MUÑECAS: TEMPORADA DE CLAROSCUROS

La banda presenta el mediometraje Miedo a dormir en el ciclo Indiefuertes, una excusa para repasar los últimos 18 meses, un periodo de cambios y maniobras evasivas.

 

En el verano del 2020, el año asomaba tan fértil como prometedor para Muñecas. En pleno proceso de grabación de un nuevo álbum, la banda se entusiasmaba planificando en detalle una agenda que prometía recitales en Rosario y Buenos Aires mientras que -en secreto- se preparaba para una primera incursión a México.
Trabajando de forma pareja con un equipo técnico y de gestión, las expectativas no tenían resultados asegurados, lo que cargaba a toda la empresa con dosis extra de adrenalina.
Lo que estaba por venir los entusiasmaba. Enfocados en la agenda musical, los integrantes de la banda delinearon sus vidas personales (parejas, familia, trabajos, estudios, otros proyectos artísticos) alrededor de esa aventura.
Navegando con viento a favor, el panorama pronto se llenó de nubarrones cuando el COVID-19 adquirió características de pandemia. Ante un escenario tan impredecible como vertiginoso, pasaron cosas: los planes naufragaron y mucho de lo anhelado quedó pospuesto hasta extinguirse (por ahora).
Pero entre tanta incertidumbre, la banda supo acusar el golpe reaccionando pronto, logrando estabilizarse y replantear su juego. Durante ese proceso, el quinteto pareció tomar conciencia real de la experiencia ganada en los últimos años de trabajo constante. De la misma forma, el equipo alrededor de los músicos demostró estar a la altura de la circunstancias, afirmando un camino de aprendizajes que responde con ideas al contexto inestable.
El grupo conformado por Fabricio Zero (voz), Manuel Camarasa (bajo y sintetizadores), Marcos Ribak (guitarra y sintetizadores), Daniel Menegozzi (batería y percusiones electrónicas) y Lucas Tecce (sintetizadores) tiene listo Miedo a dormir, un mediometraje musical que se estrena el miércoles 7 de julio a las 22hs en el ciclo Indifuertes, gestado por Niceto Club.
Quien conversa con RAPTO es Zero, que siempre tiende hacia la sinceridad -cuando no al sincericidio- para compartir una actualidad con aprendizajes, volantazos y cierta asfixia algorítmica. 

A principios de 2020 Muñecas gozaba de un buen momento: afilados musicalmente, estaban cargados de la energía constructiva del estudio y con un tesón recitalero fortalecido; en paralelo, el trabajo de gestión venía aceitado, proyectando edificar sobre los movimientos de años anteriores. Por supuesto, la llegada de la pandemia obligó a frenar y recalcular todo.
Ante un contexto complejo, programar un esquema de trabajo resultó tarea casi imposible. Con el inminente lanzamiento de un disco nuevo y planes estipulados para un periodo de 10 meses, Muñecas tuvo que resetear y observar el panorama desde otra perspectiva.
Zero no pone reparos al volver al año pasado: “El freno fue terrible. A mi, particularmente, me deprimió de una forma infinita. Parece un pensamiento por demás de egoísta teniendo en cuenta la gravedad de la situación más allá de la cuestión laboral. Hay gente que perdió seres queridos, sufrió la enfermedad, que perdió todos los medios de subsistencia. Pero es inevitable abstraerse de lo personal y no deprimirse por con el parate de los proyectos propios. De no haber sido por la pandemia, la semana pasada tendríamos que haber tocado en Guadalajara. Teníamos una fecha el 16 de Junio allá”.
Contemplando la salida de Festival de Sombras para el último trimestre, 2020 se presentaba por demás de auspicioso para el grupo. Con planes trazados alrededor de una agenda laboral, las expectativas pronto sufrieron -al igual que el resto del mundo- un cambio inesperado.
“Había fechas acá y allá, gira en México y demás cosas”, recuerda el frontman. “Además, hoy estar quieto un par de meses es como desaparecer del mapa por 20 años. Y nosotros veníamos con un buen ritmo de fechas y movimientos”, observa.
Al principio Muñecas sintió fuerte el cimbronazo. Sin escenarios, todavía lejos de publicar el disco nuevo, todo llegó a un punto muerto. No tocar significa no mostrar lo que están trabajando, pero también equivale a una distancia con el público, a enfriar la velocidad crucero que habían logrado.  Sin esa energía, el feedback decae. “Sencillamente te estancás”, señala Zero.
Desde ese grinding halt Muñecas reaccionó pronto. Dejando la estática, saltaron hacia adelante buscando otras formas de conectar: publicaron el disco, lanzaron los videos musicales de “Diabla” y “Liga Humana”, realizaron shows por streaming, participaron en el Encuentro de Industria Musical Latinoamericana (IMESUR) realizado en Chile y en la 9.5 edición del Festival Marvin, transmitido desde México para todo el mundo. Además, salieron shows en vivo (bajo estricto protocolo) en Casa Brava, Makena y en Sala Lavardén junto a Benito Cerati, donde  jugaron de locales atrayendo a la mayoría del público presente.
En la dificultad las buenas compañías hicieron la diferencia para Muñecas. Zero destaca a Dani Pérez, Tomás Crow, Fede Falco y Tuta Torres, a quien define como gurú artístico y espiritual. Ante el frenazo de emergencia la banda entendió que no estaba sola y que tenían un disco solido al cual aferrarse.
Acerca de Festival de Sombras Zero observa: “En este disco terminamos de entender el estudio y las herramientas para hacer canciones y moldear nuestro sonido. Con el disco logramos un desarrollo sonoro muy sofisticado, tanto en el estudio como en el vivo. Desde lo conceptual cierra por todos lados. Aprendimos a escribir letras. O por lo menos aprendimos a ser más claros con lo que queríamos decir. A terminar de cerrar el paquete con las letras. Antes parecía que iba por un carril distinto. Encontramos una voz”.
Asimismo el cantante, agrega: “Laburando capa a capa en los estudios y diseñando nuestro sonido, logramos un disco homenaje a los ochenta, pero desde una óptica moderna. Esto nos terminó de armar el camino para encontrar la épica escénica que hacía mucho que estábamos buscando. Todo cerró en conjunto”.

