LA VIDA REAL DE JUAN WAUTERS – ENTREVISTA EXCLUSIVA DESDE NUEVA YORK

Días antes de publicar Real Life Situations su nuevo disco, Juan Wauters conversa desde Nueva York sobre una etapa creativa plena de energía colectiva y el oficio de ser músico en medio de la pandemia.

A unos días del lanzamiento oficial de Real Life Situations, Juan Wauters dedica su mañana a entrevistas con medios de diversas latitudes. Luego de realizar el disco en circunstancias extrañas debido a la pandemia, el trabajo está terminado. Ahora resta darlo a conocer y dejarlo en poder del público. Mientras tanto, el nativo uruguayo radicado en la Gran Manzana va contando las horas.
Wauters rebosa de energía y lo deja saber. “Estoy muy contento de compartir un disco fresco nuevamente. Feliz de poder seguir haciendo música” declara iniciando la conversación a larga distancia. Se lo nota entusiasmado por el inminente lanzamiento de Real Life Situations aunque admite que ya anda con ganas de ponerse a grabar otro material.
“Me encanta el momento de compartir un nuevo disco con la gente. La verdad que me hace feliz entregarle algo al mundo. Estoy con la esperanza que mucha gente lo pueda escuchar porque uno quiere transmitir el sentimiento. Todo artista quiere ser escuchado. Quiero que llegue a la mayor cantidad de gente posible” comparte como el preámbulo de un intercambio sobre el disco y esas precisas situaciones de la vida real que fueron tanto inspiración como contexto.
Sin dudas, la realidad pandémica atraviesa, de alguna manera u otra, a la mayoría de las vidas humanas que habitan el planeta tierra. En el caso de Wauters, músico independiente desde hace dos décadas, la situación lo afecta de la misma forma que a todos los artistas que viven de tocar: con la ausencia de giras y conciertos más la incertidumbre que reina e imposibilita planificar con anticipación, su oficio se vio seriamente afectado. Sin embargo, entre la malaria, Wauters respira con profundidad y agradece poder hacer pie con los ahorros del oficio que tanto ama. “Fue un golpe duro no poder seguir tocando, para muchos es nuestro único ingreso” cuenta, sintiendo empatía con cientos de miles de colegas que vieron zozobrar su fuente de trabajo. “Hasta el día de hoy, toco madera, puedo seguir manteniéndome con la música”, finaliza.
En ese sentido, Wauters afirma que entendió que es un privilegiado. Vivir de la música, poder editar discos y salir de gira por el mundo hoy, más que nunca, se entiende como un privilegio. Para un inmigrante que llegó junto a su familia a Estados Unidos poco después de su adolescencia, el privilegio es enorme. Wauters lo entendió durante 2020, un año que por fuera transcurrió con una velocidad frenética mientras que, por dentro, la procesión reflexiva calaba profundo, dejando mucho para sublimar a veces en canciones, pero también en charlas compartidas con amigos o en intercambios sin distorsiones como el que mantiene con RAPTO.
A través del teléfono, Wauters conversa sobre sobre los últimos veinte meses de su vida girando y revitalizando el espíritu por esquinas impensadas de todo el continente. El último año, por supuesto, está impregnado por la locura pandémica que, según dice, en Nueva York golpeó duro. Desde Queens, el músico nacido en Montevideo condensa en palabras un panorama complejo que sintió tanto en lo íntimo como en lo macro. Se trata de un tiempo frenético que en Estados Unidos supo combinar el Covid desenfrenado, las elecciones presidenciales, Trump fustigando a los minorías, y, finalmente, el episodio del Capitolio.
“Inconscientemente, traté de pintar lo que fue el 2020, todo ese encuentro de sentimientos que se vivieron: la incertidumbre, la ansiedad, la violencia, la felicidad. Me siento muy feliz y orgulloso porque me encanta el disco” , declara el autor de temas como «Water» y «Todo terminó».
Juan enfatiza las extrañas circunstancias que hicieron del nuevo álbum una experiencia diferente. “Fue un disco bastante raro en su manera de concebirse”, destaca. “Las colaboraciones las grabamos antes que pase lo del coronavirus. Luego retomé el proyecto y produje algunas cosas durante la pandemia, finalmente lo enmarqué y lo terminé en el verano (boreal), entre junio y julio del año pasado. Ya en diciembre empezamos a sacar las canciones”, explica.

