dedicarme a la música. Sin embargo, los días de la vida fueron tomando su curso trayendo life changing gifts de manera inesperada.
“Conocí un amigo en la secundaria que me incentivó un montón para darle a la música. A él siempre le gustaba como cantaba”, recuerda hoy, mirando hacia un tiempo que parece lejano, pero todavía es relativamente cercano. Cami entonces le mostró las letras escritas a su amigo y le blanqueó la onda: se había puesto a escribir inspirada en algo que le había pasado. A partir de allí, su amigo activó, posibilitando la conexión con Milo Records, quien empezó a producir su música, entusiasmado con la vibra de la adolescente.
La primera canción que salió fue «Tizi», que alcanzó las 10.000 reproducciones, algo jamás imaginado por la joven que había guardado sus letras con timidez.
“La gente quizás esté acostumbrada a escuchar algo más comercial, pero yo le estaba metiendo mucho rap” observa Camila sobre el hit viralizado que caló fuerte.
“A la gente le choca que una mina esté haciendo rap“, comenta con honestidad, compartiendo su experiencia. “Todavía no hay tanta costumbre de raperas, hay muy pocas exponentes de mujeres de rap en la Argentina. Sigue chocando. Está bueno que las mujeres vayamos tomando la escena, que seamos más apoyándonos entre todas, subiendo la apuesta.”

Mutu trabaja en equipo. Lo tiene bien claro y lo remarca, siendo directa en eso. Ella escribe las letras, lleva material a Milo y desde allí empiezan a trabajar la canción. Hay colaboradores cercanos, que abren el oído, que aportan a una construcción superadora.
Con cada simple que llega a las tiendas digitales o aparece en redes Mutu demuestra un crecimiento constante. Hay decisión en ella, además de firmeza en una crew que pone cabeza, cora y lomo en laburar. Al igual que la salida, el progreso es colectivo. Puliendo cada aspecto, el material se fortalece.
«Tizi» fue un arranque inesperado. Semejante despegue puede resultar un sueño, pero también una pesadilla que marca un techo difícil de continuar. La bendición pronto puede devenir en karma. No es el caso para Mutu y su equipo que pronto estuvieron de regreso en el ruedo para publicar «Mi consciencia». No había falsa modestia en la canción. Tampoco hubo indicios de haberse dormido en los laureles. Ya lo rapea Mutu: “Otra vez estoy acá/sentada en el suelo con el boli en la mano”.  La cosa está clara: la aventura recién arranca.
“Fue flashero llegar a las 10K recién con el primer video. Quedamos flasheando, mal. Es tremendo que a tanta gente le haya gustado. En los primeros shows que tuvimos, cuando mostramos «Tizi», la gente se acercaba con la mejor. Te la re sube que se acerquen contando lo que significa la canción. Se re aprecia, posta. Es un sentimiento hermoso que la gente disfrute de lo que hacés porque estás expresando que sentís con profundidad y se genera un vínculo de identificación. Poder transmitir al público, lograr esa conexión, no se cambia por nada”.

La palabra es muy importante en la música de Mutu. Claro, habita un juego donde la lírica manda. Sin embargo, hay casos sobrados donde predomina la pose y el speech se vuelve genérico. Si algo dejaba en claro el hit «Tizi» , era que Mutu ponía el dedo en temáticas sociales que no todos abordan, prefiriendo concentrarse en el oro a conseguir, más que amplificar la realidad llena de impotencia que atraviesan lxs jóvenes en la ciudad de pobres corazones. Con apenas dos canciones queda claro que Mutu no hace un ejercicio de estilo: hay data y actitud, una voz-antena que canta tanto sobre lo que duele como lo que hace bien.
“Cuando tengo que escribir, me pongo bases de YouTube o alguna pista que mi productor me manda” cuenta Mutu sobre el proceso de escritura de sus letras. “También me grabo con el fono y empiezo a tirar melodías, después me escucho, tiro un par de palabras, probando como suena la melodía.  Busco bastante desde el lado del Free. No siempre sale alto Free, pero una frase piola queda. Después la puedo modificar, la voy acomodando”, indica. “Es un ejercicio. Supongo que voy a ir mejorando.  Me gustaría tomar clases de canto. Nunca estudié. Lo más cercano fue ser parte del coro escolar, ahí un toque nos enseñaron a usar la voz”.

Lucas Canalda  + Ferarte

 

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