Festival de Sombras salió en los últimos meses del 2020 y todavía tiene mucho camino por recorrer. El trabajo de prensa sigue adelante, las listas editoriales siguen llevando oídos hacia las canciones, y los videos en YouTube siguen girando. Para un puñado de músicos bastante inquietos como los Muñecas, un nuevo capítulo empezó a escribirse el mismo día de la publicación del disco. Sin perder tiempo, su cabeza estaba en las aventuras a venir, en salir a tocar Festival de Sombras, pero también en zambullirse en temas nuevos.
Buscando evolucionar con decisión durante cada etapa, el tiempo muerto de la pandemia resultó en un momento de extravío que, felizmente, ya se acabó. Hoy el grupo se encuentra probando cosas nuevas. Luchando con unas maquetas mientras aguarda el estreno de Miedo a dormir, la banda incuba ideas.
“Apenas sacamos el disco el año pasado, y se terminó todo el laburo previo que requieren los lanzamientos, nos metimos de lleno en la búsqueda de nuevo material. Ya sea revisando cosas que no entraron en este álbum y maquetas viejas o haciendo temas totalmente nuevos”, cuenta el cantante.
“Nos estamos metiendo mucha presión con esto. A veces, en el buen sentido, otras en un sentido medio insalubre, pero encontramos que cada vez que nos relajamos nos complicamos solos”, confía. “Funcionamos mejor bajo presión porque en el fondo no nos gusta laburar. Si nos damos un poco de margen capaz nos acostumbramos a no hacer nada y después nos cuesta el doble arrancar de nuevo”, observa.
Festival de Sombras dejó una lección significativa para Muñecas: nunca hay que cortar con el ritmo. La banda tomó consciencia de ese punto justo antes de concluir con el trabajo del álbum. La inercia los ayuda a mantenerse afilados, los sentidos se agudizan y la pereza estática no representa una amenaza.
Para Zero la composición es ejercicio y oficio. Entiende que sin constancia no se mejora. Atentar contra un buen hábito de trabajo es un riesgo, representa un desgaste energía sólo para encontrar el lugar por donde volver a arrancar.