A principios de marzo, Wauters estrenó Unity, el tercer avance extraído de Real Life Situations, disco que cuenta con 21 tracks e incluye colaboraciones de Mac DeMarco, Cola Boyy, Homeshake, Nick Hakim o El David Aguilar.
Luego de varios adelantos, la expectativa por Real Life Situations se fue acrecentando y su público -un considerable cult following por América y Europa- espera el 30 de abril con ganas. Dos semanas después del lanzamiento digital, el sello editor Captured Tracks publicará la edición en vinilo.
Si bien Real Life Situations parece conjugar los mejores elementos del Wauters que el público aprecia (melodía, sencillez reflexiva, diversión, experimentación cancionera) y fue descubriendo con el paso de los años, sus recientes incursiones tocando por Latinoamérica tomaron una relevancia considerable: si durante su viaje-gira extendida se potenció con nuevos sonidos y colaboraciones, si quinto lanzamiento toma ese deseo 2017-2019 de potenciarse junto a socios musicales para explayarse sobre sonoridades de hip-hop, R&B lo-fi y hábil indie folk.
Real Life Situations no es un álbum temático sobre la cuarentena ni tampoco sobre sus efectos, pero sí parece realizarse a partir de una lección importante que llega de la mano de un contexto cambiante y difícil de manejar con demasiada antelación: tomar las cosas como vienen, hacer lo mejor posible con las olas de cambio y mantener tu espíritu con humor. Si sus míticos vecinos de Queens cantaban sobre tener strength to endure Wauters parece ser la próxima evolución lógica de esa línea: sincero consigo mismo, temple ante la adversidad y buenas canciones ante el mal tiempo.
Otra conexión tan fácil como irresistible con Ramones la encontramos en la frecuencia radial que hace de intro de «Do You Remember Rock ‘n’ Roll Radio?»: allí los hermanos paseaban por un dial que arrojaba comerciales, noticieros y recetas de cocina, ahora Wauters, mediante los 21 tracks del disco, inventa su propia radio contemporánea mediante un salpicado de mensajes de voz, conversaciones, canciones viejas, televisión, algo de YouTube, ruido ambiental y otras sorpresas-detalles. Sobre esa construcción que excede lo netamente musical, Juan revela que: “Muchos de esos tracks son pasajes sonoros. Hay mucho sonido ambiente. Hay canciones además de ruidos ambientales de tres segundos. Algunos tracks rozan la idea de canción, pero no llegan a serlo propiamente porque son cosas que canto a capela o hablo. Por ejemplo, un track son 45 segundos de dos personas manteniendo una discusión. O hay gente gritando. Queda a la interpretación del oyente si eso es una canción o un sonido. Eso sí: es un track en la lista de Spotify”.

 

Real Life Situations se publica el 30 de abril a través del sello Captured Tracks

 

Real Life Situations se siente como una recarga energética que se corresponde con el buen ánimo del autor. Parte de esa vibra positiva fue generada por la química que encontró con los invitados que aportaron al disco. El feedback constante entre amigos-colegas hizo de la producción un juego divertido donde la complicidad primó a cada momento, rebasando lo estrictamente musical. Las amistades fueron parte del proceso compositivo, pero también de la producción y grabación, dando el presente en el estudio, además de otras instancias tardías como la realización de videos.
La diversidad de sonidos que caracterizan al quinto disco de Wauters se debe a una permeabilidad que el vecino de Jackson Heights logró en los últimos años. El proceso que le permitió abrirse a otros en la creación compartida se fue dando en las experiencias del último periodo en el cual Juan viajó por todo el continente tocando casi sin pausa, dándose a la aventura de visitar lugares desconocidos, tocando con artistas diferentes, abriendo su oído a las sonoridades de cada parada.
Real Life Situations es mucho más que el sonido personal de Juan, la información fluye a la par de los invitados y otros aportes significativos durante la etapa de grabación. La onda de Juan Pablo parece ser una referencia ineludible al escuchar el inminente lanzamiento, sin embargo, el guiño sirve al pensar la diversidad sonora y poco más: hay algo transformador el Wauters del periodo 2020-21 que, probablemente, se deba a un tipo mucho más interesado en conectar y dejar fluir la energía de su alrededor.
“Al componer con otros se espera que una personalidad diferente llegue a la música”, plantea, indagando sobre el resultado del nuevo disco. “Al final, viéndolo con el diario del lunes,  lo colaborativo terminó siendo como un alter ego”, aporta para luego detallar: “si hacemos una canción nosotros dos, siento que si nos llegamos a abrir suficientemente, puede resultar una canción de un tercer artista. No es mía, tampoco tuya: pertenece a la junta de tus atributos y los míos. O también, a tus defectos y los míos. De esa forma surgieron canciones medias extrañas. La paleta de sonidos se abrió porque, tanto las otras personas como yo, estábamos dispuestos  a probar cosas que no hacíamos en nuestras propias canciones. Entonces, terminamos entrando a un terreno completamente vacío, super virgen. Eso nos abrió la cancha pila. Al trabajar así pudimos darnos libertades que de otra forma no podríamos haber abarcado. Tomándolo desde un lado estrictamente solista no salía nada así”.