Comenzando la temporada invernal, Muñecas propone una experiencia audiovisual para seguir indagando en sus canciones. Miedo a dormir es un mediometraje que promete un show movedizo. El concierto se estrena el miércoles 7 de Julio a las 22:00 en Niceto Club y estará disponible hasta el 7 de agosto de 2021.
Consultado sobre el tiempo que demandó Miedo a dormir Zero apunta que se evaluaron miles de ideas hasta que apareció una que contentó a todos. Además de la idea indicada, la otra pata demandante del proyecto fue conformar el equipo de producción. Luego de un tiempo de buscar, finalmente, todo empezó a encaminarse.
“Era obvio que se volvía a pudrir. Que se venía una segunda ola más temprano que tarde y que los artistas íbamos a tener que cortar de nuevo con la actividad presencial”, explica. “Entendiendo la gravedad de esta situación, en verano ya empezamos a pensar el mediometraje”, agrega.
“Nosotros laburamos con Ariel Camuratti y Rocío Giordanengo de forma permanente. Ariel siempre está a cargo de la dirección de los videos, las fotos y todo lo que tenga que ver con lo audiovisual. Rocío se pone al hombro todo el tema de vestuario, styling y dirección de arte. Pero obviamente con ellos dos solos no podíamos hacer esto. De hecho, se termina de definir la idea en conjunto con el equipo completo”, cuenta Zero.
El rodaje de Miedo a dormir fue extenso y desgastante. De nuevo, Zero evita los filtros para recordar el proceso de producción del show que se estrena la semana que viene: “entre los Muñecas casi nos cagamos a piñas, literalmente. Cada puesta llevaba su tiempo entre armado de cámaras y luces”.
Más allá de las escenas pugilísticas que no tomaron lugar, el quinteto contó con refuerzos musicales especialmente invitados: Manu Piró como cantante y Melisa Camiscia en el saxo.
Miedo a dormir cuenta con un equipo técnico que incluye talentos reconocidos en el circuito de espectáculos de nuestra ciudad. De hecho, varios nombres como la diseñadora de iluminación Mafer Weber fueron de los más requeridos en el periodo mayo 2020/febrero 2021 cuando los shows de streaming fueron furor.
Zero, por su parte, enumera el plantel técnico de Miedo a dormir: “Ari Camuratti y Andrés Asenguinolaza en la dirección y montaje; Andrés también se encargó del diseño de la puesta en escena; Weber en diseño de iluminación, operación y programación; Paloma Gallardo y Mauro Barreca junto a Juan Carlos Meli y Ángel Sanabria de Rental Prisma asistiendo con la iluminación;  Rocío Giordanengo en el estilismo y vestuario; Lusina Gentile customización de vestuario; Cintia Ayala Make-Up, Tomás Pasini, Camila Melone y Manuel Pérez Mora en cámaras; el gran Fede Falco en grabación y operación con Rosendo Zinny de asistente; Rodri Genzone asistente de producción y logística”.

El estreno de la semana que viene, quizás, sirva como una síntesis fiel del buen momento que atraviesa el grupo. Miedo a dormir permitir ahondar realidades, aciertos y padecimientos de Muñecas.
-Con Festival de sombras la banda encontró, finalmente, la veta perfomática que buscó por años. Un punto equilibrado entre música precisa, pop caluroso y conexión física con el público.  Con Zero librado de su guitarra y un Ribak siempre desatado, la propuesta dio con su fórmula ideal. Teniendo un equipo conformado que acompaña en el sonido e iluminación, la actualidad de la banda tiene al vivo como su principal fortaleza.
– Muñecas atraviesa un momento generacional interesante. Pasaron años desde que fueron “la banda nueva”, hoy son una propuesta afirmada en su identidad que sigue creciendo y encontrando un feedback positivo. Al mismo tiempo, se encuentran siendo parte de un cadena estética que sigue extendiéndose, convirtiéndolos en un eslabón que aúna gente más joven y quienes supieron ser sus referentes o compañeros de camada.  La banda es consciente de esa expansión de propuestas y sonoridades, haciendo gala de una camaradería artística saludable que los pone en otro espectro, tomando su lugar.
Creo que con Festival de sombras  la banda terminó de encontrar su forma definitiva. Por lo menos en cuanto a su sonido, dinámica, roles y puesta en escena. El combo que arma la identidad artística. Dejar la guitarra, por mi parte, fue una buena decisión. También no enroscarme tanto en arreglos y pensar más conceptualmente”, reflexiona Zero.
“En este disco buscamos potenciar eso que siempre tuvimos como uno de nuestros fuertes: el vivo. Para llegar a ese concepto también tuvimos que laburar mucho en el diseño de audio, algo que antes no era nuestro centro de atención. Cada uno encontró su lugar en el escenario. Pero eso no va solo atado a nuestro desarrollo de lo visual, las energías y el histrionismo. Con eso no es suficiente”, observa.
Llegado el momento de pensar sobre el paso del tiempo, Zero responde con espontaneidad, volviendo como acto reflejo sobre algo que transitó en su cabeza hasta casi abrumarse. “Me deprimí”, comenta, seguido de risas. “Soy consciente del paso del tiempo. A veces, me atormenta. Un día estás empezando algo nuevo y al otro dejás de ser la novedad. Envidio y admiro a quienes pudieron darse cuenta rápidamente qué querían hacer con su arte. Creo que eso hizo que nos hagamos amigos de tanta gente del ´centenialaje: la admiración”, cuenta.
Zero se refiere a las buenas migas que la banda supo hacer con artistas jóvenes como Barfeye, Manu Piró, Diego Piwi Savioli, el sonidista Tomás Crow, entre otros. En los últimos años se generó entre todos un feedback colaborativo que los unió más allá de las diferencias estéticas, desarrollando un corredor de música que se representó en canciones, discos, recitales (cuando se podía) y un intercambio de data casi constante.
En ese sentido, Muñecas toma su lugar como puente entre la generación post-Alucinaria y la avanzada que marca el ímpetu cancionero (y de gestión consciente) de Barfeye y el pop estilizado de Piró. La conexión llega desde un lugar de camaradería, curiosidad y búsqueda, puesto que sus identidades estéticas son muy diferentes. Conectar de esas orillas marca una diferencia que se sobrepone a un sectarismo al que Muñecas nunca correspondió.
“Aprendemos bocha con ellos”, comparte Zero. “Tienen muy en claro un montón de cosas. Además de tener la mejor, manejan una cantidad sideral de data y hacen cosas increíbles con su música”, agrega.
“Es difícil asumirse artista. Por lo menos para mí, lo fue. Implica enfrentar las frustraciones y prejuicios que cargás. Pero cuando lo asumís es como que todo se empieza a acomodar y de a poco aparece el camino” , confiesa Zero.  “La camada sub 25/26 no carga con los mismos prejuicios que teníamos los milenials. Se enroscan menos, son más desfachatados, hacen lo que les pinta y encima la rompen”.
“En un momento parecía que no iban de la mano el virtuosismo y lo que de mi lado creíamos vanguardia. O no eran muy compatibles, por lo menos. La escena se separaba y se delineaba a través de los prejuicios musicales”, observa Zero desde la perspectiva del tiempo. “Los que tocaban bien, en gran parte, quedaban en la idealización de aquello que hizo grande al rock en tiempos lejanos. Y los que éramos fanáticos de los Strokes y el supuesto indie en general, que estábamos muy lejos de todo eso, nos encerramos en una posición talibán anti cualquier cosa que sonara a rock clásico. Yo llegué a prohibirle el uso del Wah-wah a nuestro guitarrista anterior. Una pelotudez”.
“Hay una nueva camada que entendió rápido que en el arte vale todo”, apunta.  “Hay un ´rearmado mental´ y organizacional en todas las generaciones de músicos y trabajadores de la música en Rosario. Si bien nunca se fueron del todo, hoy volvieron los colectivos y sellos al centro de la escena, quedó un poco de lado la cosa mezquina de no entender que los avances se dan de manera conjunta y colectiva. No la pega uno o un sello, la pega una escena”. 

Sobre el final, otro punto asoma en el mundo de Muñecas. El quinteto (y el equipo de gestión de Elvis Attack) se manejan muy bien en un paradigma de información que exige novedades constantemente para no quedar relegados en la corriente de data cotidiana.
Álbum, simples, videos, recitales, streaming: Muñecas aprendió a moverse aceptando las reglas del juego. Luego del cimbronazo pandémico, la banda se lamió las heridas y encontró una forma de hacer pie entre tanto ruido. Pero el esfuerzo por mantener una visibilidad puede ir en detrimento de lo orgánico, atentando contra el acto de desarrollar música y concentrarse en aspectos más humanos.
Otra vez, el cantante evita el lugar común para responder. Consciente de los peligros que esconden los entramados del frenesí que demanda una industria cada vez más adicta a los algoritmos, el cantante reflexiona cargando con un dejo de hastío. Sin máscara precisa observaciones que se desprenden de lo aprendido por ciertos aciertos, mucha frustración y una obstinación por buscar grietas en la matrix.
“No sé si lo manejamos tan bien. Creo que todavía estamos aprendiendo. Agobia un poco. Es peligroso, te podés confundir fácilmente”, comparte.
“Hoy hay un frenesí de lanzamientos exacerbado por el algoritmo que lleva a cargar playlists con música que parece salida de un template. Hay formas y estándares en la canción pop argenta, que si bien en esencia no tienen nada de malo y, de hecho, a veces nos distingue a los argentinos del resto de Latinoamérica, también hace que, en ocasiones, nos parezcamos demasiado todos con todos. El algoritmo, de por sí, te pone cada vez más difícil el hecho de salir del anonimato. Así tengas miles y miles de escuchas. La gente pone ´Mates y Música´ y no sabe qué carajo está escuchando”, sostiene Zero.
“Todos caemos, de alguna forma en esta trampa, pero hay que tratar de parar las antenas. Si vamos a estar haciendo todos lo mismo, se va a poner complicado. Nosotros creo que encontramos un lugar distinto en nuestra manera de pensar las canciones y lo tenemos que cuidar”, afirma.
“Por eso estamos en continuo movimiento, pero tratando de mantener las anteojeras de caballo puestas la mayor cantidad de tiempo que podemos,  para no desviarnos. Si nos corremos del camino, que sea porque quisimos, por inquietud artística y no por ir a donde supuestamente está el queso. No vaya a ser que terminemos en la ratonera”.

Lucas Canalda  

 

 

 

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