La presente mentalidad de Wauters, permeable a la potenciación creativa y proclive establecer vínculos que trascienden lo ocasional, abre algunos interrogantes que no pueden obviarse: ¿Puede relegar su ego a un segundo plano luego de años conduciendo su propio destino? Finalmente: ¿Le interesaría formar una banda? ¿Hay una posibilidad real de que Wauters sea simplemente un integrante más de un grupo? Proceder con esas preguntas significa meterse en un terreno estimulante pero algo pantanoso. Luego de los pujantes años con The Beets, Wauters tiene la experiencia suficiente para ser cauto en sus próximos movimientos. De alguna manera, dichos interrogantes ya pasaron por su cabeza y se quedaron ahí elevando tantas dudas como posibilidades. En su neurosis, Wauters responde con un entusiasmo afirmativo inmediato. Sin embargo, pronto va desgranando una realidad que conoce bien, por eso, la cautela termina ganando la partida: La verdad que sí, me gustaría ser parte de una banda. Es una fantasía muy linda que tengo. Yo surjo de una banda de mi barrio Queens que se llamaba The Beets. Ahí tocábamos formato banda. Definitivamente todos teníamos algo que decir. Luego me metí en mi burbuja cuando me tocó ser solista. Era todo yo, yo, yo y yo hasta que hice La onda de Juan Pablo. Ahí me abrí nuevamente a tocar con otros músicos y les di rienda suelta. Fue muy grato el resultado, al igual que la experiencia. Me encantaría participar de una banda. El tema es que yo ahora tengo 37 años, quizás la banda sea algo que tenés que hacer cuando sos mucho más joven porque estás dispuesto a cansarte más y a convivir. Cuando sos más grande empiezan a surgir los egos. Al ponernos más viejos queremos que sea a nuestra manera, nos cuesta llevar una banda adelante. Una banda es una familia, tenés que manejar todos esos egos y caprichos. Con The Beets, cada acción era decidida entre todos. Hacia el final, esa fue la razón por la que todo se deshizo: cada uno quería ir por su lado, ya no estábamos dispuestos a ceder para que el otro tenga su espacio. Cuando vos preguntás esto, es algo que me entusiasma hablar y pensar, al mismo tiempo, la verdad, no sé si podría llegar a lograrlo. No estoy buscando algo activamente, siento que el reinsertarme nuevamente en un proceso colaborativo fue todo un trámite. En el último disco que hice mucha gente participó desde la instrumentación, ahora esa participación fue desde la composición, pero no fue siendo parte de un grupo. Por eso me tira la idea de banda pero también soy realista. Imaginate Real Life Situations como una relación casual: no me casé con nadie, salimos una noche, tuvimos una romance y se terminó.

-¿Qué planes tenés en vista una vez que el disco haya sido editado? ¿Es factible organizar un concierto de presentación?

Por ahora cero. No hay vistas de conciertos en Estados Unidos. Hay gente que hace cosas por el sur del país, pero lo siento muy lejano, la verdad. Sinceramente, fue fuerte todo. En Nueva York la pandemia golpeó muy fuerte. Personalmente, como a tantos otros, me pegó la de alejarme. No me siento con tantas ganas de salir. No me imagino por ahora metiéndome entre la muchedumbre como antes. No siento ganas de eso ahora mismo. Quedé un poquito afectado por todo el proceso que vivimos. De a poco, imagino, que se volverá. Supongo que la extraña normalidad que tenemos ahora irá mutando hacia una instancia donde vuelvan a suceder los conciertos. La verdad que no sé más allá del presente. Es muy difícil proyectar algo. Es tiempo de cuidarse y cuidar a los demás.

-¿Planificar una gira por fuera de EEUU es posible? Pregunto sabiendo que vivís de tocar y ese oficio se ve complicado ahora mismo. 

En Estados Unidos todavía nada. Sé que en Europa, a través de promotores locales, estamos planeando una gira no muy lejana. En el último año no quise tocar con todo esto. Estuve en Uruguay que hasta ahora se la llevó bastante bien, teniendo conciertos y todo, pero ahora se complicó. Por ese miedo que te comento no quise tocar allá, tampoco. Aproveché el momento para disfrutar de los no-conciertos, que era algo que hacía sin pensarlo antes, todo el tiempo tocando. Ahora disfruto de estar un poquito en casa, disfrutando de otra cosa. Sé que los conciertos van a volver, también, en algún momento, de alguna forma. Me tocó disfrutarlo así. La verdad que siento que me hizo bien, fue ideal para replantearme muchas cosas.

– La química colaborativa con los invitados fue más allá del estudio, generando videos coloridos y relajados por las calles de Los Ángeles y Nueva York: ¿Cuánto de espontaneidad hubo, por ejemplo, en «Real» junto a Mac Demarco?

Con Mac nos conocemos desde hace mucho a través de la música, claro, pero en tantos años hemos compartido experiencias personales, también. Supimos compartir como amigos. Al hacer la canción la pasamos re bien. Nos conocimos cuando Mac se mudó a Nueva York. Él no conocía a mucha gente, así que se hizo amigo de toda mi barra de Nueva York. Mucha gente se muda a la ciudad para hacer música. Entre ellas, Mac. La idea es formar la banda en Nueva York y hacer música. Yo, por mi historia y circunstancias, llegué de otra manera a Nueva York: soy inmigrante. Con mi familia vivíamos en un barrio más común, digamos. No se trata de un distrito con artistas o lugares para hacer conciertos. A Mac le encantó conocer gente común de Nueva York, personas locales reales. Le gustó conocer gente real de la ciudad, no a quienes caen de otras partes buscando cumplir el sueño americano o pegarla en Nueva York. Era gente de ahí, gente de la cotidiana. Hicimos amistad. Terminó viviendo en una casa con mi amigo Matthew (Volz) quien filmó el video. Entonces yo dije de hacer el video con Matthew en Los Ángeles. Como los tres somos amigos nos pusimos. Matt tenía una de las motos que aparecen en el video, yo compré otra en Internet, una bien barata, la chiquita. Después a Matt se le ocurrió que yo aparezca montando un caballo y entonces pregunté en Instagram si alguien tenía acceso a un caballo en la zona de LA y cuando me respondieron coordinamos para ir a ver los caballos. Todo hecho re casual. No contratamos una productora ni nada. La verdad que es caro hacer un video, yo no tengo plata para grabar un video en un plano formal. Tampoco tengo idea cuánto debe salir alquilar un caballo, por ejemplo. Fue alguien que nos dijo “Che, mi vecina tiene caballos, le puedo preguntar si me lo presta”. Fue todo así. Al mismo tiempo, estábamos pasando un tiempo entre amigos porque hacía tiempo que no nos veíamos. Fue hacer algo común como andar con tus amigos y filmar. Capaz que esa energía se refleja en el video.

– Los últimos 16 meses fueron de una intensidad considerable en EEUU. Además de la estampida pandémica que golpeó fuerte, las elecciones presidenciales y sus posteriores episodios tomaron un tono entre grave y surrealista, como fue lo del Capitolio.
¿De qué forma lo vivieron ahí?

En el momento en particular del Capitolio yo estaba en Uruguay, no estaba en el país. Estando en contacto con mis padres y amigos, la verdad que todos se asustaron mucho. Fue muy pesado todo este último año en Estados Unidos. Se vivía en primera persona todo lo que se veía por la televisión y en las redes sociales. Creo que el periodo de Trump fue muy complicado para todo el mundo. En Estados Unidos, en los cuatro años de su gobierno Trump llegó de manera profunda a muchísima gente que lo apoyaba con el mismo sentimiento que transmite él, se trata de un sentimiento de odio y una actitud de vamos a romper todo, somos los machos de la cuadra, vamos a hacerlo todo a la fuerza, no nos importa cómo se sienten ustedes. Fue un periodo de bullying constante para todo el mundo. Realmente se sintieron exaltados los sentimientos de individualismo, nada del otro importaba. Trump no participó directamente del incidente en el Capitolio, pero fue el instigador. Trump fue la persona que lo llevó adelante,  sin haber estado presente. Esa fue la cereza sobre el pastel o la gota que rebalsó el vaso, como prefiera cada uno. Lo de Trump fue una seguidilla de hechos similares en los últimos años. Muchísima intensidad para exaltar el odio. El sentimiento de odio era palpable en el aire. El del Capitolio fue uno más de todos esos eventos. Todo lo de Trump fue una tragedia griega: era algo tan cómico como dramático, mientras tanto moría gente y subía el odio. El último año fue el más intenso porque con la llegada de la pandemia, al coronavirus Trump le decía “Chinese virus”, poniéndole el sello de un país al virus, generando un odio tremendo. No se había visto nunca semejante demostración de odio por la comunidad china de Estados Unidos. Eso todavía persiste. 2020 fue una sobredosis de información demasiado peligrosa. Lo más extraño de Estados Unidos es que vos a todo eso lo ves por la tele, pero en la puerta de tu casa o en tu barrio no pasa nada. En la tele están sucediendo cosas extremas pero la maquinaria de Estados Unidos sigue adelante.

 

Por Lucas Canalda  + Lucía Garibaldi Ph

 

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